Un secreto de dioses
Primero, las definiciones. Pero eso es un problema cuando se trata de una categor¨ªa esquiva, viciosamente escurridiza, llena de aristas, de matices, de contradicciones. Cuando se trata, como ahora, de encontrar respuesta a esta pregunta: ?qu¨¦ es un escritor de culto? ?Alguien con gran prestigio y un grupo ¨ªnfimo de lectores; alguien que, m¨¢s que lectores, tiene devotos; alguien que captur¨® los retorcijones m¨¢s o menos angustiosos de toda una generaci¨®n y supo c¨®mo traducirlos en una obra; alguien que es producto de una estrategia editorial? ?Todo eso, m¨¢s que eso, nada de todo eso? La primera acepci¨®n de la palabra culto que da el diccionario Mar¨ªa Moliner es esta: "Respeto, veneraci¨®n y acatamiento tributados a Dios o a los dioses". Antes que nada, entonces, esto: si hay culto es porque hay un dios.
Vila-Matas: "En este pa¨ªs, 'autor de culto' siempre ha sonado a escritor bueno y disparejo, pero tambi¨¦n a autor al que le falta algo"
Abad Faciolince: "Kundera lo fue hasta que todo el mundo empez¨® a leerlo. El ¨¦xito es imperdonable en un escritor de culto"
Herralde: "Un escritor de culto es un escritor con una voz propia, que sorprende, exige y excita al lector"
-Autor de culto es un concepto ligado a lo religioso -dice Enrique Vila-Matas, autor de Dublinesca-. A ese autor le salen adoradores, lectores que no quieren perderse ni un folio suelto del autor, lectores que le siguen en todo lo que hace. Ser seguidor -lo digo por propia experiencia- es apasionante. Ser seguido -tambi¨¦n tengo la experiencia- no lo es tanto, porque a muchos adoradores s¨®lo les interesa lo que un d¨ªa leyeron de ti y quieren encontrar siempre eso en lo que haces. Pueden llegar a impedir al autor ser libre a nivel creativo y machacarle su capacidad de sorprender continuamente, de hacer con sus escritos lo que le d¨¦ la gana en todo momento. Nada admiro tanto como ese d¨ªa en la vida de Bob Dylan, en Newport, en 1965, cuando todo el mundo le consideraba un cantante de folk y se present¨® con una ruidosa banda el¨¦ctrica que ninguno de sus adoradores comprendi¨®.
-El nombre tiene mucho de religioso -dice el escritor Tom¨¢s Gonz¨¢lez, autor de la novela Primero estaba el mar, a quien se menciona como el secreto mejor guardado de Colombia-. Es un escritor del que se podr¨ªa tener la imagen en una repisa, como la de un santo. Los escritores de culto son como santos con pocos aunque muy fervientes devotos. Si te llaman escritor de culto y lo aceptas, tienes cierto prestigio y puedes escribir en paz lo que te d¨¦ la gana, pues te dieron y te diste por perdido en cuanto a ventas se refiere.
-Es un t¨¦rmino m¨¢s usado por editores o cr¨ªticos -dice el escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka, autor de la novela La enfermedad-. Los escritores somos muy vanidosos y la categor¨ªa puede ser una forma de matizar un fracaso con los lectores. Los escritores lo queremos todo: cr¨ªtica y p¨²blico. Tambi¨¦n puede ser una definici¨®n provisional. Hace m¨¢s de veinte a?os, tal vez Robert Walser era considerado un escritor de culto. Bola?o tambi¨¦n. Hoy es casi una civilizaci¨®n.
-T. S. Eliot -dice el escritor argentino Fabi¨¢n Casas, autor de Los lemmings- hablaba de la importancia que ten¨ªa para un escritor poseer un grupo peque?o de lectores. Dec¨ªa que no era necesario ser un superventas sino tener un peque?o grupo de lectores influyentes. Ese caldo forma lo que se denomina un escritor de culto. La prensa es la que termina d¨¢ndole un lugar espec¨ªfico.
-Tiene que ver con la devoci¨®n que se le tiene a algunos escritores que son reconocidos por sus pares y por un c¨ªrculo de lectores, pero no por el mercado -dice el escritor mexicano Yuri Herrera, autor de Trabajos del reino-.
-La noci¨®n proviene de un equ¨ªvoco sobrecogedor -dice el escritor chileno Carlos Labb¨¦, autor de Caracteres blancos-. Alguien elabora un proyecto de escritura diferente de lo que se considera la corriente masiva, pero despu¨¦s se comienza a admirarlo por la fuerza con que defendi¨® su proyecto y no por las caracter¨ªsticas de su propuesta. El culto es un af¨¢n borreguil de saber todo lo que le pasa al autor en vez de quedarse con sus libros.
