Iowa como ejemplo
Los 'caucuses' son reflejo de la profundidad de la democracia en Estados Unidos
Iowa es un ejemplo perfecto de la particularidad de la pol¨ªtica norteamericana y de su diferencia con la que se practica en otros pa¨ªses. El primitivismo de los caucuses, su espontaneidad y pureza democr¨¢tica, son el reflejo de la profundidad de esta democracia y tambi¨¦n, en cierta forma, de su decadencia.
Un caucus es una asamblea en la que el pueblo se re¨²ne para elegir a sus representantes como deber¨ªa de hacerse siempre, despu¨¦s de un buen debate y tras numerosas consideraciones. Se entiende que votar es algo m¨¢s que depositar una papeleta en una urna de camino al supermercado o al gimnasio. En Iowa, votar significa salir de casa a las siete de la noche, habitualmente con 10 o 15 grados bajo cero, desplazarse hasta una iglesia, un centro c¨ªvico o la casa de otro vecino para juntarse con otras 200 o 300 personas y decidir a qui¨¦n se env¨ªa como representante a la Convenci¨®n que el Partido Republicano celebrar¨¢ en agosto y con qu¨¦ misi¨®n.
La intervenci¨®n de las autoridades en estas asambleas es m¨ªnima
Es una decisi¨®n muy comprometida porque a esos representantes se les va a encomendar nada menos que el voto por el candidato a la presidencia de Estados Unidos. Por tanto, merece ser tomada seriamente. Despu¨¦s de muchos meses de campa?a en la que los candidatos han recorrido casi todos los rincones del Estado (decenas de miles de votantes han llegado a conocerles personalmente y de cerca, puesto que los actos son apenas de medio centenar de personas), llega la hora de discutir los pros y contras de cada uno.
Distintos participantes toman la palabra en el caucus en defensa de quien consideran mejor candidato, y lo hacen de acuerdo a reglas que se marca el propio caucus. La intervenci¨®n de las autoridades estatales es m¨ªnima. Cada caucus es soberano y se organiza de acuerdo a su propio criterio. Presentados los argumentos, se reparten papeletas. A veces, simples trozos de papel en blanco para escribir un nombre. En los caucuses dem¨®cratas, algunas votaciones son a mano alzada y el vencedor de cada asamblea solo es decidido despu¨¦s de varios descartes y votaciones. El sistema es algo m¨¢s sencillo en los caucuses republicanos, pero igualmente el ganador es el resultado de un proceso, a veces de varias horas, que garantiza, al menos, que la decisi¨®n se ha tomado de forma muy meditada.
Este proceso es la demostraci¨®n de la relevancia del poder ciudadano que caracteriza a la democracia estadounidense, obsesionada con el protagonismo del individuo sobre el Estado, pero m¨¢s a¨²n que eso, con la prioridad de la comunidad pr¨®xima y reconocible sobre la sociedad distante y ajena.
Pero el proceso ha sido, obviamente, pervertido por la din¨¢mica de la pol¨ªtica y los modernos medios de comunicaci¨®n. En realidad, los caucuses de Iowa conservan las formas de un m¨¦todo de elecci¨®n puro, pero el fondo es ya igual al de cualquier sistema electoral en el que el dinero juega un papel dominante.
Los votantes llegan a los caucuses despu¨¦s de meses en los que han escuchado mensajes de propaganda en la televisi¨®n. Newt Gingrich, que estaba al frente de las encuestas en diciembre, fue destruido por una insistente campa?a televisiva en su contra pagada por seguidores de Mitt Romney. Esto se ha agravado en los ¨²ltimos a?os con las nuevas reglas que permiten a los Comit¨¦s de Acci¨®n Pol¨ªtica (PAC, en sus siglas en ingl¨¦s) gastar cantidades ilimitadas a favor o en contra de una idea o una persona.
Estos PAC no forman parte exactamente de la campa?a de un candidato, y por tanto no est¨¢n sometidos a las mismas restricciones que ellas, pero son un instrumento poderoso de influencia desde fuera en las decisiones de los electores. Incluso en el sencillo y limpio escenario de Iowa.
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