Un problema de liderazgo
La disfuncionalidad del Tratado de Maastricht fue no crear el equivalente de un Ministerio de Econom¨ªa para la Eurozona
En el transcurso del tiempo, aparece cada vez con mayor claridad que una parte importante de los problemas econ¨®micos europeos procede de la falta de funcionalidad de la estructura institucional en la que se asienta la Uni¨®n Monetaria. En todos los pa¨ªses que cuentan con una moneda propia existen dos instituciones b¨¢sicas para la gesti¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica: el Banco Central y el Ministerio de Econom¨ªa o equivalente. El banco se encarga de garantizar el buen funcionamiento del sistema financiero y la estabilidad monetaria, y el ministerio, de impulsar el crecimiento econ¨®mico. Existen zonas de solapamiento entre las competencias de estos dos grandes actores de la pol¨ªtica econ¨®mica, y es el Gobierno central quien se encarga de arbitrar los eventuales conflictos de puntos de vista o de jurisdicciones y de decidir en ¨²ltima instancia.
La disfuncionalidad aceptada a la hora de firmar el Tratado de Maastricht fue el no crear, junto al Banco Central Europeo, el equivalente de un Ministerio de Econom¨ªa para la Eurozona. Se puso en marcha un embri¨®n de futuro ministerio, el Eurogrupo, cuyas competencias quedaban muy lejos de las que hubieran sido necesarias para equilibrar las del BCE y que no ha evolucionado al ritmo debido a lo largo de los ¨²ltimos a?os.
Fue Alemania uno de los pa¨ªses que m¨¢s insistieron en esta soluci¨®n, preservando las prerrogativas de su Parlamento nacional antes de disolver el marco en la cesta com¨²n del euro. Como compensaci¨®n a la falta de un Ministerio de Econom¨ªa se instauraron dos reglas b¨¢sicas de pol¨ªtica presupuestaria: la primera, el tope del 3% de d¨¦ficit de las Administraciones P¨²blicas, fue pronto superada por la propia Alemania y por Francia, mientras que la segunda, la cl¨¢usula llamada de no bailout o la negativa a hacerse cargo total o parcialmente de la deuda p¨²blica de los pa¨ªses que se hubieran endeudado m¨¢s all¨¢ de lo razonable (el l¨ªmite de la deuda p¨²blica sobre el PIB se estableci¨® en el 60%) permaneci¨® m¨¢s tiempo que la primera sin que nadie se refiriese a ella. Pero ahora es la que ha adquirido un gran protagonismo con la situaci¨®n de los pa¨ªses llamados perif¨¦ricos.
A estos problemas hay que a?adir la inexistencia de un aut¨¦ntico liderazgo. Hasta la reunificaci¨®n alemana, la entonces Comunidad Europea funcion¨® como si existiera un pacto impl¨ªcito entre Francia y Alemania seg¨²n el cual los alemanes se ocupaban de la econom¨ªa y los franceses de la pol¨ªtica. La reunificaci¨®n alemana termin¨® con esta situaci¨®n no solo por el poder econ¨®mico de la nueva Alemania, sino tambi¨¦n, y de manera importante, por el traslado de su capital a Berl¨ªn. Una buena parte de la vieja clase pol¨ªtica y funcionarial alemana, que hab¨ªa vivido el drama de la Segunda Guerra Mundial, prefiri¨® quedarse en Bonn. Surgi¨® una nueva hornada m¨¢s joven, probablemente menos preparada, y con una visi¨®n distinta de sus relaciones con los pa¨ªses del Este de Europa. No quiere ello decir que Alemania se desentendiera de Europa: su compromiso con la Uni¨®n Europea ha permanecido firme. Lo que ocurre es que ahora se entiende de otra manera: el peso de sus intereses a corto plazo es m¨¢s importante que en el pasado.
