Acierto y error de Rajoy
El plan Rajoy I de ajuste econ¨®mico del viernes -hoy debe conocerse el Rajoy II y en marzo el Rajoy III, esa reiterada tentaci¨®n fascicular, en vez del "plan global" que nos promet¨ªa-, lleva un doble acierto indudable. Su rapidez. Ha disparado antes de que los mercados se enterasen de que el d¨¦ficit p¨²blico para 2011 subir¨ªa al 8%, en vez del comprometido 6%.
Y su rotundidad. Con raz¨®n Crist¨®bal Montoro calific¨® sus medidas de "decisiones firmes y dr¨¢sticas" y Luis de Guindos destac¨® la "contundencia de la respuesta" al peligroso nivel del 8%: un recorte de 8.900 millones y un aumento de impuestos por 6.200 millones.
Rapidez y rotundidad configuran un doble acierto procedimental, pero no minimizable, porque pueden traducirse materialmente. Si son los Gobiernos quienes sorprenden, pueden convencer m¨¢s a los mercados y desarmar mejor a los especuladores. Y rebajar la prima de riesgo de la deuda, o al menos evitar su alza.
Hay dos opciones: Monti, con 10.000 millones para el est¨ªmulo; y Cameron, o la recesi¨®n con inflaci¨®n
Pero, en pocas horas, el lunes, aterrizaba la cacofon¨ªa. Montoro dijo que manten¨ªa la cifra del 8%. Guindos, que pod¨ªa "superar ese umbral". Y Jorge Fern¨¢ndez -?qui¨¦n dar¨ªa vela en este entierro al ministro del Interior?-, que ser¨ªa del 8,2%.
Ese parloteo es un error procesal, pero tambi¨¦n material: produce urticaria a los mercados, que l¨®gicamente se preguntan si la cosa estaba el lunes tan controlada como parec¨ªa tres d¨ªas antes. Si se repite, los que tan servilemente han hecho la pelota a Mariano Rajoy por no haber nombrado vicepresidente econ¨®mico, rezar¨¢n novenas para lograrlo.
El argumento de que ser¨ªa el presidente quien ejerciese de vice econ¨®mico ya empieza a cuartearse. Sobre todo porque, y este es el principal error del paquete Rajoy I, porque la explicaci¨®n de la estimaci¨®n de desviaci¨®n del d¨¦ficit fue insuficiente. Mejor, nula. Aunque Soraya Santamar¨ªa derroch¨® esfuerzo y tes¨®n, el Gobierno ha secuestrado parte de la informaci¨®n sobre la que se basa el ajuste m¨¢s dr¨¢stico de la democracia. Y esto es muy grave. "Si el d¨¦ficit se ha ido del 6% al 8%, que nos diga el Gobierno cu¨¢nto corresponde a la Administraci¨®n del Estado, cu¨¢nto a las comunidades aut¨®nomas y cu¨¢nto a los Ayuntamientos", inquiri¨® sensatamente Alfredo P¨¦rez Rubalcaba.
Por su boca, los socialistas parecen interesados en una justicia hist¨®rica, en acreditar la correcci¨®n de su balance, un epitafio de "cumplidores", pues la presunci¨®n general es que el principal desv¨ªo ha corrido a cargo de las autonom¨ªas, mayoritariamente en manos populares.
No es que este aspecto carezca de importancia. Pero a la ciudadan¨ªa le interesar¨¢ m¨¢s, ahora, aclarar el alcance de cada responsable en el d¨¦ficit por otro motivo. Para saber si puede fiarse de este Gobierno. Para saber si al parapetarse contra la herencia recibida de los socialistas est¨¢ o no tapando los agujeros de la herencia que recibe de sus autonom¨ªas. Para saber si incluso en emergencias econ¨®micas se respetan los principios:
El principio de transparencia exige que las tripas de la estimaci¨®n del d¨¦ficit sean accesibles a todos: ?por qu¨¦ secuestrarlas para uso solitario del Gobierno?
El principio de responsabilidad exige que cada gasto debe imputarse correctamente a quien lo decide. Y el de lealtad, que nadie invada funciones de otros.
El principio de autonom¨ªa financiera facilita que las administraciones auton¨®micas puedan imponer recargos a impuestos generales: con las actuales alzas de impuestos, se hacen impracticables.
Si el presidente-y-vicepresidente-econ¨®mico-en-ejercicio no emite motu proprio un mensaje claro, con datos, e inequ¨ªvoco sobre estas cuestiones, fraguar¨¢ un clamor para que salga del burladero. Un mensaje que aborde adem¨¢s la discutible equidad del paquete, cuyo coste queda -de momento- parcialmente sesgado contra asalariados y clases medias. Y que anuncie las prometidas medidas de est¨ªmulo a la demanda hasta hoy silenciadas. Mariano Rajoy tendr¨¢ que elegir entre la v¨ªa de Mario Monti, cuyo plan de ajuste de 30.000 millones incluye 10.000 millones para relanzar el crecimiento; y la de David Cameron, cuya austeridad a la brava ha triplicado el aumento del endeudamiento previsto y ha aupado la inflaci¨®n al 5%... ?sin evitar una nueva recesi¨®n!
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