Por una uni¨®n bancaria europea
Si este mercado existiera, los problemas de un banco espa?ol, belga o alem¨¢n ser¨ªan de toda la UE
En buena medida, todo lo que est¨¢ sucediendo con la crisis de la deuda soberana y las dudas sobre la moneda ¨²nica en Europa es la consecuencia de una uni¨®n econ¨®mica y monetaria excesivamente fragmentada, con algunos defectos de f¨¢brica que dificultan su funcionamiento y que pueden acabar con la reputaci¨®n del proyecto europeo en su conjunto. Ahora parece cada vez m¨¢s claro que una uni¨®n monetaria sin uni¨®n fiscal es disfuncional, como tambi¨¦n que la uni¨®n fiscal no sirve si no lleva consigo la coordinaci¨®n de pol¨ªticas de crecimiento econ¨®mico. Por todo ello, con independencia de que a corto plazo la eurozona pueda resolver sus problemas m¨¢s acuciantes, la supervivencia del proyecto europeo en el futuro depende, precisamente, de si ese proyecto se quiere llevar a su verdadero fin o no. No existen uniones econ¨®micas europeas por mitades o cuartos. De seguir as¨ª, poco a poco se disgregar¨ªan y, desde luego, en ¨¦pocas de inestabilidad, su supervivencia estar¨ªa claramente amenazada.
La ausencia de una verdadera uni¨®n europea bancaria es, en este contexto, un reto de primer orden. Sin ir m¨¢s lejos, las tensiones que en estos d¨ªas experimenta el sector bancario espa?ol ¡ªy cuya resoluci¨®n se observa como un elemento clave en la estrategia de salida de la crisis¡ª son, en parte, consecuencia de la burbuja inmobiliaria en nuestro pa¨ªs, pero tambi¨¦n lo son de fallos de dise?o en la construcci¨®n del pretendido mercado ¨²nico de servicios financieros en los a?os anteriores a la crisis. Si este mercado realmente existiera, los problemas de un banco espa?ol, de un banco belga o de un banco alem¨¢n ser¨ªan problemas de toda la Uni¨®n Europea. Pero no es as¨ª. Con el p¨¢nico desatado con la ca¨ªda de Lehman Brothers, en 2008, Europa se ti?¨® de unilateralismo, con rescates de bancos en buena parte de los Estados miembros.
Ahora que a Espa?a se le ha venido encima la crisis de la deuda, hablar de incrementos de d¨¦ficit o deuda para solventar problemas bancarios es casi tab¨². Estos d¨ªas se habla de la creaci¨®n de un veh¨ªculo parabancario en nuestro pa¨ªs al que las entidades financieras podr¨ªan transferir parte de sus activos inmobiliarios deteriorados, un instrumento potencialmente interesante. Dicho esto, incluso aunque los problemas bancarios en Espa?a se solventen (que hay capacidad para ello), otros sectores bancarios de pa¨ªses muy representativos dentro de la UE tambi¨¦n parecen estar necesitados de una intensa reestructuraci¨®n, y si las cosas no mejoran pronto van a ser tambi¨¦n necesarias grandes cantidades de dinero p¨²blico para que esos sistemas bancarios puedan remontar el vuelo.
Con todos los avances que se han producido en homogeneizaci¨®n de reglas y pr¨¢cticas operativas, regulatorias y de supervisi¨®n, la fragmentaci¨®n bancaria en Europa parece evidente. Si la uni¨®n bancaria europea existiese, los mercados interbancarios podr¨ªan haber tenido una mayor reactivaci¨®n y los problemas de solvencia y eficiencia se hubieran resuelto de forma mucho m¨¢s eficiente y r¨¢pida de lo que lo han hecho en un n¨²mero importante de pa¨ªses.
Hay dos obst¨¢culos: la resistencia pol¨ªtica y la fragmentaci¨®n de las redes de supervisi¨®n y seguridad
Al contrario que en otras industrias europeas, ni la tecnolog¨ªa, ni los est¨¢ndares operativos, ni tan siquiera la protecci¨®n del consumidor o las relaciones con el cliente suponen barreras significativas para lograr una uni¨®n bancaria europea. Estos d¨ªas, en determinados c¨ªrculos europeos se habla cada vez m¨¢s de una creciente integraci¨®n de bancos europeos como mecanismo que contribuya a resolver la crisis. Los obst¨¢culos son fundamentalmente dos: la resistencia pol¨ªtica y la fragmentaci¨®n de las redes de seguridad, supervisi¨®n y resoluci¨®n de crisis. En lo que se refiere a la resistencia pol¨ªtica, ya era bien conocido antes de la crisis que la industria bancaria, como la energ¨¦tica o la del transporte a¨¦reo, es empleada com¨²nmente como un instrumento de actuaci¨®n geopol¨ªtica. As¨ª, por ejemplo, en los primeros a?os de la d¨¦cada pasada fueron repetidas las intervenciones de autoridades de distintos Estados miembros de la UE tratando de impedir la entrada de competidores en mercados nacionales, principalmente mediante el veto de adquisiciones por parte de entidades for¨¢neas de sus supuestos ¡°campeones nacionales¡±.
