Valencia o c¨®mo hundir un sistema financiero en menos de un a?o
Intromisiones pol¨ªticas, mala gesti¨®n y gran exposici¨®n al ladrillo formaron una mezcla explosiva
La nacionalizaci¨®n de Banco Financiero y de Ahorro (BFA), matriz de Bankia, en el que se hab¨ªa integrado Bancaja, ha certificado la liquidaci¨®n del sistema financiero valenciano en menos de un a?o. La primera baja fue la Caja de Ahorros del Mediterr¨¢neo (CAM), intervenida en julio de 2011 y adjudicada al Banco Sabadell con un volumen de ayudas que puede terminar alcanzado los 6.000 millones de euros ¡ªun bill¨®n de las antiguas pesetas¡ª. El segundo en caer fue el Banco de Valencia, intervenido en noviembre, que recibi¨® una l¨ªnea de liquidez de 2.000 millones de euros, est¨¢ en proceso de subasta y pude llegar a precisar 4.800 millones del Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos. La tercera ha sido Bancaja, ya que la nacionalizaci¨®n del grupo le llevar¨¢ probablemente a desaparecer, si bien ya hab¨ªa perdido arraigo tras integrarse en la fusi¨®n liderada por Caja Madrid.
Todos los an¨¢lisis del hundimiento conducen a la misma explicaci¨®n: una gesti¨®n deficiente traducida en una irresponsable concentraci¨®n de riesgo en el sector inmobiliario, que fue generalizada en Espa?a pero alcanz¨® el paroxismo en el caso valenciano. De cada 100 euros de cr¨¦dito, el sistema bancario espa?ol concedi¨® 59 a la suma del sector inmobiliario, construcci¨®n y compra de viviendas (hipotecas). Tomando solamente a las cajas, la proporci¨®n se elevaba en 2010 (¨²ltimo dato desagregado) al 68%.
El ocaso de la CAM
Modesto Crespo, expresidente de la CAM, compareci¨® el lunes en la comisi¨®n de investigaci¨®n de las Cortes Valencianas sobre la entidad alicantina. Durante casi tres horas soport¨® las cr¨ªticas y solo se anim¨® al final, al referirse a la dimisi¨®n de Rodrigo Rato como presidente de Bankia, anunciada horas antes. Los hechos demostraban, dijo, que los problemas de la CAM no fueron un caso aislado.
Aunque por motivos diferentes, la satisfacci¨®n por la ca¨ªda de Rato era compartida por buena parte de los empresarios valencianos, que no entendieron que Bankia permitiera la intervenci¨®n del Banco de Valencia en vez de respaldarlo, y consideraban que con la fusi¨®n hab¨ªan perdido el nivel de interlocuci¨®n que ten¨ªan con Bancaja.
Crespo utiliz¨® la dimisi¨®n de Rato para decir que la gesti¨®n de las cajas fue muy parecida entre s¨ª. Aunque su caso es muy excepcional. El Banco de Espa?a le abri¨® expediente junto a otros 47 directivos por infracciones muy graves, incluidas alteraciones contables de la realidad patrimonial e incumplimiento de las normas de retribuci¨®n. Unas acusaciones remitidas a la Audiencia Nacional, que ya admiti¨® una denuncia contra la ex directora general, Mar¨ªa Dolores Amor¨®s y otros directivos de la caja por los supuestos delitos de estafa, falsedad documental y delito societario.
Crespo evit¨® responder al diputado socialista ?ngel Luna por los 190.000 euros de sueldo retroactivo que, sin haber trabajado, cobr¨® en 2009 de una sociedad propiedad 100% de la CAM, de la que pas¨® a percibir 300.000 euros en 2010. La legalidad en la gesti¨®n del Banco de Valencia tambi¨¦n ha sido puesta en entredicho por una asociaci¨®n de accionistas minoritaria, que ha denunciado a su expresidente Jos¨¦ Luis Olivas, a los antiguos miembros del Consejo de Administraci¨®n y a otros directivos por cinco supuestos delitos.
Pese a no ser una caja, el Banco de Valencia rozaba ese nivel, con un 65,8%. En el caso de la CAM, definida por el gobernador del Banco de Espa?a, Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, como ¡°lo peor de lo peor¡±, el porcentaje parece irreal: el 98%.
Pero as¨ª lo explic¨® hace una semana Jos¨¦ Antonio Iturriaga, uno de los administradores puestos por el Fondo de Reestructuraci¨®n Ordenada Bancaria (FROB) al frente de la entidad intervenida, ante la comisi¨®n de investigaci¨®n de la CAM de las Cortes Valencianas: del total de 53.000 millones de cr¨¦ditos concedidos por la caja, 52.000 lo fueron a empresas vinculadas al sector inmobiliario.
