La canci¨®n insustancial
Un dato morboso. Tres a?os atr¨¢s, cuando Amaia Montero parti¨® peras con La Oreja de Van Gogh (LOVG), su debut en solitario super¨® en ventas a sus excompa?eros. Este oto?o, en cambio, coincidieron en las tiendas Cometas por el cielo y Amaia Montero 2 y el quinteto donostiarra recuper¨® la primac¨ªa. El poder de las marcas, dir¨ªan los publicistas. Porque en la era de Leire Mart¨ªnez, LOVG sigue practicando el mismo pop edulcorado que acostumbraba, al¨¦rgico a los matices, abonado a la monoton¨ªa. Pop bonach¨®n y blandurrio que pretende ser po¨¦tico y se queda en insustancial; en el que siempre, para nuestra desesperaci¨®n, parecemos escuchar variaciones de dos o tres canciones id¨¦nticas.
Asentad¨ªsima ya en su papel, Leire es una cantante guapa, alta (bastante m¨¢s que el bueno del guitarrista Pablo Benegas), estilosa, felina y con unos tacones que contravienen algunas leyes f¨ªsicas. Tiene, por lo dem¨¢s, un timbre de voz m¨¢s agradable que el de su antecesora, esa mujer que hizo de la nasalidad su bandera. L¨¢stima que su torrente vocal est¨¦ al servicio de un cancionero tan plano como, a la postre, su propia interpretaci¨®n: sin matices ni inflexiones, sin una nota que transmita un poquito de calor.
Un poquito. Todo se pega, porque el repertorio de La Oreja, antes o despu¨¦s del cambio en la alineaci¨®n, sigue siendo imposible de diferenciar: no solo todas las canciones se bailan dando saltitos, sino que casi siempre incluyen diminutivos en su letra. Pero el Coliseum registr¨® anoche una entrada estupenda, con el p¨²blico entregado y en pie a partir de Cu¨ªdate, el tercer tema. Los nuevos LOVG quieren ganar en fiereza (Dos copos de nieve), modernidad electr¨®nica (La ni?a que llora en tus fiestas) y hasta finura (Las noches que no mueren emula Winter in the hamptons, de Josh Rouse). Pero no cuela.
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