-Debe haber, en la escritura de un escritor de culto, algo que tienda a lo sagrado y lo secreto -dice el escritor chileno Rafael Gumucio, autor de la novela La deuda-. Algo que te haga sentir, como lector, ¨²nico y elegido. Es una categor¨ªa religiosa, que relaciona al libro a una de sus funciones m¨¢s controvertidas: ser depositaria de la palabra de dios, y los escritores sus sacerdotes.
-Es un escritor que tiene un talento extraordinario para una sola cosa, y ni siquiera en esa sola cosa es f¨¢cil decidir si es amo de su talento o si su talento no es en realidad una extra?a forma de enfermedad -dice el autor de la novela El pasado, el escritor argentino Alan Pauls-.
Esquiva, escurridiza: una categor¨ªa llena de matices y contradicciones.
?De qui¨¦nes hablamos cuando hablamos de escritores de culto? Las personas cuyos testimonios se recogen en este art¨ªculo dieron nombres que dibujan una lista tan nutritiva como disfuncional (en la que, por ejemplo, quienes son de culto en algunos pa¨ªses no lo son en su lugar de origen, como podr¨ªa ser el caso del argentino Antonio Di Benedetto que no es un autor de culto en la Argentina pero que s¨ª lo ser¨ªa en M¨¦xico), y que incluye, entre muchos otros, a Mario Bellatin, Fabio Mor¨¢bito, Daniel Sada, J. R. Wilcock, Emmanuel Bove, Antonio Di Benedetto, Thomas Pynchon, Gabriel Zaid, Sergio Pitol, Guillermo Fadanelli, Israel Centeno, Bukowski, J. D. Salinger, David Foster Wallace, Julio Ram¨®n Ribeyro, Mario Levrero, Rafael S¨¢nchez Ferlosio, Roberto Merino, Germ¨¢n Mar¨ªn, Denton Welch, Braulio Arenas, Felisberto Hern¨¢ndez, Macedonio Fern¨¢ndez, Virgilio Pi?era.
-Un escritor de culto es un escritor con una voz propia, que sorprende, exige y excita al lector -dice Jorge Herralde, editor de Anagrama-.
-Es aquel que erige una obra emblem¨¢tica para un determinado p¨²blico, y cuya vida puede llegar a convertirse en motivo de inter¨¦s para sus seguidores -dice Elena Ram¨ªrez, directora editorial de Seix Barral en Espa?a-.
-El culto implica un nivel de devoci¨®n por parte del grupo (grande o peque?o) de seguidores -dice Diego Rabasa, del consejo editor de Sexto Piso-. Tiene que haber cierto nivel de conexi¨®n ontol¨®gica. Coexistir con la obra del escritor a un nivel vivencial y no s¨®lo literario.
-Es un autor que tiene un grupo de fieles lectores que lo admiran -dice Mat¨ªas Rivas, de Ediciones Universidad Diego Portales, de Chile-. Pueden llegar a convertirse en moda y vender m¨¢s, pero en general son secretos. Es un estigma dif¨ªcil de sacarse porque el periodismo cultural lo repite para referirse a todo lo que no es masivo. Pero tienen una virtud que es el doblez positivo del estigma: son long sellers.
-Es aquel -dice Andrea Palet, editora de Los Libros Que Leo, editorial chilena independiente- que ya tiene fans antes de que la industria y/o la prensa se enteren de su existencia. "De culto" es un tag muy estable: puedes estar vendiendo como loco, pero te van a seguir llamando de culto hasta el hogar de ancianos.
-La perspectiva de un escritor de culto es hoy distinta a la de hace un siglo -dice Manuel Borr¨¢s, editor de Pre-Textos-. Antes, adquir¨ªa su sanci¨®n m¨¢s por el boca a o¨ªdo, sin intersecci¨®n de la publicidad. Hoy en d¨ªa pueden convivir escritores de culto inventados tanto por motivos cremat¨ªsticos como apoyados por la sanci¨®n de los lectores.
-Es aquel que tiene una obra singular, alejada del canon oficial, que experimenta con las formas y es reconocido como tal por la cr¨ªtica y una minor¨ªa lectora -dice Samuel Alonso, director de publicaciones de 451 Editores-.
-La calificaci¨®n "de culto" puede tener que ver con el concepto de autor "secreto" -dice Enrique Redel, de Impedimenta-. Sus atributos los crea una minor¨ªa que niega el gusto mayoritario, que suele ser calificado de borreguil. La obra tiende a ser dif¨ªcil de conseguir. El propio autor se prodiga poco. Cuando comienza a dar entrevistas a los medios mayoritarios "se vende".
-Entrar en la categor¨ªa es apetecible, pero lo que es malo es quedarse, pues vendr¨ªa a ser un reconocimiento de su fracaso para llegar a p¨²blicos m¨¢s amplios -dice Luis Solano, de Libros del Asteroide-.
