Moody's se equivoca (a veces) y llega tarde (casi siempre)
Las agencias de calificaci¨®n son el blanco de las cr¨ªticas por sus errores pasados
De acuerdo con el gran Dictionary of Slang de Jonathan Green, moody es sin¨®nimo de "il¨ªcito, inseguro, falso". En los tiempos que corren, y con las agencias de calificaci¨®n estadounidenses en el ojo del hurac¨¢n, no es extra?o que nombres como Moody's o Standard & Poor's (literalmente, "est¨¢ndar y pobre") sean pasto de comentarios ir¨®nicos, m¨¢s cuando alguna de sus recomendaciones -espec¨ªficamente en el mercado de deuda p¨²blica, pero tambi¨¦n en el caso de algunas empresas- terminan en rotundos fracasos, cuenta John Lanchester en su estupendo Huy! Por qu¨¦ todo el mundo debe a todo el mundo y nadie puede pagar. El caso es que en el mundo hay unas 170 agencias, pero las citadas Moody's -que hoy ha rebajado la nota de Espa?a-, Standard & Poor's y Fitch tienen una cuota del mercado del 94%: esa posici¨®n de dominio y el hecho de que varios bancos centrales y reguladores financieros exijan sus calificaciones les ha permitido elevar sus precios notablemente en pleno hurac¨¢n.
Las agencias de calificaci¨®n existen b¨¢sicamente para combatir los problemas de informaci¨®n asim¨¦trica: es decir, ayudan a los inversores a impedir que los ejecutivos de bancos y empresas o los ministros de Finanzas intenten confundirlos. El problema es que en las ¨²ltimas crisis no son capaces de acertar, de anticipar apenas nada. En la crisis asi¨¢tica de 1997 -y en sus posteriores r¨¦plicas en Am¨¦rica Latina: rebajaron el rating de Venezuela unas horas despu¨¦s de que el pa¨ªs caribe?o suspendiera pagos- no advirtieron la comprometida situaci¨®n de econom¨ªas extraordinariamente activas en los mercados internacionales de emisiones de deuda, seg¨²n el economista Antonio Torrero. Pero fue la quiebra de Enron la que mostr¨® al rey desnudo: las principales agencias le dieron la triple A -la m¨¢xima calificaci¨®n de solvencia, que supone que la posibilidad de suspender pagos es infinitesimal-, y a ra¨ªz de ese episodio, que acab¨® en una sonora quiebra de una de las mayores empresas del mundo, empezaron a ser supervisadas por la SEC. De eso hace casi 10 a?os.
Pero eso tampoco ha servido de mucho. Las decisiones de inversi¨®n de los fondos de pensiones -que mueven cifras multimillonarias- est¨¢n condicionadas por las notas de esas agencias. Lo que piden los bancos centrales a las entidades financieras tiene que estar tambi¨¦n auditado por las agencias. Y a pesar de que en la Uni¨®n Europea empieza a haber movimientos en contra de ese estatus, el acuerdo de Basilea II les dio una importancia capital: las calificaciones son fundamentales para medir la solvencia de los bancos.
Hist¨®ricamente, las agencias se hab¨ªan ocupado b¨¢sicamente de las notas sobre la deuda de empresas y de los Estados, pero a partir de 2001 y con el boom de la vivienda su negocio fueron las subprimes y todo tipo de t¨ªtulos con respaldo hipotecario: entre 2002 y 2006 Moody's duplic¨® sus ingresos y triplic¨® su cotizaci¨®n en Bolsa. Los bancos quer¨ªan calificaciones Triple A y las agencias se las dieron previo pago por su asesoramiento. Las subprime y otros activos t¨®xicos parec¨ªan los instrumentos financieros m¨¢s seguros del mundo: las agencias son uno de los grandes ejemplos de incentivos mal orientados. Hasta que la crisis estall¨®. Las grandes agencias han hecho grandes esfuerzos desde entonces para separar su negocio de asesor¨ªa del de calificaci¨®n. Pero el da?o ya est¨¢ hecho. A mediados de 2006 hab¨ªa solo nueve empresas en el mundo con la calificaci¨®n m¨¢xima de Triple A: en enero de 2008 hab¨ªa 64.000 instrumentos financieros con esa nota, y solo empez¨® a haber rebajas importantes cuando la crisis se hizo insoportable tras la quiebra de Lehman Brothers, seg¨²n refleja el ex secretario del Tesoro de EE UU John Paulson en su reciente autobiograf¨ªa (On the brink, a¨²n no traducida al castellano).
En esas lleg¨® la crisis fiscal europea y de nuevo sucedi¨® lo mismo: no hubo rebajas con anterioridad a la crisis (con lo que se desactiva el mecanismo de alerta que se supone que aportan las agencias) y esas rebajas solo empezaron cuando la crisis ya era m¨¢s que visible (con lo que las agencias contribuyen a empeorar los problemas cuando vienen mal dadas, en lo que los analistas denominan 'efecto proc¨ªclico'). En estos momentos la nota de Grecia es inferior, por ejemplo, a la de Egipto. En el caso de Espa?a, las agencias -y Moody's en particular- han pedido con insistencia reformas, han aplaudido el plan de austeridad, han reclamado la reestructuraci¨®n de las cajas de ahorros. Cuando eso se produce atacan por el flanco contrario: la reestructuraci¨®n de las cajas costar¨¢ dinero, la austeridad dificultar¨¢ la salida de la crisis, etc¨¦tera. Critican una cosa y su contraria.
Tienen la costumbre de disparar en el peor momento, como ha se?alado la vicepresidenta econ¨®mica, Elena Salgado, hoy mismo. La rebaja de calificaci¨®n de alguna manera va a neutralizar el efecto que buscaba el Gobierno con la publicaci¨®n de las necesidades de capital de la banca espa?ola. Y tiene una dificultad a?adida de m¨¢s largo aliento: en el caso de los Gobiernos como el espa?ol, significa que en el futuro ser¨¢ m¨¢s caro obtener dinero para refinanciar la deuda. Los medios anglosajones aseguran que cr¨ªticas como la de Salgado o las recientes de Grecia, son, simple y llanamente, "matar al mensajero". Eso s¨ª: Reino Unido y Estados Unidos conservan la triple A. Con d¨¦ficit p¨²blicos similares al espa?ol y niveles de deuda muy superiores, por cierto, y con problemas bancarios al menos similares a los de estos lares.
Evidentemente, los mercados eval¨²an diariamente a Espa?a, y el Tesoro hace tiempo que perdi¨® la condici¨®n de Triple A en los mercados. Lo cual no es decir mucho: los mercados se han equivocado lo suficiente en los tres ¨²ltimos a?os para dejar de creer que los precios que reflejan las pantallas de Bloomberg son infalibles. Evidentemente, la soluci¨®n pasa por m¨¢s y mejor regulaci¨®n, para los mercados financieros y para las agencias: la UE y el G-20 llevan meses avisando de que van a tratar de romper el oligopolio actual de las tres agencias anglosajonas. Pese a que apenas ha cambiado nada hasta ahora, en paralelo a lo que ocurre con la regulaci¨®n bancaria.
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