La novia de Olentzero
El otro d¨ªa, al abrir el buz¨®n, me encontr¨¦ con un folleto para escribir la carta a Olentzero. ?Solo a Olentzero? Nooo. Tambi¨¦n a Mari Domingi, claro. Ambas figuras nos sonr¨ªen desde el anverso de la carta y a m¨ª tambi¨¦n me entr¨® la risa nada m¨¢s verlos. Alguien me hab¨ªa hablado de esta compa?era, esposa, novia o "amiga entra?able" de Olentzero -la rumorolog¨ªa m¨ªtica no se pone de acuerdo-, pero oye, no ten¨ªa ni idea de que la cosa estuviera tan consolidada... Investigando un poco, he visto que Mari Domingi se ha visibilizado y encarnado en los ¨²ltimos tres, cuatro o cinco a?os: los ni?os aprenden en la ikastola la cancioncilla que la nombra y hacen cola para entregarle a ella, junto a Olentzero, la carta donde especifican el tipo de consola que quieren. La costumbre ha llegado a la mayor¨ªa de los pueblos vascos, incluidas las capitales, donde Olentzero y Mari Domingi entran en un carro, cargados de obsequios y caramelos. Si alg¨²n pueblo se resiste, le quedan dos telediarios. La marea es ya demasiado grande: no podr¨¢n hacer otra cosa que dejarse arrastrar por ella.
En principio, parece una cosa simp¨¢tica, sin m¨¢s. Pero si uno se pone a pensar en ello durante un minuto, asombra la facilidad con la que se inventa una tradici¨®n delante de nuestros ojos; la facilidad con la que la acepta la gente, la facilidad con la que se difunde, la facilidad con la que dentro de poco dir¨¢n: en Euskal Herria desde siempre han tra¨ªdo los regalos Olentzero y Mari Domingi. A nuestros mayores les ocurrir¨ªa lo mismo cuando empez¨® a extenderse la figura del alegre carbonero barrig¨®n, que -excepto en unas cuantas poblaciones- no les sonar¨ªa de nada. Mi generaci¨®n ha crecido, en cambio, compaginando el Olentzero joan zaigu / mendira lanera con los regalos de la ma?ana de Reyes. Como en su caso, tambi¨¦n en el de Mari Domingi han encontrado o recreado alg¨²n referente hist¨®rico y la atav¨ªan con ropajes propios del siglo XVI, peque?o desajuste temporal que no le ha impedido ennoviarse con un carbonero del XIX-XX.
La aparici¨®n de la moza en la escena navide?a se interpreta en clave no sexista. Vamos, que han observado de repente que Olentzero es un var¨®n. Y ya que estamos recuperando/recreando/inventando nuestras propias tradiciones vascas-vascas, no vamos a caer en el mismo error que los Reyes Magos, Pap¨¢ Noel o Santa Claus. Las mujeres tambi¨¦n traen y han de traer regalos (y la buena nueva), como en la vida misma. ?Crear personajes novias de ayuda a hacer visible esa ansiada igualdad? Tal vez s¨ª, aunque hay claros motivos para la duda (existe una discusi¨®n apasionante sobre ello en la red). En cualquier caso, lo que sorprende -e incluso inquieta- es esa portentosa facilidad para crear tradiciones o para adecuarlas ad hoc. A Olentzero hasta le han quitado la pipa para que no d¨¦ mal ejemplo. Y ya puestos, s¨®lo falta que Mari Domingi le ponga a r¨¦gimen.
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