Curiosamente, en Espa?a, si exist¨ªa alguna resistencia a tal efecto, era principalmente la que manten¨ªan las comunidades aut¨®nomas respecto a algunas cajas de ahorros, pero los procesos corporativos y la crisis bancaria en s¨ª misma han eliminado en buena medida parte de estos problemas, creando instituciones cuya adscripci¨®n es ya m¨¢s nacional que regional sin que ello tenga que tener perjuicio alguno ¡ªtodo lo contrario¡ª en los servicios ofrecidos a sus clientes. En este sentido, un mercado ¨²nico bancario podr¨ªa suponer tambi¨¦n, como de hecho sucede en Estados Unidos, un mecanismo para absorber shocks asim¨¦tricos que afecten m¨¢s a unas regiones (pa¨ªses en el caso de la UE) que otras, creando aut¨¦nticos mercados internos de capital. Adem¨¢s, esto coadyuvar¨ªa a reducir las incertidumbres y asimetr¨ªas que el sector financiero puede causar en las balanzas de pagos o en los sistemas de pago mayoristas (por ejemplo, en el Target2), que pasar¨ªan a estar m¨¢s integrados.
Ahora que a Espa?a se le ha venido encima la crisis de la deuda, hablar de incrementos de d¨¦ficit o deuda para solventar problemas bancarios es casi tab¨²
En cuanto a la red de seguridad bancaria, la supervisi¨®n y la resoluci¨®n de crisis financieras, este es un obst¨¢culo operativo muy relevante. Es cierto que, por ejemplo, exist¨ªa una homogeneizaci¨®n importante y generalmente efectiva en el tratamiento de la solvencia bancaria antes de la crisis, pero ahora se ha demostrado que era solo aparente. As¨ª, por ejemplo, cada pa¨ªs ha querido someter a sus bancos a unos tests de estr¨¦s cuyo efecto supuestamente calmante ha sido m¨¢s que dudoso.
Junto con la solvencia, el otro elemento de la red de seguridad bancaria ¡ªlos seguros de dep¨®sitos¡ª es a¨²n un componente m¨¢s fragmentado y sujeto a diferentes usos y pr¨¢cticas. Y tal vez el elemento regulatorio m¨¢s d¨¦bil ¡ªy el que ser¨ªa m¨¢s determinante en estos momentos¡ª es la ausencia de un mecanismo de resoluci¨®n conjunto de crisis financieras.
En ausencia de un compromiso o soporte com¨²n de actuaci¨®n para crisis bancarias, lo que cada pa¨ªs intenta es una suerte de salvar los muebles hoy y ya veremos ma?ana. Se habla de que los cortafuegos ¡ªcomo los que ahora la Uni¨®n Europea est¨¢ poniendo en funcionamiento¡ª podr¨ªan ser herramientas ¨²tiles de resoluci¨®n conjunta de crisis. Pero esto solo ser¨ªa posible si los cortafuegos fueran un mecanismo contingente de cohesi¨®n para prevenir y resolver problemas de insolvencia bancaria, con costes para todos los Estados y los menores estigmas posibles para los pa¨ªses beneficiarios. Y, al fin y a la postre, esto ser¨ªa efectivo solo si la normativa de solvencia es verdaderamente com¨²n, los sistemas de garant¨ªa de dep¨®sitos se unifican (y no solo homogeneizan) y los fondos de soporte y eventual resoluci¨®n de insolvencia cuentan con una contundencia y solidaridad verdaderamente europea.
Evidentemente, este tipo de uni¨®n bancaria europea incluye mayores facilidades para fusiones transfronterizas bancarias en la UE y otras alianzas e integraciones estrat¨¦gicas al uso que, como sucede a escala nacional, podr¨ªan ser tambi¨¦n consideradas como parte de una estrategia com¨²n de reestructuraci¨®n bancaria. El concurso de inversores internacionales en el capital de entidades de otros pa¨ªses tambi¨¦n ser¨ªa un poderoso mecanismo de ayuda.
Este tipo de propuestas ¡ªdif¨ªciles, pero bastante menos ut¨®picas que, por ejemplo, la uni¨®n monetaria que ya se logr¨®¡ª podr¨ªan parecer interesadas al estar hechas por un espa?ol, cuyo sector bancario podr¨ªa, por ejemplo, beneficiarse en estos momentos de mecanismos de resoluci¨®n verdaderamente europeos. Sin embargo, estoy plenamente convencido de que en algunos pa¨ªses de la UE existen entidades sist¨¦micas autosostenidas por sus Gobiernos y que habr¨¢ una inevitable reestructuraci¨®n para esos sectores bancarios en la que una mayor cohesi¨®n europea podr¨ªa evitar importantes costes a sus contribuyentes.
Santiago Carb¨® Valverde es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universidad de Granada.
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