Independencias

No sabemos si es un elefante o un ratoncillo, pero est¨¢ en la habitaci¨®n y todos se han dado cuenta. Al menos en cinco territorios de la UE, ese conjunto de pa¨ªses comprometidos a construir una uni¨®n cada vez m¨¢s estrecha, han cuajado fuerzas centr¨ªfugas que plantean seriamente y en plazos no muy largos la eventualidad de separarse de los Estados a los que pertenecen.

Los escoceses fueron los primeros en alzar la bandera, cuando el Scottish National Party gan¨® las elecciones en 2011 con un programa que inclu¨ªa la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum de independencia. Tambi¨¦n en 2010 gan¨® las elecciones un partido independentista flamenco, que no planteaba una inmediata resoluci¨®n de sus proyectos separatistas, pero no pudo formar Gobierno por la radicalidad de sus planteamientos inmediatos. La dimisi¨®n de Berlusconi y la disoluci¨®n de su coalici¨®n con la Lega Nord ha situado de nuevo a esta fuerza en la tesitura separatista, aunque en su caso estrictamente fiscal, y, por tanto, resultado de un independentismo sin naci¨®n ni nacionalismo.

Estos tres independentismos, a pesar de sus distintos grados de elaboraci¨®n estrat¨¦gica, buscan un gradualismo que les proporcione m¨¢s poder y m¨¢s dinero. Alex Salmond quisiera un refer¨¦ndum de tres opciones, que le permitiera apostar por una independencia meramente fiscal dentro de una Europa unida, incluso con la eventual adhesi¨®n al euro que los ingleses descartan. La Nueva Alianza Flamenca de Bart De Wever busca su realizaci¨®n en la consolidaci¨®n de la territorialidad ling¨¹¨ªstica y la total independencia presupuestaria. Los liguistas de Umberto Bossi son tan antieuropeos como antiitalianos, sobre todo del bolsillo, pero ni siquiera poseen un proyecto de naci¨®n.

Si hay algo serio, elefante m¨¢s que ratoncillo, habr¨¢ que buscarlo en el rinc¨®n ib¨¦rico de Europa, donde hay dos nacionalismos hist¨®ricos y europe¨ªstas que han llegado al siglo XXI con tanta o mayor fuerza que la que tuvieron en la traves¨ªa del XX. Uno, el vasco, se ve ahora liberado de la lacra imperdonable de la violencia terrorista, que ha desnaturalizado su mensaje y le ha hecho c¨®mplice en ocasiones del aprovechamiento pol¨ªtico del terror. El otro, el catal¨¢n, perfectamente rodado en el gobierno de un territorio de tanto peso econ¨®mico y cultural como Catalu?a, se encuentra ahora tensado entre sus expectativas soberanistas y su obligada solidaridad con el ajuste doloroso lanzado por los conservadores espa?oles.

Estos cinco puntos de fricci¨®n centr¨ªfuga no existir¨ªan en su actual agudeza sin la recesi¨®n y sin la crisis del proyecto europeo. Esa Europa irreconocible es hija de su debilidad y de su p¨¦rdida de peso en el mundo. Si lo que hay en la habitaci¨®n es un rat¨®n, estos secesionismos ser¨¢n meros signos de una anemia epis¨®dica. Pero si es un elefante, Europa har¨¢ nacionalistas felices, pero habr¨¢ menos europe¨ªsmo y menos Europa.