Tambores de guerra en el aire
La exigencia de la UE de cobrar a las aerol¨ªneas por sus emisiones indigna a compa?¨ªas y pa¨ªses no comunitarios
La batalla contra el cambio clim¨¢tico ha puesto en pie de guerra al sector a¨¦reo en Europa. Las compa?¨ªas, de dentro y fuera de la UE, y varios Gobiernos de pa¨ªses no comunitarios se oponen en bloque a la nueva disposici¨®n europea que, desde enero pasado, obliga a las l¨ªneas a¨¦reas que realicen trayectos con origen o destino en la UE a pagar por las emisiones de CO2 que superen el 85% de las realizadas entre 2004 y 2006. El coste de la medida superar¨¢ los 900 millones de euros este a?o, seg¨²n la Asociaci¨®n Internacional de Transporte A¨¦reo (IATA). Como represalia, China ha dejado en el aire la compra de aviones del fabricante europeo Airbus por 10.000 millones de euros.
El problema, seg¨²n fuentes de la industria, es que estos costes aumentar¨¢n r¨¢pidamente. Con un incremento medio anual del tr¨¢fico a¨¦reo en torno al 4%, el coste hasta 2020 para todas las compa?¨ªas afectadas ser¨ªa de 3.000 millones de media anual. Iberia calcul¨® en 2011 que el coste para la compa?¨ªa de la nueva tasa rondar¨ªa los 20 millones.
Varios Gobiernos con aerol¨ªneas afectadas han iniciado una campa?a de amenazas de consecuencias imprevisibles. La m¨¢s reciente y la que m¨¢s lejos ha llegado de momento es la de China y los pedidos de aviones a Airbus. Por su parte, la secretaria de Estado de EE UU, Hillary Clinton, ha enviado una carta a las autoridades europeas rechazando tambi¨¦n el sistema de comercio de gases con efecto invernadero (ETS, por sus siglas en ingl¨¦s) establecido. India y Rusia han sugerido que, tras la entrada en vigor de las nuevas normas, podr¨ªan cuestionarse la adjudicaci¨®n de nuevas frecuencias a las aerol¨ªneas europeas. Fuentes del sector advierten de que el problema se puede convertir en un ¡°conflicto internacional importante¡±.
Por su parte, el presidente de Airbus, Tom Enders, y los de las principales l¨ªneas a¨¦reas europeas han enviado cartas a los Gobiernos de Alemania, Francia, Reino Unido y Espa?a, solicitando su intermediaci¨®n en este asunto. Seg¨²n Enders, lo que comenz¨® como una soluci¨®n para el medio ambiente, ¡°se ha convertido en un posible conflicto comercial¡±.
La salida no es f¨¢cil. El comisario de Transportes, Siim Kallas, se?al¨® recientemente que Europa, pese a todos los obst¨¢culos, seguir¨¢ adelante en la introducci¨®n de este sistema. Fuentes de la industria a¨¦rea se?alan, sin embargo, que aunque mantienen una actitud solidaria con la comisaria de Medio Ambiente, ¡°hay miembros de la Comisi¨®n que no est¨¢n de acuerdo¡±.
Una soluci¨®n razonable, seg¨²n las mismas fuentes, pasar¨ªa por su tramitaci¨®n en el seno de la OACI, la organizaci¨®n de Naciones Unidas responsable de este sector, tal como piden los Gobiernos y compa?¨ªas afectados. Se neutralizar¨ªan as¨ª las cr¨ªticas de unilateralidad por parte europea y la Comisi¨®n podr¨ªa darse por satisfecha al haber forzado un planteamiento global del problema.
Pero esa salida necesitar¨ªa unos dos a?os de negociaciones durante los cuales habr¨ªa que encontrar soluciones transitorias de manera que, sin suspender el ETS europeo, se podr¨ªa aplicar ¡°por ejemplo a los tr¨¢ficos intraeuropeos o los intercontinentales, pero solo mientras sobrevuelen el espacio europeo¡±, se?alan las fuentes consultadas. Un vuelo de EE UU a Londres con varias horas sobre el espacio norteamericano y sobre el Atl¨¢ntico y apenas media hora sobre Reino Unido, tambi¨¦n ha de pagar ETS.
Otro de los aspectos m¨¢s destacables es que los Estados miembros cuyo territorio sea el principal destino europeo de las compa?¨ªas no comunitarias tienen que gestionar parte del proceso de los derechos de emisi¨®n de las mismas, por lo que el Estado espa?ol tendr¨¢ que v¨¦rselas con la mayor parte de las compa?¨ªas latinoamericanas, como el brit¨¢nico con las norteamericanas.
En cuanto a la repercusi¨®n econ¨®mica en las compa?¨ªas, no supone todav¨ªa un esfuerzo real de momento. El impacto en el billete no ser¨ªa muy alto: apenas supondr¨ªa un sobrecoste de 10 a 12 euros en billetes de largo recorrido que cuesten entre 400 y 500 euros. A lo que las l¨ªneas a¨¦reas responden que si pudieran incrementar el precio de sus billetes en algunos euros ya lo estar¨ªan haciendo. Y argumentan que, seg¨²n los datos de la AEA, la asociaci¨®n europea de l¨ªneas a¨¦reas, durante los ¨²ltimos 10 a?os, el margen del resultado neto (ebit, beneficio antes de intereses e impuestos) ha sido de 2,4 euros por pasajero.
¡°Ya nos gustar¨ªa poder aumentar, aunque sea un euro, los billetes. Pero nos movemos en un sistema asim¨¦trico, en el que entre otras cosas tenemos que competir con compa?¨ªas como las de los Emiratos, que ya tienen una cuota muy alta entre Europa y Asia, y gozan de muchas ventajas como la ausencia de regulaci¨®n en su pa¨ªs, el que sus due?os lo sean tambi¨¦n del aeropuerto, de la petrolera que llena sus dep¨®sitos de combustible¡¡±.
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