Para salir de la crisis
Lo primero que necesitamos es un cambio sustancial en el enfoque global con el que nos estamos enfrentando a la crisis en la Uni¨®n Europea (UE). Recortar a machete y a toda velocidad el d¨¦ficit en pa¨ªses como Espa?a no es responsabilidad fiscal, es ignorancia fiscal. Pregonar y exigir la austeridad para el conjunto de la UE y no abrir la puerta a un mayor activismo del Banco Central Europeo es irracional desde un punto de vista econ¨®mico. Solo una ¨¦tica del sufrimiento elevada a dogma la soporta. Dado su nivel actual de deuda, Espa?a puede y debe prorrogar el ajuste fiscal al menos hasta 2015 sin que el punto de llegada en el cociente entre deuda p¨²blica y PIB cambie significativamente. Alemania y otros pa¨ªses pueden y deben aprobar paquetes de est¨ªmulo fiscal que incrementen sus importaciones y nos den aire a los pa¨ªses con una demanda interna muy debilitada. Mariano Rajoy y sus ministros deber¨ªan fijarse como prioridad diplom¨¢tica este cambio de enfoque en Bruselas.
Galicia est¨¢ en una buena situaci¨®n comparada en t¨¦rminos de desequilibrios fiscales
Ya dentro de nuestras fronteras, lo m¨¢s urgente es desatascar las ca?er¨ªas del cr¨¦dito y acertar en el ajuste fiscal. Sobre lo primero, la creaci¨®n del llamado banco malo parece la soluci¨®n menos mala. Sobre lo segundo, varias ideas. La primera es que si no nos permiten reprogramar la senda del d¨¦ficit, debemos reprogramar la ejecuci¨®n del gasto. Los recortes deben concentrarse en aquellos programas que, por importantes que sean, pueden esperar. En particular, las inversiones y la cobertura de nuevos derechos, singularmente la ley de dependencia. Es preferible aplazar la ejecuci¨®n de una autov¨ªa que cerrar un centro de I+D+i o expulsar a 100 investigadores del sistema de innovaci¨®n. Es preferible relajar el ritmo de aplicaci¨®n de la ley de dependencia que deteriorar la calidad de los servicios sanitarios o educativos.
Por el lado de los ingresos, lo m¨¢s urgente es la lucha contra el fraude fiscal, pero tambi¨¦n el que afecta al seguro por desempleo o a las bajas por enfermedad. Es verdad que este es un asunto complejo y que hubiese sido mejor hacerlo con tiempo y cuando no apremiaba la necesidad de recursos. Pero no hay elecci¨®n. Cualquier subida de impuestos que se aplique en un contexto de fraude elevado y concentrado en algunos colectivos es la mejor receta para minar la moral fiscal de los que cumplen. Cuando, dentro de unas semanas, los asalariados comprueben la mordida en sus n¨®minas arreciar¨¢ el sentimiento de agravio comparativo respecto a ese profesional o empresario que, como nos informa a?o tras a?o la Agencia Tributaria, declaran en promedio menos que sus empleados.
A partir de ah¨ª, el Ejecutivo de Rajoy deber¨ªa de escapar de defectuosos parches como los aprobados para el IBI y el IRPF. Necesitamos una estrategia fiscal global y coherente que recupere la imposici¨®n patrimonial y la idea de la reforma fiscal verde que despareci¨® del mapa pol¨ªtico espa?ol cuando Fern¨¢ndez Ordo?ez se fue al Banco de Espa?a.
En el caso de Galicia es verdad que estamos en una buena posici¨®n comparada en t¨¦rminos de desequilibrios fiscales. Ese punt¨²a a favor de la Xunta. Pero carecemos de buenas estrategias sectoriales y globales. En particular, en el ¨¢rea econ¨®mica falta un referente claro en el Gobierno que genere confianza, sirva de interlocutor, canalice los mensajes econ¨®micos del gabinete, dise?e y explique las estrategias de corto, medio y largo plazo. Con el rigor presupuestario y el di¨¢logo social permanentemente abierto no llega.
Galicia es un pa¨ªs con grandes posibilidades, pero tambi¨¦n con enormes carencias. La descentralizaci¨®n pol¨ªtica y financiera de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas nos ha dado la oportunidad de ejercer un amplio autogobierno. Para hacerlo bien, necesitamos equipos humanos que combinen alta capacidad pol¨ªtica y conocimiento t¨¦cnico, que acierten en los diagn¨®sticos, que sepan transmitir a la sociedad y los agentes sociales cu¨¢l es el plan, y que tengan la habilidad y el empe?o para desarrollarlos.
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