Miradas de silencio
En el juicio de los trajes de Camps flotan nervios contenidos. A veces estallan. Y otras callan, bajo un aire -el que separa en estrados al expresidente Camps del juez Climent- que podr¨ªa cortarse con una daga. Los dos se han ense?ado m¨¢s de una vez los dientes. Camps, al espetarle su cercan¨ªa con el expresidente socialista Joan Lerma; y Climent cuando, con ese tono fr¨ªo y distante con que envuelve sus palabras, le amenaz¨® con expulsarle de la sala si persist¨ªa en sus aspavientos de desaprobaci¨®n sobre lo que all¨ª se o¨ªa. O cuando le pidi¨® que dejara de ocultarse tras la silla de su abogado para poder verle.
En realidad, Climent no hace m¨¢s que lo que debe: dirigir el juicio y proteger al jurado -lego en derecho- de t¨¢cticas desenfocadadoras ajenas al proceso. Sentenciar¨¢ el jurado, no ¨¦l.
Si cost¨® (y sorprendi¨®) que Camps fuese juzgado solo por aceptar trajes (cohecho impropio) y no por lo que ¨¦l pudiera haber hecho a cambio, ?a qu¨¦ viene ahora sacar a colaci¨®n lo otro? Preguntar, como est¨¢n haciendo las defensas con los testigos de su elecci¨®n, si Camps les dio instrucciones de a qui¨¦n adjudicar los contratos a dedo que su Administraci¨®n otorg¨® a la red G¨¹rtel, es adentrarse en el cohecho propio, pero por la tangente. Y liar al jurado. Los millones de euros p¨²blicos entregados a El Bigotes para Fitur no son el objeto del juicio de Valencia. ?Qui¨¦n espera que el consejero de Sanidad o el alcalde de Castell¨®n e incluso los altos funcionarios de Turismo que testificaron ayer admitan que Camps les influy¨® para que troceasen contratos y los adjudicaran a su "amiguito del alma?" Eso es lo que Climent zanja "por impertinente", y tambi¨¦n lo que suscita las protestas del abogado de Camps. Y del propio Camps. Despu¨¦s, quedan tensas miradas de silencio.
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