Consecuencias actuales de la guerra del Peloponeso

Sostiene el f¨ªsico David Deutsch que los humanos no somos todav¨ªa inmortales porque Atenas perdi¨® la guerra del Peloponeso. La frase se las trae, y voy a dedicar la primera parte de este art¨ªculo a analizarla con alg¨²n detalle para introducir la noci¨®n de progreso. En la segunda parte discutir¨¦ el papel del progreso, en particular el del I+D+i y de su financiaci¨®n, en un proyecto de futuro para Espa?a.

Me cambi¨¦ el ordenador hace poco. El viejo se hab¨ªa quedado obsoleto y ya no pod¨ªa con los antivirus y programas de oficina de ¨²ltima generaci¨®n. Hice una copia de todos los archivos y programas que ten¨ªa en el disco duro y la traslad¨¦ al ordenador nuevo, en donde todo volvi¨® a funcionar a gran velocidad. En otras palabras, en 15 minutos consegu¨ª transmigrar el alma de mi renqueante ordenador viejo a mi nuevo y flamante cuatro-n¨²cleos. Mi ordenador tiene un alma potencialmente inmortal: basta con cambiar el hardware de vez en cuando para tenerlo siempre joven, lozano y capaz de hacer cosas nuevas de manera ilimitada.

La inmortalidad del alma no tiene por qu¨¦ ser una prerrogativa exclusiva de los ordenadores. Es concebible que un proceso similar al descrito en el p¨¢rrafo anterior pueda realizarse con humanos dentro de algunas generaciones. Una copia del software cerebral ¡ªlos much¨ªsimos millones de interconexiones neuronales¡ª podr¨ªa trasladarse a un cerebro nuevo que controlar¨ªa un cuerpo tambi¨¦n nuevo que alojar¨ªa a un alma, ahora s¨ª, inmortal. No creo que haya leyes de la f¨ªsica que impidan este proceso. Si no lo estamos haciendo ya es porque no tenemos el conocimiento suficiente, es decir, que el problema que tenemos es t¨¦cnico. Si el progreso contin¨²a, la soluci¨®n de cualquier problema t¨¦cnico es una cuesti¨®n de trabajo y de tiempo. Conseguir la inmortalidad, en el sentido dado en este p¨¢rrafo, depende de la continuidad del progreso.

Para desarrollarse, el progreso necesita una sociedad abierta y optimista

El progreso es una acumulaci¨®n exponencial de conocimiento que resulta en una r¨¢pida sucesi¨®n de innovaciones. Hace un mill¨®n y medio de a?os los humanos descubrieron c¨®mo afilar una piedra de s¨ªlex para hacer un cuchillo. Tuvo que transcurrir casi otro mill¨®n de a?os para que a alguien se le ocurriese que la piedra pod¨ªa afilarse por los dos lados para hacer una punta de lanza. En 1903 los hermanos Wright pasaron a la historia por un vuelo de unos cien metros. Solo 13 a?os m¨¢s tarde el Bar¨®n Rojo combat¨ªa en el cielo de Francia. En 1969, solo 66 a?os despu¨¦s de los Wright, Neil Armstrong paseaba por la Luna. Hace apenas medio siglo que sabemos de la doble h¨¦lice del ADN, y la medicina de base gen¨¦tica est¨¢ ya muy desarrollada. Hace menos de un cuarto de siglo del primer mensaje por Internet, pero la web ya ha cambiado el mundo¡­ Las innovaciones, fruto de la creatividad, una adaptaci¨®n biol¨®gica de la especie humana, se aceleran cada vez m¨¢s: se estima que en 2022 el 90% del acervo de conocimiento humano se habr¨¢ producido en la ¨²ltima d¨¦cada, o sea que a¨²n no lo conocemos. ?Es esta aceleraci¨®n imparable? Si el progreso contin¨²a, s¨ª.

