Habitaci¨®n con derecho a sal¨®n y cocina
El realquiler se extiende a 'mileuristas' e inmigrantes y copa el 50% del mercado de alquiler barcelon¨¦s y el 20% del madrile?o
N¨²ria T. comparte con su hermano un piso en el barrio barcelon¨¦s de Gr¨¤cia. Se lo compraron hace dos a?os, pero ahora uno de los dos lo dejar¨¢. N¨²ria quiere irse a vivir con su pareja, pero les resulta imposible afrontar una hipoteca. "La idea ser¨¢ irme con mi novio y alquilar mi habitaci¨®n para pagar la hipoteca y la renta del nuevo piso, o bien quedarme con el piso con mi pareja y que mi hermano comparta piso con una amiga. Mi novio le pagar¨¢ el alquiler y podr¨¢ seguir pagando el pr¨¦stamo", explica N¨²ria. Es un caso "algo enrevesado", admite, pero pone sobre la mesa las dificultades para vivir solo o en pareja en las grandes ciudades.
Compartir piso es una f¨®rmula que se ha ido extendiendo en los ¨²ltimos a?os. Los agentes de la propiedad inmobiliaria (API) de Barcelona calculan que los pisos compartidos suponen cerca de la mitad de toda la oferta, mientras que los de Madrid se?alan que la proporci¨®n se mantiene alrededor del 20%. La habitaci¨®n con derecho a comedor y cocina ha sido siempre la f¨®rmula de los estudiantes que deben desplazarse a la ciudad, la de los trabajadores que dejaban su pueblo en los a?os sesenta y, como recuerda el presidente de los API madrile?os, Jaime Cabrero, "los chavales que ven¨ªan a hacer la mili".
La edad media de los que comparten piso en Madrid es de 27 a?os, mientras que en Barcelona es de un a?o m¨¢s.
Los estudiantes siguen siendo unos de los principales perfiles en estos pisos. Pero no los ¨²nicos. "Se alquila habitaci¨®n con ba?o privado en piso nuevo a persona no fumadora y tranquila", reza un anuncio en el portal inmobiliario Idealista.com. Tras enumerar los detalles de la casa, todas las conexiones con el centro y el precio, 360 euros, aclara: "No estudiantes". El remache es bastante frecuente, puesto que la edad media de quienes alquilan piso ha aumentado hasta los 27 a?os en Madrid y los 28 en Barcelona, seg¨²n el portal inmobiliario. De hecho, s¨®lo el 30% de los usuarios de este servicio son menores de 26 a?os. El resto son personas que tienen su primer o segundo empleo, generalmente solteros, que con su sueldo no pueden afrontar el pago de un alquiler o una hipoteca. Cabrero a?ade otro perfil, el de los j¨®venes que conviven con una persona mayor o que hacen de au pair. "Ya es otro trato: alojamiento a cambio de ayuda o trabajo", afirma.
Es el caso de Pere, que alquil¨® hace tres a?os un piso de tres habitaciones en Barcelona. A pesar de que el piso es muy viejo y es un cuarto sin ascensor, paga 950 euros al mes. Sin comunic¨¢rselo al propietario ni a la agencia que se lo arrienda, decidi¨® realquilar dos habitaciones: una grande por la que cobra 325 euros y otra interior que tiene subarrendada por 275 euros. "El problema es que en tres a?os han pasado ya por el piso cinco personas. Dos eran estudiantes y se fueron, otro chico decidi¨® vivir con el novio y los otros mejoraron en su trabajo y se pillaron un piso para vivir solos", explica.
El presidente de la Asamblea de Comprarcasa, la red inmobiliaria de los API, en Barcelona, Juan Jos¨¦ Aguilera, explica que hay dos tipos de realquileres. "Nos encontramos con un colectivo que por circunstancias sociales o familiares necesita una vivienda que est¨¢n dispuestos a compartir. No s¨®lo j¨®venes, tambi¨¦n hombres que se han separado o mileuristas que no llegan a final de mes si no comparten gastos", asegura.
Sin embargo, a?ade, tambi¨¦n se est¨¢n encontrando con "propietarios que se metieron muy justos de presupuesto en la compra de un piso y que les pill¨® la subida del Eur¨ªbor. Ahora no les queda m¨¢s remedio que realquilar". Seg¨²n Aguilera, en 10 a?os la demanda de pisos para compartir ha aumentado entre un 20% y un 30%.