El segundo elemento que tiende a se?alarse como causa del desastre es la excesiva politizaci¨®n de las cajas, lo que podr¨ªa extenderse al Banco de Valencia, que estaba integrado en el Grupo Bancaja. Aunque el catedr¨¢tico de la Universitat de Val¨¨ncia, Joaqu¨ªn Maudos, matiza: ¡°Siempre se dice, y estoy de acuerdo, que la injerencia pol¨ªtica ha afectado a la gesti¨®n, pero yo creo que no es el punto fundamental. Si vemos las cajas vascas, la presencia pol¨ªtica es incluso superior a la de aqu¨ª, y son de las cajas m¨¢s solventes de Espa?a. No es solo politizaci¨®n sino falta de diligencia en la gesti¨®n. Viendo el dato de la CAM est¨¢ claro que es inviable. Si concentras todo tu riesgo en un solo sector y se pincha la burbuja inmobiliaria, apaga y v¨¢monos¡±.
En unos d¨ªas en los que la mayor¨ªa de cr¨ªticas por la ca¨ªda de Bankia se dirigen bien hacia su expresidente Rodrigo Rato, bien hacia el supervisor, casi nadie se acuerda del ¨²nico que ya estaba ah¨ª al principio de esta historia: Jos¨¦ Luis Olivas, presidente de Bancaja. Abogado de profesi¨®n. Concejal en Valencia ya a finales de los a?os setenta. Concejal de Hacienda con la alcaldesa de Valencia, Rita Barber¨¢. Secretario general del PP valenciano en los noventa. Consejero de Hacienda y vicepresidente con Eduardo Zaplana cuando dirig¨ªa el Gobierno valenciano. Y presidente de la Generalitat entre la salida de Zaplana y la llegada de Francisco Camps.
Olivas recibi¨®, en premio a los servicios prestados, la presidencia de Bancaja en 2002 gracias a una ley que ¨¦l mismo promovi¨® como consejero y que elev¨® el peso de los pol¨ªticos en las entidades de ahorro hasta facilitar su control. Poco despu¨¦s Olivas asumi¨® la presidencia del Banco de Valencia y, ya en 2010, la vicepresidencia de Bankia.
La intervenci¨®n del Banco de Valencia precipit¨® su salida de estas dos entidades, pero no de Bancaja, donde ha resistido hasta hoy pese a las repetidas llamadas de empresarios, Generalitat ¡ªgobernada por sus compa?eros de partido¡ª y oposici¨®n para que abandone el barco.
El dominio de la CAM se logr¨® mediante el nombramiento de empresarios afines: primero Vicente Sala (Zaplana) y despu¨¦s Modesto Crespo (Camps). La nueva relaci¨®n convirti¨® a las cajas en herramientas financieras del Gobierno aut¨®nomo. Y las llev¨® a invertir en casi todos los proyectos ruinosos de los ¨²ltimos a?os: el aeropuerto de Castell¨®n, la Ciudad de la Luz de Alicante, Terra M¨ªtica, la Ciudad de las Artes y las Ciencias y otros.
El nuevo escenario dentro y fuera de las cajas tambi¨¦n multiplic¨® la influencia de los empresarios del sector inmobiliario, que accedieron en buen n¨²mero a sus consejos de administraci¨®n. Era la ¨¦poca en que su poder parec¨ªa total: promotores y constructores dirig¨ªan las patronales valencianas, sus clubes de f¨²tbol y las fallas que acaparaban los premios. Ped¨ªan cr¨¦ditos y las cajas y el Banco de Valencia se los conced¨ªa. Creaban sociedades conjuntas. El tri¨¢ngulo formado por pol¨ªticos, banqueros y empresarios del ladrillo supuso que, solo en la primera mitad de la pasada d¨¦cada, se aprobaran planes urban¨ªsticos, algunos de ellos frenados por la crisis, equivalentes a levantar entera otra ciudad de Valencia, seg¨²n los c¨¢lculos realizados por el catedr¨¢tico Ernest Garc¨ªa.
La mejor prueba de la complicidad que algunos llegaron a tener consta en el sumario del mayor esc¨¢ndalo de corrupci¨®n valenciano de los ¨²ltimos tiempos junto al caso G¨¹rtel, el caso Brugal, en el que est¨¢n imputados pol¨ªticos, constructores y directivos de entidades financieras.
El hundimiento del sistema bancario valenciano preocupa a los ciudadanos, que ver¨¢n desaparecer o reducirse enormemente la hist¨®rica misi¨®n educativa (v¨ªa becas) y cultural de las obras sociales de la CAM y Bancaja. Y tambi¨¦n preocupa a los empresarios, que ya han notado las consecuencias de la nueva distancia de los centros de decisi¨®n. ¡°La relaci¨®n bancaria, repetida durante a?os de una sucursal o un banco con la empresa crea una informaci¨®n muy valiosa¡±, se?ala Maudos, ¡°que desgraciadamente se puede perder¡±.
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