El progreso, como lo conocemos hoy, comienza con la Ilustraci¨®n en el siglo XVIII. Se caracteriza por ser inseparablemente multidimensional ¡ªcient¨ªfico, tecnol¨®gico, social y moral¡ª, potencialmente ilimitado, propio de la civilizaci¨®n occidental y¡­ fr¨¢gil. La fragilidad del progreso viene de que, para desarrollarse, necesita una sociedad abierta (en el sentido de Popper) y optimista (en el sentido de Deutsch). No puede haber progreso en una sociedad cerrada, regida por el principio de autoridad, en la que est¨¢n estrictamente limitados los temas sobre los que puede haber debate e intercambio de ideas. No puede haber progreso en una sociedad pesimista en la que las innovaciones no son percibidas como oportunidades, sino como amenazas. El progreso necesita una sociedad abierta, de verdades provisionales, en la que se pueda debatir sobre si Dios juega a los dados, o sobre la conveniencia del matrimonio homosexual. Lo importante no es el tema, sino que pueda existir el debate. Salvo tres excepciones, todas las sociedades de la historia son y han sido sociedades cerradas y pesimistas. Las excepciones son la actual civilizaci¨®n occidental; la Florencia de los M¨¦dici, que fue muy ef¨ªmera; y la Atenas del Siglo de Oro, cuyo optimismo fue aplastado por Esparta tras perder la guerra del Peloponeso. ?Qu¨¦ hubiera pasado si Atenas hubiese ganado la guerra? ?Qu¨¦ hubiera pasado si el optimismo ateniense se hubiese mantenido durante mucho m¨¢s tiempo? Es posible so?ar que el comienzo del progreso se hubiese adelantado varios siglos, que ya ser¨ªamos inmortales y que ya habr¨ªamos visitado las estrellas.

?Qu¨¦ hubiera pasado si el optimismo ateniense hubiera sobrevivido?

La relaci¨®n de Espa?a con el progreso nunca ha sido f¨¢cil. Durante siglos la espa?ola ha sido una sociedad pesimista, refractaria a la innovaci¨®n y vigilante ante los peligros que representaban las nuevas ideas que recorr¨ªan Europa. Pocos pa¨ªses han puesto tanto esfuerzo para evitar caer en la modernidad, y menos pa¨ªses a¨²n han visto recompensado su tes¨®n con tanto ¨¦xito. En un estudio sobre el rendimiento de la I+D publicado por la Comisi¨®n Europea a principios de febrero, Espa?a ocupa el lugar 21 entre 32 pa¨ªses europeos, por delante de Grecia y de Polonia, pero por detr¨¢s de Italia y Portugal. La nota media espa?ola de los 24 factores distintos analizados en el estudio no llega al 5 sobre 10, y la puntuaci¨®n del factor que mide la capacidad de emprendimiento de la sociedad no llega al 2,5 sobre 10. Esto no hace m¨¢s que confirmar lo que ya se sab¨ªa por otros estudios como el Pisa, para la educaci¨®n, o el del Foro Econ¨®mico Mundial, para la competitividad: Espa?a est¨¢ atrasada. Da v¨¦rtigo pensar que este diagn¨®stico es el mismo que el que hizo Jovellanos en el siglo XVIII, pero el atraso es un concepto relativo ¡ªlos pa¨ªses de nuestro entorno han avanzado m¨¢s¡ª, la realidad es tozuda, y ah¨ª estamos. Superar este atraso, incorporando a Espa?a de manera activa al flujo del progreso, debe ser el objetivo destacado de un proyecto de futuro para Espa?a que d¨¦ perspectiva a los esfuerzos necesarios para superar las dificultades del presente.

Pocos pa¨ªses han puesto tanto esfuerzo como Espa?a para evitar caer en la modernidad

En una econom¨ªa globalizada como la actual, Espa?a no tiene m¨¢s remedio que apostar con decisi¨®n por la I+D+i. La alternativa es competir por costes con Vietnam o con Marruecos. Esta apuesta no es trivial, porque para conseguir resultados significativos se necesitan cambios culturales muy importantes tanto en el sector p¨²blico como en el sector privado. Vayamos por partes.

A todos los gobernantes espa?oles, de uno u otro signo y de cualquier nivel de la Administraci¨®n, se les llena la boca con expresiones rimbombantes como cambio de modelo productivo o acceso a la econom¨ªa del conocimiento. Es verdad que, en tiempos de abundancia, las partidas presupuestarias de I+D+i crecen pero, en tiempos de escasez, son las primeras que se recortan. Son como las flores en el recibidor: lucen bien y causan buena impresi¨®n, pero son prescindibles. Aqu¨ª hay un grave problema de comprensi¨®n. La investigaci¨®n b¨¢sica y sus desarrollos necesitan mucho tiempo para madurar y precisan una financiaci¨®n consistente. Deber¨ªa financiarse algo menos cuando las cosas van bien ¡ªalgunos cr¨¦ditos presupuestarios se quedan sin gastar¡ª, pero deber¨ªa mantenerse la financiaci¨®n cuando los tiempos van mal. La monta?a rusa a la que acaba siendo sometida la I+D+i en los presupuestos p¨²blicos espa?oles provoca la emigraci¨®n de cient¨ªficos y la ralentizaci¨®n de la investigaci¨®n. Tambi¨¦n los incentivos p¨²blicos al sector privado est¨¢n mal dise?ados, como explico a continuaci¨®n.

