La 'primavera ¨¢rabe' se estanca
El proceso de cambios emprendido en varios pa¨ªses tiene tareas pendientes
Un a?o despu¨¦s de la ca¨ªda del fara¨®n Mubarak, el proceso de cambios en el mundo ¨¢rabe sigue abierto, e incierto. Con la sola excepci¨®n del precursor T¨²nez, cuya transici¨®n parece encarrilada, el resto de los pa¨ªses en los que ha habido revueltas caen en tres categor¨ªas:
- 1. En proceso de transici¨®n: Libia y Yemen. Tras una guerra civil, los libios tratan ahora de hacer, m¨¢s que rehacer, un pa¨ªs en el que la identidad nacional es d¨¦bil y los sentimientos tribales act¨²an como fuerzas centr¨ªpetas. En Yemen, la presi¨®n externa y la promesa de inmunidad, ha conseguido que el presidente Saleh acepte retirarse formalmente del poder y se ha puesto en marcha una transici¨®n pol¨ªtica cogida con alfileres. En ambos casos, va a necesitarse mucho tiempo y apoyo para evitar que descarrilen.
- 2. Cerradas en falso: Bahr¨¦in y Arabia Saud¨ª. Ni las medidas de reconciliaci¨®n ni el fondo de compensaci¨®n a las v¨ªctimas anunciados por las autoridades de Bahr¨¦in han convencido a quienes salieron a la calle para pedir derechos c¨ªvicos. A diferencia de los otros pa¨ªses, la divisi¨®n sectaria entre una familia real sun¨ª y una poblaci¨®n mayoritariamente chi¨ª dificulta la soluci¨®n. La democracia plena acabar¨ªa con la dinast¨ªa de los Al Jalifa. Las protestas contin¨²an. Como contin¨²an en la Provincia Oriental de Arabia Saud¨ª, donde las autoridades han respondido con medidas policiales a parecidas exigencias de su minor¨ªa chi¨ª (para el resto de la poblaci¨®n ver el ¨²ltimo p¨¢rrafo).
- 3. En marcha: Siria. Es el caso m¨¢s dif¨ªcil. En lo interno, porque los sirios se encuentran divididos y la correlaci¨®n de fuerzas no est¨¢ clara, pero el r¨¦gimen sigue contando con el aparato de seguridad. Incluso sectores descontentos con la dictadura de El Asad se mantienen al margen por temor a la fractura ¨¦tnica y confesional del pa¨ªs. En lo externo, la misma divisi¨®n y temores dificultan una acci¨®n concertada a la libia. Los monarcas ¨¢rabes que apoyan el statu quo en Bahr¨¦in, se alinean aqu¨ª con los rebeldes no tanto por empat¨ªa sectaria (en gran medida los sublevados son la mayor¨ªa sun¨ª contra una ¨¦lite gobernante alau¨ª) como por su rivalidad pol¨ªtica con Ir¨¢n, que es el principal aliado de Damasco. Occidente declara que apoya las aspiraciones democr¨¢ticas de los sirios, pero no va m¨¢s all¨¢ de sancionar al r¨¦gimen porque teme el agujero negro en el que puede convertirse el pa¨ªs. Lo peor est¨¢ por llegar.
Finalmente, hay un cuarto grupo de pa¨ªses, cuyos gobernantes han respondido raudos a las peticiones de sus s¨²bditos (Marruecos, Jordania y Om¨¢n) y han logrado, de momento, contener las protestas. Aqu¨ª cabr¨ªa incluir a los que se han adelantado a tal eventualidad con mejoras econ¨®micas y promesas pol¨ªticas, como la propia Arabia Saud¨ª, Kuwait, Emiratos ?rabes Unidos e incluso Catar.
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