La desmemoria
Antes las promesas se hac¨ªan para incumplirlas. Ahora las promesas se hacen para poder hacer justo lo contrario de lo que se prometi¨®. Vivimos malos tiempos para los programas electorales, cuya fecha de caducidad expira antes que la de los yogures. Hay programas electorales que, antes de salir de la imprenta, ya ponen Diego donde sus autores hab¨ªan anunciado que pondr¨ªa digo. Y compromisos en campa?a que han durado menos que la estabilidad de la prima de riesgo. Mariano Rajoy accedi¨® a la presidencia del Gobierno ligero de explicaciones, pero las pocas que ofreci¨® est¨¢n resultando vanas. En apenas diez d¨ªas, ya hay eslogan para el inicio de su mandato: Espa?a sigue yendo mal, pero a los espa?oles nos espera todav¨ªa lo peor.
Nos estamos acostumbrado a que los mandatarios digan una cosa y hagan la contraria, por lo que cualquier d¨ªa aceptaremos que la primera medida de un Gobierno sea la de quemar las hemerotecas. Lo prometido ya no es deuda. La pol¨ªtica se basa, de una parte, en la desmemoria. De otra, en creer que la inteligencia del personal est¨¢ bajo m¨ªnimo. Sin estas dos premisas ser¨ªa imposible entender los dos ¨²ltimos a?os del Gobierno de Zapatero y, menos a¨²n, este inicio de mandato de Rajoy. Lo llamativo es que lo que Zapatero tard¨® seis a?os en descubrir, Rajoy lo ha hecho en apenas una semana. Como dir¨ªa Serrat, nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.
Aznar instaur¨® los maitines y Rajoy ha empezado la legislatura con el voto de silencio, para que luego se queje la Iglesia de que est¨¢ perdiendo influencia. El presidente del Gobierno ha decidido mantener la boca cerrada y parecer que gobierna, que abrirla y disipar todo duda sobre un hecho incuestionable: nada m¨¢s acceder al cargo ya no mandaba. Lo hac¨ªan los mercados y Bruselas. Cuando el PSOE en el Gobierno hizo suyas las pol¨ªticas econ¨®micas de la derecha, a la derecha no le qued¨® m¨¢s remedio que hacer una campa?a electoral pareciendo de izquierdas. Como las mentiras, en tiempos de crisis, tienen las patas muy cortas y las deudas muy largas, salimos a un ba?o de realidad ideol¨®gica por cada Consejo de Ministros.
En el PSOE, ahora, no est¨¢n para estos trotes. Las elecciones generales dejaron a los socialistas hu¨¦rfanos de liderazgo y su ¨²ltima etapa de Gobierno acab¨® con las pocas ideas que les quedaban, que adem¨¢s no eran suyas. Ahora buscan una ideolog¨ªa y un l¨ªder, pero discrepan de qu¨¦ debe ser antes: la renovaci¨®n del pensamiento o la b¨²squeda de qui¨¦n lo escenifique. Posiblemente ya no sirva para nada, pero lo primero que deber¨ªan preguntarse los dirigentes del PSOE es c¨®mo han llegado hasta aqu¨ª. Es dif¨ªcil sufrir un mayor desarme ideol¨®gico en menos tiempo. Ocupados en el l¨ªo org¨¢nico, est¨¢n desocupando el espacio de oposici¨®n. Y las ¨²nicas contrapropuestas que se les ocurren a las medidas de Rajoy, son exactamente las que ellos no hicieron cuando gobernaban. Ni una m¨¢s ni una menos.
La desmemoria es una cualidad que los gobiernos esperan de su ciudadan¨ªa. Tambi¨¦n conf¨ªa en ella la oposici¨®n. La primera l¨ªnea del manifiesto de Rubalcaba como candidato a la secretar¨ªa general del PSOE es el olvido: que nadie se acuerde que hace menos de dos meses sufri¨® el mayor varapalo electoral que hayan tenido nunca los socialistas en unas elecciones. Y otro tanto ocurre con Chac¨®n, que cuesta trabajo recordar una ¨²nica idea suya.
Para sobrevivir en pol¨ªtica hay que tener muy poca memoria. O esperar, que no la tengan los dem¨¢s. El sistema se sustenta en la fragilidad de la mente humana. Rajoy est¨¢ gobernando a cuenta gotas, en un intento de que los ciudadanos no se acuerden en marzo de las medidas que est¨¢ aprobando ahora. Ese mes son las elecciones en Andaluc¨ªa y hay que acudir a ellas como se acudi¨® a las generales, sin dar pista alguna de lo que se har¨¢ despu¨¦s. La idea fuerza del programa electoral del PP es que la gente no se acuerde de nada.
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