-Es un escritor ajeno al gran p¨²blico que frecuentemente termina por conquistarlo. Kafka fue de culto, como Joyce, escritores-para-escritores que acabaron por imponerse en las academias y las universidades. Dostoievski fue de culto unos diez a?os y hacia 1910 era patrimonio de la humanidad. Pero quiz¨¢ ya no haya autores de culto confiables, es decir, que puedan permanecer escondidos. Hoy todo se publica, de todo se oye hablar y nada permanece en lo oscuro -dice el cr¨ªtico mexicano Christopher Dom¨ªnguez Michael-.
-Un autor de culto es igual a "mucho prestigio, pocas ventas" -dice Juli¨¢n Rodr¨ªguez, de Perif¨¦rica-.
Esquiva, escurridiza, llena de aristas, de matices, de contradicciones.
-?Un escritor de culto es necesariamente un fracaso en las ventas?
-No -dice Ana Pareja, de la editorial independiente espa?ola Alpha Decay-. Bola?o, Salinger son ¨¦xitos de ventas y no son excepciones.
-Debe ser un deleite supremo empezar como escritor de culto y luego conquistar un gran n¨²mero de lectores. Entre otros, Sebald, Tabucchi o Bola?o. Pero las listas de m¨¢s vendidos son poco compatibles con los escritores de culto, incluso con los que han dado una cabriola considerable, como los antes citados -dice Jorge Herralde, de Anagrama-.
-Convertir a un autor en "escritor de culto" es una t¨ªpica operaci¨®n de marketing de agencias literarias o editoriales. Pas¨® con Bola?o en Estados Unidos, pasa a cada rato en Espa?a con autores centroeuropeos de principios del siglo XX -dice el escritor chileno Carlos Labb¨¦-.
En 2011, Impedimenta public¨® en Espa?a el Diccionario de Literatura para Esnobs, del franc¨¦s Fabrice Gaignault, una gu¨ªa de autores a veces extravagantes, a veces malditos, ?a veces de culto?, y, en la introducci¨®n, el espa?ol Jos¨¦ Carlos Llop escribe: "Todos hemos tenido nuestros autores secretos. (...) Cuando alguno (...) empezaba a ser m¨¢s conocido por los lectores (...) el hecho de compartirlo no produc¨ªa felicidad alguna, sino cierta incomodidad. Una de las consecuencias (...) era la expulsi¨®n de aquel autor de nuestro para¨ªso privado".
-Con los autores de culto pasa como con el chiste de un restaurante que fue muy selecto, pero que tiene demasiado ¨¦xito: "Ahora ya no va nadie: vive lleno" -dice el escritor colombiano H¨¦ctor Abad Faciolince, autor de El olvido que seremos-. Lo mismo puede decirse de un escritor de culto que se populariza, como S¨¢ndor M¨¢rai: ya no lo lee nadie, todos lo leen. Milan Kundera fue un escritor de culto hasta que todo el mundo empez¨® a leerlo. El ¨¦xito es imperdonable en un escritor de culto.
-Parte de una minor¨ªa ilustrada cree demostrar su superioridad intelectual en la oposici¨®n a ciertos atributos narrativos que consideran "f¨¢ciles" -dice el escritor argentino Guillermo Mart¨ªnez, autor de Cr¨ªmenes imperceptibles, entre otros libros-, y trata de poner en circulaci¨®n escritores "dif¨ªciles" para poder seguir sinti¨¦ndose los happy few de jardines rec¨®nditos. Estos escritores tienen caracter¨ªsticas que son elevadas a categor¨ªas deseables per se: opacidad, hermetismo, falta de trama. Adem¨¢s hay algunas otras caracter¨ªsticas "de imagen": 1. Sus libros deben ser inaccesibles. 2. La biograf¨ªa del escritor de culto debe contener alg¨²n elemento "oscuro". 3. No debe tener jam¨¢s un ¨¦xito de ventas. Esto lo convertir¨¢ en un traidor a sus ac¨®litos. Pero la literatura no responde a ese manique¨ªsmo imaginario de editoriales salvajemente comerciales y lectores puros de catacumbas.
-Se ha hablado de usted como un escritor de culto. ?Se ha sentido c¨®modo con eso?
-No siempre -dice Enrique Vila-Matas-. En Espa?a, por ejemplo, nada. Primero, me llamaban "autor de culto" porque no me le¨ªa nadie. Despu¨¦s, porque me le¨ªan afuera. En este pa¨ªs, donde ha ido pasando el tiempo y seguimos siendo cat¨®licos, incultos y "diferentes", la denominaci¨®n "autor de culto" siempre ha sonado a escritor bueno y disparejo, pero tambi¨¦n a autor al que le falta algo, concretamente, ser tan conocido como Camilo Jos¨¦ Cela.
