El terremoto que se prepara
Las placas tect¨®nicas se desplazan lentamente, hasta el momento en que chocan y se produce el temblor de tierra que rompe la corteza terrestre. En 2011 se han producido varios temblores, que han derribado Gobiernos y dictadores, cambiado reg¨ªmenes y sembrado la alarma en muchos pa¨ªses. Pero las placas tect¨®nicas siguen desplaz¨¢ndose, y lo hacen adem¨¢s en una sola direcci¨®n, de forma que la tensi¨®n se concentra ahora en un punto donde crece la amenaza de un terremoto mayor que los anteriores.
Este punto se halla en la regi¨®n del golfo P¨¦rsico, donde confluyen numerosas l¨ªneas de conflicto. Ah¨ª est¨¢ Siria, donde la poblaci¨®n est¨¢ movilizada contra la dictadura de Bachar el Asad y al borde de la guerra civil, con 5.000 ciudadanos que han perdido la vida en las revueltas. Tambi¨¦n Irak, donde regresan los atentados apenas unas horas despu¨¦s de que se fuera el ¨²ltimo soldado de Estados Unidos y el primer ministro chiita, Nuri al Maliki, empieza la persecuci¨®n sectaria de los sun¨ªes que participaban en el Gobierno apuntalado por la ocupaci¨®n.
La guerra de Irak rompi¨® los equilibrios de poder en la zona en favor de una de las tres potencias regionales, nada menos que Ir¨¢n. El r¨¦gimen de los ayatol¨¢s persas cuenta ahora con un ¨¢rea de influencia que se extiende hasta el Mediterr¨¢neo, con Irak en manos de la mayor¨ªa chiita, Siria de la dictadura amiga alau¨ª y L¨ªbano donde el partido chiita Hezbol¨¢ es una fuerza f¨¢ctica y de gobierno ineludible. Los enemigos de Teher¨¢n ven la larga mano iran¨ª en las revueltas de Bahrein y los conatos de protesta en las regiones orientales de Arabia Saud¨ª, donde hay poblaci¨®n chiita. De ah¨ª la actuaci¨®n sovi¨¦tica de los saud¨ªes, junto a tropas de Emiratos ?rabes Unidos y de Pakist¨¢n, en la invasi¨®n de Bahrein para salvar a la monarqu¨ªa amiga y vasalla de los Al Jalifa ante el impulso de la revuelta. Pero la palanca iran¨ª m¨¢s amenazante y temida por los vecinos es el programa nuclear, que desaf¨ªa a dos poderes nucleares larvados: el de Israel, con sus armas no declaradas, y el de Pakist¨¢n, estrecho aliado de Arabia Saud¨ª y ¨²nico poseedor de la bomba nuclear isl¨¢mica.
A Teher¨¢n no le interesa que caiga Asad, por temor a una rep¨²blica sun¨ª patrocinada por Arabia Saud¨ª. Esta, a su vez, apoya las revueltas sirias, pero las teme en su casa y le preocupa que un Bagdad exclusivamente chiita vir¨¦ hacia Teher¨¢n. No se puede descartar para ambos pa¨ªses un destino de divisi¨®n que sea malo para todos. Irak, cuarteado entre kurdos, chiitas y sun¨ªes, es una pesadilla para Turqu¨ªa. Tambi¨¦n lo ser¨ªa una divisi¨®n sectaria y ¨¦tnica de Siria, donde de nuevo los kurdos suscitan los peores temores de Ankara. Al fondo de esta partida, Israel observa, cada vez m¨¢s aislada y con preocupada contenci¨®n, un desplazamiento de poder lleno de inc¨®gnitas que cuestionan su propio futuro. Todos temen al Big One que se cierne sobre Oriente Pr¨®ximo.
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