De c¨®mo Forsythe salva del precipicio
Si Maya Pliseyskaia, que dirigi¨® esta compa?¨ªa (y a la que se oculta en un v¨ªdeo conmemorativo de los 30 a?os del conjunto) dijo aquello de que "la danza salvar¨¢ el mundo", se puede aseverar que Forsythe salv¨® la velada de anoche, la hizo tolerable. Una obra maestra bailada aceptablemente y tres rellenos prescindibles, donde brilla la obsecuencia imitativa, el envejecimiento prematuro y los recursos de estandarizaci¨®n al uso en las modas globales: ropa civil preferiblemente negra, paneles m¨®viles, contraluces directos, mezclas musicales gratuitas y sin conciencia de los estilos que se trocean.
Gillo Dorfles, en 2010 y a prop¨®sito de la entrada de Artifact suite en el repertorio del Teatro alla Scala de Mil¨¢n escrib¨ªa que era importante mantenerlo visible y actualizado porque Forsythe era un de los m¨¢ximos cultores de la tradici¨®n ballet¨ªstica junto a ser, a la vez, su m¨¢s poderoso inversor, cuya primera acepci¨®n es alterar, trastocar las cosas o el orden de ellas. Incontestable y definitorio, la poderosa s¨ªntesis del an¨¢lisis est¨¦tico de Dorfles se aliaba a la impronta del core¨®grafo neoyorkino.
COMPA??A NACIONAL DE DANZA
Coreograf¨ªas de Alejandro Cerrudo (Extremely close); Angelin Preljocaj (El espectro de la rosa); William Forsythe (Artifact II) y Johan Inger (Walking Mad). Director art¨ªstico: Jos¨¦ Carlos Mart¨ªnez.
Teatro de La Zarzuela, Madrid. Hasta el 22 de enero.
En Forsythe el efecto de progresi¨®n que se atomiza y revierte crea un efecto de desorden habitable, reconocible pero a la vez dotado de una aspereza en el estilo, un esfuerzo de abatir con la respiraci¨®n y el dibujo el aire que circunda al bailar¨ªn o a la pareja e incluso al conjunto del cuerpo de baile lineal, que en este caso evoca la formaci¨®n acad¨¦mica. El s¨ªmbolo del tel¨®n que cae abruptamente en repetidas ocasiones, si es que queremos que tenga un significado espec¨ªfico, se tratar¨ªa de que las ¨²ltimas barreras formales tambi¨¦n abaten, desechadas sobre la escena para insistir en una progresi¨®n de decontrucci¨®n rival. Hay un di¨¢logo entre las dos parejas, que se espeja y hace canon, o por defecto, yuxtapone en la retina del espectador el fraseo.
Se reafirma la idea que tanto la pieza de Inger (un remedo barato del genial estilo de Mats Ek y un atropello a la partitura del Bolero de Ravel) como la de Cerrudo (a la que cuesta calificar como obra m¨¢s all¨¢ del ejercicio de taller de un debutante) estar¨ªan mejor en la CND2, mientras la de Forsythe es un regreso bienaventurado que abre una senda de recuperaci¨®n. La obra de Preljocaj, incalificable en su pedanter¨ªa casi escolar, sencillamente nunca debi¨® venir a visitarnos. Ofende a la cor¨¦utica y a Fokin, a Carl Maria Von Weber y a cualquiera que le gusten los toros, pero todo esto probablemente le crea un trasnochado regusto contestatario al core¨®grafo, que, hombre de talento, tiene piezas bell¨ªsimas. Este Espectro de la rosa es un dec¨¢logo de todo lo que no debe hacer jam¨¢s en el versionado de un gran cl¨¢sico, sea en la tendencia que se quiera.
Lo ¨²nico sensato que puede decirse de la plantilla es que tiene una actitud ejemplar, solidaria y entregada; no puede saberse cuan a gusto est¨¢n en esa balsa de mercurio. A¨²n sin haber fuertes cambios de registro, no se oculta el esfuerzo que ha sido levantar este programa en medio de un proceso, si se quiere natural, de cambios, tensiones y probablemente, dudas que tienen que ver con el destino art¨ªstico del conjunto y de las personas. No se trata sola y puerilmente de zapatillas de punta s¨ª, o tut¨²s no.
Mart¨ªnez necesita tiempo para exponer sus planes que a¨²n no se revelan con la debida claridad. Es ciertamente cr¨ªptico en esta oferta, por momentos desconcertante, en cuanto hacia d¨®nde vamos y quienes seremos en un futuro que no debe ser lejano. Es la urgencia de unos tiempos que, tambi¨¦n en el arte, se apuran y comprimen. Uno de los retos ahora puede ser, hipot¨¦ticamente hablando, esa so?ada noche ¨ªntegra Forsythe, ya hoy atemporal con su gr¨¢fica poderosa, planteada como un puente a medio construir, a partir de tantos diversos m¨®dulos de actuaci¨®n como de recursos disponga. As¨ª las cosas, demos la bienvenida a Mart¨ªnez como una oportunidad.
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