Un profesor que dijo basta
Alejandro es maestro en la escuela p¨²blica de Madrid. Ense?a por pura vocaci¨®n, y entiende que no hay nada m¨¢s grande que contribuir a la educaci¨®n de los dem¨¢s, porque la educaci¨®n hace libres a las personas. Y si la educaci¨®n es p¨²blica, adem¨¢s de libres las hace iguales. Ahora no imparte clases. Ha dejado el aula por la actividad sindical. Ha llegado a la conclusi¨®n de que su compromiso pasa por la movilizaci¨®n frente a un Gobierno decidido a quebrar la ense?anza p¨²blica, porque no cree en la igualdad y reserva la libertad para los pudientes. En lugar de dar clase, que es lo que le gusta, hoy organiza encierros, prepara pasquines, reparte camisetas verdes.
Lo suyo es una gota de agua. Pero aspira a que esa gota se convierta en fuente, y la fuente en r¨ªo, y el r¨ªo en una gran marea verde que arrastre las malas intenciones de quienes degradan la educaci¨®n de todos para favorecer el privilegio de unos pocos. Reclama mejores condiciones laborales para sus compa?eros. S¨ª, pero no solo. Reivindica su puesto de trabajo, y su funci¨®n en la sociedad. S¨ª, pero no solo. Tambi¨¦n est¨¢ regal¨¢ndonos su entusiasmo para evitar que un d¨ªa despertemos y la escuela p¨²blica se haya convertido en un sumidero para pobres e inmigrantes sin recursos.
Encaj¨® mal que su jefa en la Comunidad de Madrid le llamase vago. No lo es. A veces le tachan de so?ador, y su mirada franca parece confirmar el adjetivo. Y bastar¨ªan unos cuantos so?adores m¨¢s para construir un muro indestructible en torno a la educaci¨®n en libertad y en igualdad para nuestros hijos.
Rafael Simancas es diputado del PSOE en el Congreso.
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