Sin embargo, los realquileres no siempre son legales. Pere V., por ejemplo, incumple la ley, puesto que su due?o no sabe que ha subarrendado las otras habitaciones. En su caso, saltarse las normas no acarrear¨ªa m¨¢s consecuencias si no fuera porque, si fuese descubierto, podr¨ªa ser desahuciado. Pero en otras ocasiones s¨ª pueden derivar en actos delictivos. "Es una situaci¨®n al margen de la ley. Hay gente que realquila para lucrarse y se han visto verdaderos abusos", afirma Aguilera.
El 27%, extranjeros
As¨ª como en los a?os sesenta y setenta los pisos compartidos eran la f¨®rmula que usaban los que se desplazaban a las grandes ciudades, ahora son los inmigrantes unos de sus principales demandantes. Seg¨²n una encuesta de los API, constituyen el 27% de quienes realquilan pisos. Es precisamente en este colectivo donde se denuncian los mayores abusos. El presidente de la Asociaci¨®n Profesional de Expertos Inmobiliarios, ?scar Mart¨ªnez, lo ilustra con un ejemplo: "Hace poco se produjo un desahucio porque un inquilino, cuando quedaban 10 meses para que venciera el contrato, dej¨® de pagar y realquil¨® una habitaci¨®n a un inmigrante. ?l abandon¨® el piso, pero iba a cobrar la parte de su compa?ero de piso. Cuando fuimos al juzgado, estaba claro que ¨¦l deb¨ªa irse; de hecho ya no estaba, pero se complic¨® el proceso porque le hab¨ªa firmado un contrato al chico inmigrante", explica Mart¨ªnez.
Seg¨²n un informe del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, el 47,2% de los inmigrantes residen de alquiler en "una habitaci¨®n o parte de un piso o casa que comparten con otras personas en r¨¦gimen de subarriendo". Los que comparten piso se caracterizan por llevar poco tiempo en Espa?a (el 91%, menos de cinco a?os) y por no haber podido reunificar su familia (el 86%comparte piso con personas que no son parientes).
El mismo informe indica que un 12,9% de los extranjeros reside en pisos en propiedad que, en muchas ocasiones, tambi¨¦n compran con otros inmigrantes. Un informe de Tecnocasa y la Universidad Pompeu Fabra se?ala que un 17,5% de las hipotecas las constituyen m¨¢s de dos personas, lo cual se explic¨® por algunos pr¨¦stamos que suscrib¨ªan inmigrantes, que compart¨ªan la hipoteca. Sin embargo, fuentes del sector bancario sostienen que las entidades est¨¢n dejando de financiar estas operaciones.
Del realquiler al hacinamiento
Los realquileres a inmigrantes en muchas ocasiones derivan en situaciones de hacinamiento. Lo vienen denunciando varias asociaciones, que alertan de que las infracondiciones en las que viven los inmigrantes acaban en conflictos vecinales, puesto que provocan m¨¢s traj¨ªn. En Madrid, por ejemplo, un juez orden¨® el pasado mes de septiembre cerrar una vivienda de 68 metros cuadrados de Usera en la que resid¨ªan 15 personas.Oel a?o pasado, en San Blas, m¨¢s de 20 familias fueron estafadas al alquilarles el mismopiso, el 3? A del n¨²mero 31 de la calle de Estocolmo.
C¨¢ritas tambi¨¦n ha advertido de varios casos de hacinamiento. Por ejemplo, un piso de 70 metros cuadrados de Badalona que la organizaci¨®n visit¨® porque una mujer acababa de dar a luz. Viv¨ªan en ¨¦l cuatro familias rumanas que sumaban 22 personas. Otro caso est¨¢ en el barrio barcelon¨¦s del Carmel. La organizaci¨®n cuenta que la presencia de muchos inquilinos en un mismo piso obligaba a los padres a mantener a sus hijos todo el d¨ªa en la habitaci¨®n para no molestar al resto de los moradores. Un 89% de los casos de hacinamiento que llegan a C¨¢ritas los sufren los inmigrantes.
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