El ¡®game changer¡¯
Draghi se ha convertido en el aut¨¦ntico creador de unas nuevas reglas del juego
Ya hace bastante tiempo que se viene argumentando que la ¨²nica soluci¨®n para la Eurozona ¡ªempezando por sus econom¨ªas perif¨¦ricas¡ª es la consecuci¨®n de un equilibrio entre aquellos que exigen una disciplina fiscal a ultranza y aquellos otros que solicitan un apoyo o garant¨ªa com¨²n para su deuda. Tras m¨¢s de tres a?os, la burocracia europea se ha mostrado incapaz de ofrecer soluciones para que ese equilibrio sea posible. Entretanto, el Banco Central Europeo (BCE) ha ejercido una controvertida labor de proveedor urgente de liquidez para las situaciones m¨¢s extremas de tensi¨®n en el mercado. Sin embargo, cada vez que el BCE realizaba alguna operaci¨®n extraordinaria de liquidez, la gobernanza econ¨®mica europea ganaba aparentemente tiempo para buscar nuevas soluciones, pero ca¨ªa una y otra vez en la inacci¨®n y el letargo. Esta cansina din¨¢mica se ha repetido durante muchas ocasiones, amenazando la estabilidad misma de la moneda ¨²nica. Y en esto lleg¨® Mario Draghi y cambi¨® las reglas del juego.
El BCE ha dado finalmente un astuto paso hacia adelante imponiendo a la Eurozona una agenda que sus l¨ªderes se mostraban reacios a asumir
El presidente del BCE primero se esmer¨® en hacer ver que si eran precisas las facilidades de liquidez, ¨¦l las aportar¨ªa como nadie y, de hecho, lanz¨® en diciembre de 2011 y febrero de 2012 dos programas de refinanciaci¨®n a largo plazo de singular envergadura. Y cuando se demostr¨® que los l¨ªderes europeos no reaccionaban en comparable dimensi¨®n, el BCE comenz¨® a cambiar el discurso. En primavera y, principalmente, durante el verano, la autoridad monetaria europea impuso unas reglas del juego que habr¨ªan de cambiar ese inoperante gobierno econ¨®mico europeo. Por un lado, se record¨® en numerosas ocasiones que la responsabilidad para corregir la crisis de la deuda y ese deseado equilibrio entre compromisos fiscales y solidaridad financiera, no pod¨ªa recaer en la autoridad monetaria. Por otro lado, el BCE ha dado finalmente un astuto paso hacia adelante imponiendo a la Eurozona una agenda que sus l¨ªderes se mostraban reacios a asumir.
El mejor ejemplo lo ha dado Draghi este verano, convirti¨¦ndose en el aut¨¦ntico creador de unas nuevas reglas del juego, en el game changer que el euro precisaba. El BCE asumi¨® este jueves una apuesta arriesgada, pero m¨¢s coherente de lo que muchos se empe?an en asumir. As¨ª, por ejemplo, algunos siguen recordando que al principio del verano Draghi afirm¨® que har¨ªa lo que fuera necesario por el euro. La realidad es que lo ha hecho porque ha obligado a unos a aceptar la necesaria condicionalidad ¡ªpara Espa?a ser¨¢ un nuevo rescate¡ª y a otros, a aceptar que sin solidaridad financiera no hay futuro para nadie dentro del euro. El t¨ªtulo del programa de compra de deuda ¡ªOutright Monetary Transactions¡ª es suficientemente ilustrativo. Ha sentado las bases del que parec¨ªa el imposible entendimiento entre norte y sur en la Eurozona. El BCE ha lanzado por delante una ayuda ¡°ilimitada¡± o ¡°contundente¡± (outright), lo que no debe despreciarse. Es cierto que las compras se centrar¨¢n en la deuda a corto plazo, pero se incluyen elementos muy importantes como la renuncia del BCE a imponer la seniority en la prelaci¨®n de acreedores ¡ªlo que hubiera estigmatizado esa deuda¡ª o la eliminaci¨®n de los requisitos m¨ªnimos de rating para esos t¨ªtulos ¡ªlo que pone coto a esa presi¨®n que han ejercido las grandes agencias de calificaci¨®n en los ¨²ltimos a?os¡ª. Son todas ellas cuestiones no solo importantes para las operaciones que desarrollar¨¢ el BCE, sino que tambi¨¦n constituyen bases importantes para establecer otros mecanismos de ayuda que puedan poner en marcha los socios de la eurozona a trav¨¦s de los instrumentos creados para ello, como el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE).
El BCE se ha mantenido en un terreno cauto desde el punto de vista monetario?ya que pretende esterilizar las compras que realice
Adem¨¢s, el BCE se ha mantenido en un terreno cauto desde el punto de vista monetario ¡ªcon toda seguridad no exento de duras negociaciones para alcanzar el acuerdo de este jueves¡ª, ya que pretende esterilizar las compras que realice, para evitar que se conviertan en una simple monetizaci¨®n de deuda. Se trata m¨¢s bien de establecer una ayuda a cambio de condicionalidad, algo tan simple como lo que se ha estado buscando desde hace muchos meses sin fortuna. Porque la moneda de cambio est¨¢ clara, un rescate precautorio o supuestamente ¡°blando¡± ¡ªprobablemente m¨¢s duro en condiciones de lo que se piensa en Espa?a, pero alejado de lo que fue para Irlanda o Grecia¡ª como paso previo a un futuro m¨¢s esperanzador.
Con los pasos que se han marcado, la consecuencia inicial, si las cosas se hacen bien, ser¨¢ una ratificaci¨®n cre¨ªble del euro y, por otro lado, una probable reducci¨®n de los costes de financiaci¨®n para los pa¨ªses vulnerables, condiciones necesarias, pero no suficientes para que la confianza inversora vuelva a pa¨ªses como Espa?a. A cambio, nuestro pa¨ªs tendr¨¢ que asumir compromisos que incluir¨¢n una mayor completitud de sus reformas. El proceso de recuperaci¨®n seguir¨¢ siendo progresivo, prolongado en el tiempo, pero sobre bases monetarias y financieras m¨¢s s¨®lidas que las actuales. Todo ello si la ejecuci¨®n de la oportunidad que se ha brindado no se estropea. Empezando porque Espa?a habr¨¢ de solicitar ese rescate con la adecuada responsabilidad. Y esto no es trivial porque nuestro pa¨ªs se va a convertir involuntariamente en el pegamento que el euro precisa, entre otras cosas porque los especuladores pretenden que la tela de la moneda ¨²nica comience a romperse por el sur. Luego vendr¨¢ Italia, que no escapar¨¢ de esta y habr¨¢ tambi¨¦n de responder.
Mucho por delante en definitiva, pero, aunque pueda parecer optimista, este puede ser el comienzo del fin de la agon¨ªa.
Santiago Carb¨® Valverde es catedr¨¢tico de Econom¨ªa y Finanzas de la Bangor Business School y colaborador de Funcas.
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