El tama?o s¨ª importa
M¨¦xico sigue pensando que la crisis no es un catarro pero tampoco es una neumon¨ªa y su respuesta ante esta situaci¨®n llega de nuevo tarde
La virulencia y la rapidez con la que se ha venido desarrollando la crisis actual ha sido tal que en el camino se transform¨® r¨¢pidamente de una crisis en un sector -el subprime- a una crisis del sector financiero, a desaparecer en unos d¨ªas a Bear Stearns, a quebrar a Lehman Brothers en un fin de semana, a una crisis del sector real; a convertirse en la crisis m¨¢s seria de los ¨²ltimos cincuenta a?os.
Pero la crisis no se ha limitado a derrumbar bancos, se ha llevado consigo tambi¨¦n la forma ortodoxa de c¨®mo enfrentarla; ha regresado al centro de la discusi¨®n el debate keynesiano, que tenia 30 a?os de haber sido abandonado, hemos regresado a aquella ¨¦poca en la que Nixon dijo "ahora todos somos keynesianos" (s¨ª, ?un republicano dijo eso!, pero bueno, eran los setenta, antes de Reagan y Newt Gingrich). S¨ª, ahora todos somos keynesianos ... de nuevo.
Si bien en M¨¦xico ya se reconoci¨® la necesidad de un estimulo fiscal y se hizo expl¨ªcito un plan fiscal contrac¨ªclico, el diagn¨®stico y magnitud del problema potencial (y por lo tanto de su respuesta) han estado fuera de tiempo. Hace tan s¨®lo algunas semanas el Secretario de Hacienda insist¨ªa en que a diferencia del pasado, ahora a Estados Unidos le da pulmon¨ªa y a M¨¦xico le da catarro.
Esa afirmaci¨®n no fue m¨¢s que la confesi¨®n de una oportunidad perdida, no es que M¨¦xico ya no se contagie, para seguir con la analog¨ªa m¨¦dica, cuando Estados Unidos se enferma, lo que pasa es que este virus tiene un periodo de incubaci¨®n m¨¢s largo. Esto en los hechos nos hab¨ªa colocado en una situaci¨®n de privilegio, los primeros s¨ªntomas de la crisis que aparecieron en Estados Unidos el verano pasado tardaron muchos meses en llegar a M¨¦xico, era como ver una pel¨ªcula (en otro pa¨ªs) de lo que pod¨ªa pasar aqu¨ª, ?pod¨ªamos enterarnos del final de la pel¨ªcula, de c¨®mo se desarrollaba y de cambiar nuestro gui¨®n si era necesario!
Todav¨ªa no es tarde, pero la respuesta est¨¢ fuera de tiempo nuevamente; mientras en Estados Unidos se est¨¢ hablando de un paquete entre 700.000 y 850.000 millones de d¨®lares (de 525.400 a 638.000 millones de euros), es decir de entre el 5% y el 6% del producto interno bruto, en M¨¦xico el gobierno anunci¨® en octubre pasado un programa de 90.3 miles de millones de pesos (6.8 miles de millones de d¨®lares), ¨²nicamente el 0.7% del PIB.
?Por qu¨¦ la diferencia? En parte por las mismas razones, seguimos pensando que si bien no es un catarro, tampoco es una neumon¨ªa; en parte porque los m¨¢rgenes de maniobra son distintos, la deuda bruta de M¨¦xico es de casi el 20% del PIB, as¨ª que un impulso fiscal del 5% implicar¨ªa aumentar la deuda de manera importante, tal vez mas all¨¢ de lo que los mercados estar¨ªan dispuestos a comprar. Entendemos esto, pero tampoco puede ser del 0.7%.
Es un tema de magnitudes, pero es tambi¨¦n un tema de oportunidad; se necesita no s¨®lo fijar la cantidad del impulso y conseguir ese dinero, se necesita identificar las necesidades y se necesita iniciar los proyectos. Las necesidades, en particular las de infraestructura deber¨ªan ser obvias, a pesar de todos sus avances M¨¦xico es un pa¨ªs donde, por ejemplo, en sus Estados m¨¢s pobres, Chiapas y Oaxaca, el 20% de la poblaci¨®n todav¨ªa es analfabeta, o donde el 25% de la poblaci¨®n de esas entidades habita viviendas sin agua entubada. Las necesidades est¨¢n, pero eso no quiere decir que los proyectos para llevar agua y drenaje para esas entidades existan, o que se tenga claro donde y cuando se construir¨¢n las nuevas escuelas.
Pero la crisis, esta crisis tan peculiar y tan virulenta no puede esperar a que los proyectos maduren. La tasa de desempleo para el mes de noviembre que se dio a conocer hace unos d¨ªas lleg¨® a su nivel m¨¢s alto de esta d¨¦cada; ¨¦ste es s¨®lo el pre¨¢mbulo de lo que puede pasar si no se act¨²a con la rapidez adecuada.
Por ello, se necesita ya una intervenci¨®n oportuna en materia de infraestructura y se necesita que sea masiva. Se necesita un programa nuevo, de entre 250 y 300 mil millones de pesos y que ¨¦ste sea autorizado por el Congreso, no solamente por un tema de transparencia sino para hacerlo coparticipe de las propuestas de soluci¨®n. Recordemos que en cuestiones de est¨ªmulos fiscales, el tama?o si importa.
El autor fue secretario de Finanzas del Gobierno de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador en el Distrito Federal, posee estudios de la Universidad de Nueva York y actualmente labora en la banca privada.
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