El peso de los intereses
de Alemania a corto plazo es m¨¢s importante
que en el pasado
El Parlamento alem¨¢n se resiste cada vez m¨¢s a cargar con las deudas ajenas. No importa el que, como puede demostrarse f¨¢cilmente, la moneda ¨²nica haya favorecido a Alemania m¨¢s que a los otros grandes pa¨ªses europeos. Son muchos los alemanes que est¨¢n convencidos de lo contrario y que piensan, por ejemplo, que las autopistas espa?olas se han construido con su dinero, olvidando la otra cara de la medalla: muchos de los coches que circulan por ellas son de fabricaci¨®n alemana y si fueron asequibles a los bolsillos espa?oles fue, precisamente, gracias al euro.
El protagonismo del Parlamento alem¨¢n se ve, sin embargo, matizado por la frecuencia, cada vez mayor, con la que los partidos recurren al Tribunal Constitucional. La legalidad o no, de acuerdo con la Constituci¨®n alemana, de la puesta en marcha del Fondo Europeo de Estabilidad est¨¢ ahora pendiente de una decisi¨®n de ese Tribunal, que se ha tomado un tiempo para deliberar, ya que emitir¨¢ su veredicto el 12 de septiembre.
Los alemanes ven con buenos ojos que el Tribunal Constitucional intervenga, pues existe una vieja desconfianza, amparada por la historia, hacia las posibles derivas del sistema parlamentario. Son muchos los que piensan que el poder judicial es el principal garante de su libertad y, en definitiva, de su prosperidad. Lo m¨¢s probable es que el Tribunal acepte la constitucionalidad del Fondo, pero podr¨ªa condicionar su aprobaci¨®n, lo que aumentar¨ªa las posibilidades de celebrar un refer¨¦ndum sobre la moneda ¨²nica. En principio, los partidos alemanes son partidarios de la Uni¨®n Monetaria, pero las elecciones del pr¨®ximo a?o podr¨ªan despertar los demonios del populismo.
Todo esto dificulta el liderazgo y complica el entendimiento con Francia, fundamento hasta ahora de la construcci¨®n europea. El paso del tiempo ha modificado los equilibrios. No se trata solamente de la capacidad de los l¨ªderes actuales de dise?ar el camino hacia una Europa unida. Las nuevas circunstancias de la econom¨ªa mundial, la moneda ¨²nica y la necesaria uni¨®n econ¨®mica y fiscal plantean problemas que tienen que ver con los equilibrios fundamentales entre los tres poderes ¡ªlegislativo, ejecutivo y judicial¡ª tanto en el ¨¢mbito nacional como en el comunitario. El llamado d¨¦ficit democr¨¢tico de la Uni¨®n Europea tiene mucho que ver con todo esto.
Tal vez est¨¦n en lo cierto quienes piensan que la ¨¦poca de los grandes liderazgos ha pasado a la historia. No sabemos si los viejos l¨ªderes habr¨ªan sido capaces de solucionar, como lo hicieron en el pasado, los problemas actuales: no es lo mismo una comunidad de 6 o 12 pa¨ªses que otra de 27. Pero tambi¨¦n es cierto que si la crisis griega hubiera sido abordada con decisi¨®n desde el principio, su soluci¨®n habr¨ªa sido mucho m¨¢s f¨¢cil y podr¨ªan haberse evitado las amenazas que actualmente pesan sobre la existencia misma del euro.
Alemania ha sido capaz de enfrentarse al desaf¨ªo de la mundializaci¨®n con decisi¨®n y eficacia. Es posible que los dirigentes alemanes piensen que no han buscado el liderazgo europeo y que no tienen por qu¨¦ asumirlo. En ese caso, deber¨ªan decirlo claramente. Tal vez con ello se reducir¨ªan los viajes a Berl¨ªn de los dirigentes europeos en busca de protecci¨®n y apoyo. Pero ello llevar¨ªa impl¨ªcita una reflexi¨®n a fondo sobre la naturaleza de la propia Uni¨®n Europea y su futuro inmediato. El funcionamiento actual de la Uni¨®n Monetaria, con el piloto autom¨¢tico del Tribual Constitucional alem¨¢n activado, tal vez tenga ventajas a corto plazo para el sistema pol¨ªtico alem¨¢n, pero complica, y mucho, la gesti¨®n de los problemas europeos.
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