Da v¨¦rtigo pensar que este es el mismo diagn¨®stico que el que hizo Jovellanos en el siglo XVIII

El principal estrangulamiento para la innovaci¨®n en Espa?a no proviene del sector p¨²blico, sino del sector privado. En el primer art¨ªculo de esta serie distingu¨ª entre gerentes, empresarios y emprendedores. Los primeros ejecutan un plan de negocio, los segundos a?aden una visi¨®n de futuro de su empresa y los terceros a?aden una visi¨®n de futuro del mundo. Una clasificaci¨®n semejante entre los financiadores de la actividad econ¨®mica lleva a distinguir entre banqueros, banqueros de inversi¨®n y financieros. El banquero necesita garant¨ªas y, por tanto, financia solo a los gerentes y a los empresarios solventes. Los banqueros de inversi¨®n van a comisi¨®n: financian a los empresarios siempre y cuando los mercados financieros tomen el riesgo. Y los financieros financian a los emprendedores, especialmente en sus primeros pasos cuando estos ¨²ltimos son, t¨ªpicamente, insolventes. Los financieros arriesgan su patrimonio porque comparten la visi¨®n del emprendedor y creen que pueden hacer que el mundo cambie en la direcci¨®n propuesta. Pues bien, en Espa?a hay muchos banqueros y suficientes banqueros de inversi¨®n, pero apenas hay financieros. Este es el verdadero estrangulamiento de la innovaci¨®n en Espa?a: sin financieros, Gates nunca hubiera sido Gates ni Jobs hubiera sido Jobs. En Espa?a hay emprendedores ¡ªno muchos¡ª, pero los que hay tienen grandes dificultades para financiarse.

La escasez de financieros en Espa?a se debe a dos tipos de razones. La primera es cultural, y a lo dicho sobre ello en el primer art¨ªculo de esta serie habr¨ªa que a?adir el exagerado miedo al fracaso que existe en la sociedad espa?ola. Un financiero acostumbra a fracasar en un porcentaje relevante de sus inversiones, pero con las que acierta gana mucho dinero. Por esto la inversi¨®n en capital emprendedor ¡ªmal llamado en Espa?a capital ¡°riesgo¡±¡ª se hace a trav¨¦s de carteras diversificadas. Esto, en nuestro pa¨ªs, sigue sin entenderse.

El estrangulamiento de la innovaci¨®n viene del sector privado, no del p¨²blico

La segunda raz¨®n es de incentivos. La fiscalidad que soportan los financieros en Espa?a es punitiva y disuasoria. En nuestro pa¨ªs los incentivos fiscales para I+D+i se canalizan como desgravaciones en el impuesto de sociedades. Para poder beneficiarse de ellas, las sociedades tienen que tener beneficios. Esto ocurre en las grandes inversoras en tecnolog¨ªa, como Telef¨®nica, Indra y otras, pero no ocurre en los comienzos (start-up) de una empresa tecnol¨®gica innovadora. Este tipo de empresas, esenciales para impulsar la innovaci¨®n, pueden tardar varios a?os en tener beneficios o en ser vendidas con beneficios para sus financieros. Estos ¨²ltimos est¨¢n discriminados respecto a las empresas grandes y deber¨ªan ser incentivados con un r¨¦gimen de transparencia que hiciese llegar a sus bases imponibles los cr¨¦ditos fiscales que generan sus inversiones. Este r¨¦gimen podr¨ªa extenderse, como ocurre en Francia y otros pa¨ªses de nuestro entorno, a las personas f¨ªsicas. Esto no ser¨ªa ning¨²n privilegio: tan solo les igualar¨ªa con los incentivos a la I+D que reciben las empresas consolidadas. El ministro de Hacienda deber¨ªa reflexionar muy seriamente sobre esta propuesta. Tal y como espero haber explicado en este art¨ªculo, nada menos que la inmortalidad del alma puede acabar dependiendo de las decisiones que adopte.

C¨¦sar Molinas, matem¨¢tico y economista, es barcelon¨¦s de nacimiento y madrile?o de adopci¨®n. Ha sido acad¨¦mico, gobernante y banquero de inversi¨®n. Actualmente se dedica al capital-riesgo en biomedicina y a la consultor¨ªa