Podemos evitarlo
El desaliento es palpable y alimenta un sentimiento de inevitabilidad sobre la necesidad de un rescate total
La perplejidad se ha apoderado de la opini¨®n p¨²blica. El Gobierno espa?ol aprueba medidas dif¨ªciles e impopulares para recuperar la confianza de los inversores y lograr financiaci¨®n a precios razonables, pero no lo consigue. El desaliento es palpable y alimenta un sentimiento de inevitabilidad sobre la necesidad de un rescate total de Espa?a. Estamos dando la imagen de un pa¨ªs resignado a perder y es una pena, pues el rescate no es inevitable.
Prestan un flaco favor quienes se limitan a afirmar que el problema de Espa?a es un problema del euro y que trasciende a la econom¨ªa espa?ola. Y no porque sea una afirmaci¨®n falsa, sino porque es incompleta. Los inversores extranjeros abandonan la econom¨ªa espa?ola no solo porque ya no tienen confianza, sino, principalmente, porque observan que a¨²n no hemos hecho todo lo que podemos hacer y que hemos perdido la confianza en nosotros mismos. Los inversores regresar¨¢n cuando comprueben con hechos que confiamos en nosotros ¡ªno solo en el BCE¡ª, y esto exige un plan de acci¨®n claro, determinaci¨®n, claridad, y habilidad pol¨ªtica en tres ¨¢reas centrales: reducir el d¨¦ficit p¨²blico ¡ªrecortando el gasto p¨²blico hasta colocarlo en una senda de control a medio plazo¡ª, acelerar el saneamiento de la banca y crear un nuevo marco que impulse la competitividad de las empresas, el esp¨ªritu emprendedor y el crecimiento.
De esas tres ¨¢reas, la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico es hoy un reto imponente. Lamentablemente, la credibilidad en la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico se ha esfumado y hay que recuperarla si queremos evitar un rescate. Hay que reconocer al Gobierno de Espa?a que ha tomado medidas dif¨ªciles e impopulares, pero, desgraciadamente, ni suficientes ni presentadas de modo coherente. La prueba es que los inversores ni entienden ni valoran las medidas que se van anunciando. Hay que plantear claramente que el problema central del d¨¦ficit p¨²blico no es tanto la ca¨ªda de recaudaci¨®n, sino el crecimiento extraordinario del gasto durante los ¨²ltimos a?os. Es necesario atacar la ra¨ªz del problema; de no hacerlo, el problema seguir¨¢ existiendo y, al mismo tiempo, iremos ahogando a¨²n m¨¢s la econom¨ªa real con subidas de impuestos.
No se entiende que en estos momentos de urgencia no se eliminen m¨¢s organismos p¨²blicos o asesores de altos cargos que generan gasto real. Si nuestra perplejidad ante estos hechos es grande, podemos imaginar la de los inversores internacionales que deben decidir si nos siguen prestando o no. Si nosotros no hacemos nuestro trabajo, es est¨¦ril esperar que otros lo hagan por nosotros.
Es necesario reaccionar, plantear un marco cre¨ªble de reducci¨®n del gasto, y que permita sostener el gasto de protecci¨®n social de quienes realmente lo necesitan.
Se argumenta tambi¨¦n que el problema del gasto p¨²blico est¨¢ relacionado con el estado de las autonom¨ªas y que es necesario reinventarlo. Es cierto que la descentralizaci¨®n ha facilitado el descontrol del gasto, pero todas las Administraciones tienen su responsabilidad. ?Qu¨¦ se puede hacer a corto plazo? Se trata de que el Gobierno plantee un marco claro, completo y concreto de reducci¨®n del gasto p¨²blico a niveles sostenibles con los niveles actuales de ingresos p¨²blicos. Adem¨¢s, el Gobierno central deber¨ªa buscar el m¨¢ximo acuerdo con el resto de grupos pol¨ªticos. De otra parte, el enfrentamiento dial¨¦ctico entre Gobierno central y comunidades aut¨®nomas solo conduce a magnificar la imagen de descontrol en el gasto y de desuni¨®n dentro del pa¨ªs. El Gobierno debe mostrar liderazgo, pero las diferencias entre Administraciones sobre el modo de reducir el gasto y los mecanismos para inyectar liquidez deber¨ªan dirimirse a puerta cerrada.
En general, la experiencia muestra que el d¨¦ficit p¨²blico incontrolado es un c¨¢ncer a extirpar, y que los procesos de reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico ense?an que el descenso del gasto corriente y de las subvenciones tiene un efecto positivo mayor que el aumento de impuestos, especialmente cuando el nivel impositivo ya es importante. Tambi¨¦n se aduce que algunas de estas partidas de gasto no tienen un volumen suficiente. No es cierto: muchas son partidas de gasto importantes; adem¨¢s, estas medidas env¨ªan a todos un mensaje de ejemplaridad, de que comprendemos el problema que tenemos y queremos solucionarlo de entrada con nuestros medios. Si las adoptamos, las explicamos bien y damos una se?al de unidad de todos, notaremos la dureza de la situaci¨®n, pero podemos a¨²n evitar el rescate.
Resulta imprescindible un esfuerzo urgente por parte de todos, con el Gobierno espa?ol a la cabeza mostrando un marco claro, para alcanzar un acuerdo s¨®lido, que permita convencernos y convencer a otros de que podemos recortar el d¨¦ficit p¨²blico de manera cre¨ªble. Sin embargo, el mensaje que un acuerdo sobre el control del d¨¦ficit tendr¨ªa ser¨ªa muy poderoso, aumentar¨ªa la confianza dentro y fuera, permitir¨ªa pensar que podemos gestionar la crisis y enviar¨ªa una se?al fuerte a los mercados, al BCE y a la UE.
No podemos dejar que la desesperanza se apodere de la sociedad espa?ola. Este es un momento hist¨®rico en que solo la competencia profesional, el sentido de Estado y la b¨²squeda de acuerdos entre todos pueden evitar el desastre de la intervenci¨®n total. Es imprescindible adoptar decisiones decididas y r¨¢pidas, e involucrar a cuantos m¨¢s mejor. El fracaso pertenece a quienes no quieren luchar. El ¨¦xito en la soluci¨®n del problema no depende solo de nosotros, pero hemos de poner todos los medios como si la salida solo dependiera de nosotros.
Jordi Canals es director general del IESE
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