-No me incomoda -dice el escritor mexicano Yuri Herrera-, porque no me creo ninguna de las etiquetas. Tard¨¦ tanto en conseguir publicar que no tengo prisa por ser reconocido ni puedo medir el impacto que podr¨ªa tener ser denominado as¨ª en algunos c¨ªrculos.
Ahora, confusi¨®n. Confusi¨®n por cosas como estas: porque Matadero cinco, de Kurt Vonnegut, s¨ª, y Kurt Vonnegut tambi¨¦n; y porque Siddharta, de Hermann Hesse, s¨ª, y El lobo estepario, de Hermann Hesse, tambi¨¦n, pero Hermann Hesse, definitivamente, no. En el a?o 2005 se public¨® The Rough Guide to Cult Fiction, una gu¨ªa que reun¨ªa a ciento noventa y cuatro autores y en la que la "ficci¨®n de culto" se defin¨ªa como "una devoci¨®n irracional por una minor¨ªa hacia un autor o libro". Figuraban all¨ª Kurt Vonnegut, Thomas Pynchon y David Foster Wallace junto a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Marcel Proust y George Orwell; libros como El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon, junto a La t¨ªa Julia y el escribidor, de Mario Vargas Llosa. En 2008, The Telegraph confeccion¨® una lista de libros de culto. Encabezada por Matadero Cinco, de Kurt Vonnegut, inclu¨ªa No Logo, de Naomi Klein, y Recuerdos del futuro, del suizo Erich von D?niken, que escribi¨® all¨ª acerca de las probables visitas que hac¨ªan, en el pasado, los extraterrestres a la tierra.
-?Qui¨¦n es el lector de un escritor de culto?
-Un esnob. Un borrego. Alguien que no se quiere dar cuenta de c¨®mo es manejado -dice Carlos Labb¨¦-.
-Un sofisticado o un obsesivo, un fan¨¢tico de lo extra?o -dice Mat¨ªas Rivas, de Ediciones Universidad Diego Portales-.
-Un hurgador de librer¨ªas de viejo. Un gourmet de ropa vieja, de perlas encontradas en chiqueros. Una mezcla de cartonero y de dandi. Un adorador de la originalidad. Un masturbador. Un devoto de la profanaci¨®n -dice el escritor Alan Pauls-.
-Todo verdadero lector tiene un escritor de culto. Aquel que se sigue libro a libro, al margen del resultado. Sus lectores fieles celebran sus aciertos pero lo acompa?an en sus fracasos, deciden compartir su mundo, tan imperfecto y dispar como la vida misma -dice Pilar Reyes Forero, directora editorial de Alfaguara-.
Pero, ahora, otra vez confusi¨®n. Confusi¨®n, por ejemplo, porque junto a J. D. Salinger (que lleva vendidos unos 65 millones de libros), se mencionan autores como el uruguayo Felisberto Hern¨¢ndez (que no debe llegar a varios miles), y otros que habitan catacumbas a las que descienden unos pocos: el chileno Juan Emar (uno de cuyos libros, Diez, fue publicado hace poco por la editorial independiente argentina Mansalva, con pr¨®logo de C¨¦sar Aira).
-Dan Brown es un escritor de culto pero es un culto masivo y, por lo tanto, muy poco selectivo -dice el escritor argentino Rodrigo Fres¨¢n, autor de la novela El fondo del cielo-. J. D. Salinger es, tambi¨¦n, un escritor de culto; pero lo suyo se acerca al m¨¢s exquisito budismo zen. As¨ª, Haruki Murakami o Paul Auster o David Foster Wallace ser¨ªan sumos sacerdotes de sectas en expansi¨®n, mientras que Thomas Pynchon y Jorge Luis Borges y Vlad¨ªmir Nabokov ser¨¢n, siempre, t¨®tems frente a los cuales arrodillarse. Entre unos y otros est¨¢n todas esas ¨ªntimas religiones (propongo estampitas de John Banville, Rick Moody, Iris Murdoch, Felisberto Hern¨¢ndez, Denis Johnson, Michael Ondaatje, Steven Millhauser) por las que unos cuantos miles est¨¢n dispuestos a lo que sea. Es decir: a seguir leyendo. Y a reconocerse entre ellos con complicidad. Nunca dejaremos de creer y de rezarles a Le¨®n Tolst¨®i y Marcel Proust y Francis Scott Fitzgerald. Un escritor de culto es aquel que hace que leer sea tan pero tan parecido a orar, con una atendible diferencia: no s¨®lo sentimos que nos escucha sino que, adem¨¢s, nos habla nada m¨¢s que a nosotros. Y, por supuesto, Dios existe y se llama Shakespeare.
Como si el culto fuera una religi¨®n con diversas capas tect¨®nicas, todas necesarias para formar, al fin, la iglesia.
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