Un pr¨¦stamo quema al presidente alem¨¢n
Tras intentar negarlo, la presi¨®n medi¨¢tica obliga a Christian Wulff a reconocer que un empresario le dio un cr¨¦dito a precio de ganga
Las televisiones alemanas emitir¨¢n hoy un discurso presidencial que est¨¢ desfasado desde el pasado jueves por la tarde. Christian Wulff lo hab¨ªa grabado el mi¨¦rcoles, cuando a¨²n aspiraba a dejar en manos de sus abogados y portavoces las explicaciones sobre un cr¨¦dito ventajoso que obtuvo en 2008, cuando era primer ministro regional en Baja Sajonia. Pero la presi¨®n le ha obligado a despedir a su portavoz, Olaf Glaeseker, y a pedir disculpas p¨²blicas en un corto comunicado que ley¨® personalmente en el palacio de Bellevue: "Soy consciente de que no todo lo que es legal es tambi¨¦n correcto". El jefe del Estado alem¨¢n, que tiene 52 a?os de edad, protagoniza desde hace dos semanas un correoso esc¨¢ndalo originado por el cr¨¦dito en cuesti¨®n.
Wulff y su esposa parec¨ªan disfrutar con el inter¨¦s de la prensa del coraz¨®n. Justo lo contrario que Merkel
La Fiscal¨ªa de Baja Sajonia desestim¨® el jueves que haya indicios de delito en el trato entre el pol¨ªtico y el empresario Egon Geerkens, que le dej¨® el dinero
[con el que evit¨® pedir un cr¨¦dito bancario]. Pero sus cr¨ªticos insisten en que un pr¨¦stamo de 500.000 euros por cinco a?os a un inter¨¦s del 4% anual es una ganga sospechosa. Sobre todo cuando, gracias a la "amistad" entre el prestamista y el pol¨ªtico beneficiado, este ni siquiera tuvo que poner como garant¨ªa hipotecaria la casa que se construy¨® con el dinero.
Tampoco habl¨® de ese pr¨¦stamo en su momento: cuando el Parlamento de Baja Sajonia le pregunt¨® en 2009 por sus relaciones con el millonario Geerkens, Wulff olvid¨® mencionar la transacci¨®n. Hace diez d¨ªas, el presidente de Alemania admit¨ªa que le hab¨ªan prestado el dinero, pero aseguraba que era de la esposa de Geerkens, Edith. Admitido ya lo contrario, el esc¨¢ndalo navide?o en torno al pol¨ªtico democristiano -avivado por la calma chicha informativa propia de las fechas- est¨¢ minando gravemente su reputaci¨®n.
Wulff ha cebado las sospechas con su mala gesti¨®n de la noticia. Los dos principales arietes medi¨¢ticos alemanes llevan dos semanas sacudiendo sin tregua al jefe del Estado: abri¨® el fuego el populista y conservador Bild con las primeras revelaciones. Una demoledora portada contra el "presidente err¨®neo" en el semanario Der Spiegel del lunes pasado lo consagr¨® como esc¨¢ndalo de primera categor¨ªa. Insisten en que Wulff, cuya imagen pol¨ªtica no pasa del gris plomizo, cultiva una inclinaci¨®n a los lujos y los privilegios que le llev¨® a aceptar el cr¨¦dito del empresario Geerkens y tambi¨¦n diversas invitaciones de otros potentados para veranear gratis en sus residencias privadas. Nada ilegal, pero lejos de lo ejemplar.
Las acusaciones salpican a su esposa Bettina, 15 a?os m¨¢s joven que el pol¨ªtico. Hace una semana, millones de alemanes se quedaron boquiabiertos cuando el popular presentador G¨¹nther Jauch pregunt¨® en directo a uno de los jefes de Bild si "guarda en el caj¨®n" revelaciones chocantes sobre "la vida anterior" de la esposa del presidente. El diario Berliner Zeitung hab¨ªa publicado d¨ªas antes que "hay informaciones que no pueden ser publicadas, por una orden de muy arriba" y "por respeto al cargo" presidencial. En Bild lo niegan, pero el tono con el que tratan a Wulff sus influyentes columnistas revela una animosidad nada acorde con sus posiciones pol¨ªticas. Menos a¨²n con el apoyo, m¨¢s o menos entusiasta, que suelen reservarle a la canciller, la tambi¨¦n democristiana Angela Merkel (CDU). La "vida anterior" de frau Wulff, de soltera K?rner, es ahora pasto de rumores.
La presidencia federal es un cargo representativo, sin responsabilidades ejecutivas. Las funestas consecuencias del enorme poder que ten¨ªan los presidentes en la Rep¨²blica de Weimar llevaron a los padres de la Ley Fundamental de 1949 a relegarlos a un papel neutral y formal. Los presidentes alemanes se limitan a recibir a otros jefes de Estado y a dar discursos institucionales sobre los problemas que preocupan al pa¨ªs. Hubo presidentes de gran prestigio, como el democristiano Richard von Weizs?cker (1984-1994). La mayor¨ªa, sin embargo, han dejado poca huella.
Wulff lleg¨® al cargo [por dimisi¨®n de su antecesor, quien vincul¨® la presencia militar alemana en Afganist¨¢n a los intereses econ¨®micos de su pa¨ªs] proponi¨¦ndose marcar la diferencia. Pero ya su elecci¨®n fue un sonado fiasco que estuvo a punto de dinamitar la credibilidad de Angela Merkel en 2010. La Asamblea Federal, compuesta por representantes del Parlamento y de los Estados federados, necesit¨® tres rondas para elegirlo a ¨¦l en lugar de al candidato de los socialdem¨®cratas (SPD), que propusieron al prestigioso Joachim Gauck. Desde entonces, Wulff ha dado que hablar en dos ocasiones: cuando dijo que "el islam forma parte de Alemania" y cuando, este verano, critic¨® la gesti¨®n del Banco Central Europeo (BCE) en la lucha contra la crisis de la deuda. Los 500.000 euros lo han devuelto ahora a las portadas de los medios de comunicaci¨®n.
Cuando era primer ministro de Baja Sajonia, el divorcio de Wulff y la boda con Bettina tuvo considerable eco en todo el pa¨ªs. El pol¨ªtico cat¨®lico contaba entonces entre los posibles herederos de Merkel. Lo mismo que el exministro de Defensa Karl-Theodor zu Guttenberg, el nuevo matrimonio Wulff parec¨ªa disfrutar de la atenci¨®n de la prensa del coraz¨®n, en el polo opuesto a la discreci¨®n observada por la canciller Merkel y la mayor¨ªa de los pol¨ªticos de primera fila en Alemania.
En su inesperada aparici¨®n p¨²blica del jueves, Wulff dijo que seguir¨¢ "cumpliendo a conciencia" sus tareas "en el futuro". Todo indica que su previsi¨®n de permanecer en el cargo se va a cumplir, siempre que no salten m¨¢s esc¨¢ndalos personales ni la presi¨®n sobre su esposa llegue a lo insoportable. A Merkel le conviene que as¨ª sea, porque sus derrotas pol¨ªticas regionales en los ¨²ltimos meses han dejado al centro-derecha alem¨¢n con una mayor¨ªa ¨ªnfima en una nueva Asamblea Federal. No podr¨ªa imponer otro candidato y su autoridad sufrir¨ªa un rev¨¦s incalculable. -
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