Alarma demogr¨¢fica
Los datos difundidos esta misma semana por el Instituto Galego de Estad¨ªstica (IGE), reforzados por las conclusiones del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) sobre censos de poblaci¨®n referidas al a?o 2011, anuncian que Galicia perder¨¢ en la pr¨®xima d¨¦cada cerca de 90.000 habitantes y ver¨¢ como aumenta significativamente el ya importante desequilibrio demogr¨¢fico existente entre el eje atl¨¢ntico y el interior. Si a todo ello a?adimos que, debido a la dura crisis econ¨®mica que padecemos, se reducir¨¢ el escaso flujo migratorio procedente de otros pa¨ªses y de otras comunidades espa?olas, el resultado obtenido nos sit¨²a ante una crisis demogr¨¢fica de demoledoras consecuencias econ¨®micas y sociales para el pa¨ªs.
Sin embargo, y en abierta contradicci¨®n con la alarma provocada por el IGE, los poderes p¨²blicos, particularmente la Xunta, hace tiempo que parecen haber renunciado a intervenir sobre las causas que han producido una dr¨¢stica reducci¨®n de la tasa de natalidad en Galicia, hasta niveles inferiores a los que garantiza la sustituci¨®n de la poblaci¨®n y, por tanto, el relevo generacional. De hecho, el Gobierno gallego carece de un proyecto de revitalizaci¨®n demogr¨¢fica que, a trav¨¦s de una acci¨®n integrada y sostenida en el tiempo, pueda invertir la actual tendencia negativa.
En todos los pa¨ªses desarrollados con reducida natalidad suelen existir simult¨¢neamente altos ¨ªndices de desempleo, particularmente femenino, altas tasas de eventualidad y un escaso desarrollo de los servicios sociales. Pues bien, con una tasa de paro que ha vuelto a situarse en altos niveles y que amenaza con seguir subiendo, y con una precariedad laboral que duplica la que existe en la Uni¨®n Europea, Galicia es un caso paradigm¨¢tico. Conviene subrayar que la baja fertilidad no tiene relaci¨®n alguna con la participaci¨®n de la mujer en el mercado de trabajo, sino con la forma en que tal participaci¨®n tiene lugar. Es decir, tiene vinculaci¨®n con la poca seguridad y apoyo que encuentra la mujer, as¨ª como las limitadas opciones que se le ofrecen cuando se integra en el mercado laboral. Por lo que se refiere a los servicios sociales, en especial los de ayuda a la familia -en un pa¨ªs en que ret¨®ricamente se proclama a ¨¦sta como centro de la sociedad, algo que Rouco repetir¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 30-, tales como residencias de ancianos, escuelas infantiles o ayuda a los discapacitados, Galicia ocupa lugares secundarios en Espa?a, que a su vez est¨¢ a enorme distancia de la media de la UE y a distancias siderales de los pa¨ªses m¨¢s avanzados. Similares resultados se obtienen si se realiza un an¨¢lisis comparativo de las transferencias de fondos p¨²blicos a las familias. Y todo este cuadro, debido a la crisis o tomando esta como coartada, no har¨¢ m¨¢s que empeorar en los pr¨®ximos tiempos y, por consiguiente, Galicia seguir¨¢ teniendo una baja tasa de fertilidad.
Conscientes de la gravedad del problema, en el a?o 2000 las fuerzas pol¨ªticas y sociales llegaron a la conclusi¨®n de que era imprescindible la elaboraci¨®n del Plan de Revitalizaci¨®n Demogr¨¢fica de Galicia. El proyecto lleg¨® al Parlamento y, cuando solo restaba la votaci¨®n final del mismo, ante la sorpresa general y forzando las normas de la C¨¢mara, el Gobierno Fraga, que se hab¨ªa proclamado hagi¨®grafo de la demograf¨ªa, bloque¨® su aprobaci¨®n, impidiendo que Galicia dispusiera de un instrumento de car¨¢cter estrat¨¦gico para afrontar la crisis demogr¨¢fica. Por desgracia, tampoco el Gobierno bipartito fue capaz de rescatar y aplicar aquel importante plan. En la actual legislatura se volvi¨® a plantear el problema y se constituy¨® una nueva comisi¨®n parlamentaria para debatirlo. Despu¨¦s de varios meses de comparecencias de expertos en los diversos factores asociados al problema demogr¨¢fico, el proceso se paraliz¨®. La comisi¨®n parlamentaria no ha vuelto a ser convocada y sus posibles conclusiones descansan el sue?o de los justos.
Por todo ello, cuando el INE y el IGE nos recuerdan la gravedad de la situaci¨®n, la Xunta y las fuerzas pol¨ªticas, evitando buscar justificaciones en la crisis para su inacci¨®n, tienen la obligaci¨®n de activar todas las medidas necesarias para abordar este grave problema que limita dr¨¢sticamente nuestras perspectivas como pa¨ªs.
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