Catalu?a independiente: la insuperable restricci¨®n financiera
El 45% de la financiaci¨®n bancaria de Catalu?a procede del resto de Espa?a
El actual debate sobre el papel de Catalu?a en Espa?a dura ya 140 a?os. Ni siquiera es nueva la deriva independentista. Los catalanes han querido siempre influir decisivamente en la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola y siempre lo han conseguido. La tesis doctoral de Joan Palomas, El rerefons econ¨°mic de l¡¯activitat dels parlamentaris catalans, ilustra con todo detalle c¨®mo lo hicieron hombres de la talla de V¨ªctor Balaguer i Cirera o Manuel Duran i Bas en el periodo 1876-1885, cuando se ventilaban en Espa?a cuestiones econ¨®micas tan importantes para Catalu?a como la pol¨ªtica arancelaria o la legislaci¨®n sobre las colonias antillanas. Ahora contin¨²an siendo cuestiones econ¨®micas las que est¨¢n sobre el tapete y, muy en particular, las consecuencias de una eventual independencia sobre su balanza comercial, el posible boicot a los productos catalanes y si un Gobierno catal¨¢n soberano podr¨ªa dise?ar un marco institucional m¨¢s apto para el desarrollo econ¨®mico que el actualmente existente en Espa?a. Inexplicablemente, sin embargo, no se discuten las consecuencias que esta independencia tendr¨ªa sobre la financiaci¨®n de la econom¨ªa catalana, en mi opini¨®n la cuesti¨®n m¨¢s importante en la situaci¨®n actual.
Los primeros modelos neocl¨¢sicos de crecimiento econ¨®mico regional, asociados al modelo de Solow (1956), pronosticaban que en una econom¨ªa con libertad de movimientos de los factores de producci¨®n tendr¨ªa lugar una convergencia regional en renta por habitante, debido a que las regiones con rentas relativamente bajas tender¨ªan a atraer capitales y a expulsar poblaci¨®n. De ello se derivaba, obviamente, que las regiones m¨¢s atrasadas de Espa?a se ir¨ªan aproximando a las m¨¢s adelantadas, Catalu?a entre ellas, pero sin que ello significara que estas fueran a salir perdiendo, dado que el crecimiento econ¨®mico no es un juego de suma cero en t¨¦rminos regionales. Esta misma filosof¨ªa fue la que inspir¨® la pol¨ªtica regional europea, aunque para acelerar el crecimiento de las regiones europeas m¨¢s atrasadas se dise?aran instrumentos espec¨ªficos de desarrollo regional.
La persistencia de divergencias regionales m¨¢s all¨¢ de lo previsto en estos modelos oblig¨® a introducir en ellos una serie de factores que no hab¨ªan sido tenidos inicialmente en cuenta, tales como los obst¨¢culos institucionales a las posibles respuestas de movimientos de factores ante cambios en sus respectivos precios, el papel del capital p¨²blico y humano en la evoluci¨®n de las productividades, las restricciones al acceso a determinadas tecnolog¨ªas y, ¨²ltimamente, los flujos financieros entre territorios, que numerosos estudios emp¨ªricos han demostrado que tienen mucha m¨¢s importancia de la que se les hab¨ªa venido atribuyendo hasta ahora.
El primero en advertir la extraordinaria influencia de este ¨²ltimo factor en el crecimiento de determinadas regiones espa?olas fue Cuadrado Roura, quien en 1976 elabor¨® un ¨ªndice elemental de cr¨¦ditos / dep¨®sitos del conjunto de las entidades de dep¨®sito para todas las regiones espa?olas, poniendo de manifiesto que exist¨ªa una clara correlaci¨®n positiva entre este ¨ªndice y el nivel de desarrollo econ¨®mico regional. La raz¨®n de este comportamiento era entonces muy clara: mediante la exigencia de coeficientes obligatorios de inversi¨®n a las cajas de ahorros, los dep¨®sitos de las regiones m¨¢s pobres se iban a las regiones m¨¢s ricas, donde ten¨ªan sus sedes y sus instalaciones las grandes empresas beneficiarias de estos fondos. Despu¨¦s, la progresiva eliminaci¨®n de estos coeficientes obligatorios a partir del inicio de la liberalizaci¨®n del sistema financiero espa?ol en 1977, no acab¨®, sin embargo, con esta tendencia, como hubiera cabido esperar. El efecto sede de las entidades financieras, su vinculaci¨®n accionarial con las grandes empresas del pa¨ªs y otros factores relacionados con las dificultades de despegue de las regiones m¨¢s pobres fueron en este caso las razones explicativas.
Hubo que esperar a que las cajas de ahorros y las cajas rurales, la mayor parte de ellas de car¨¢cter regional, llegaran a representar algo m¨¢s de la mitad del volumen de negocio de las entidades de dep¨®sito espa?olas, y a que el nuevo Estado de las autonom¨ªas ofreciera nuevas oportunidades a las econom¨ªas de las regiones m¨¢s atrasadas, para que esta tendencia comenzara a invertirse. Sin embargo, hay un factor que no debe desconocerse en este proceso y que no sabemos bien c¨®mo va a afectar al futuro de los flujos financieros entre las regiones espa?olas. Me refiero a la fuerte presencia en toda Espa?a de La Caixa, que representa aproximadamente una cuarta parte del balance de las cajas espa?olas. Si hasta ahora esta entidad est¨¢ siendo vista como una verdadera caja de ahorro y como un banco de proximidad por andaluces, extreme?os, castellanos o canarios, no sabemos c¨®mo va a ser percibida en el futuro si llegara a convertirse en una entidad extranjera en Espa?a, un pa¨ªs donde nunca han conseguido tener ¨¦xito los bancos extranjeros.
En t¨¦rminos econ¨®micos, [los andaluces] no entendemos lo que est¨¢ sucediendo all¨ª
Unos datos muestran claramente cu¨¢l viene siendo el comportamiento de la financiaci¨®n bancaria y de la relaci¨®n dep¨®sitos / cr¨¦ditos en Catalu?a en los ¨²ltimos a?os. Si, a 30 de junio de 2012, los dep¨®sitos de sectores residentes en Catalu?a representaban el 16,17% del total nacional de las entidades de dep¨®sito de Espa?a y los cr¨¦ditos el 19,34%, con una relaci¨®n dep¨®sitos / cr¨¦ditos del 55%, esto significa que el 45% de la financiaci¨®n bancaria de Catalu?a procede del resto de Espa?a y, en menor medida, de la financiaci¨®n mayorista del exterior, lo que representa aproximadamente unos 150.000 millones de euros, algo m¨¢s del 75% del PIB regional. La cifra es realmente preocupante, y no solo por el amplio uso de recursos financieros bancarios procedentes de otras regiones espa?olas que actualmente hace Catalu?a, captados en gran parte por entidades financieras domiciliadas all¨ª, sino por el riesgo pa¨ªs que ello significar¨ªa en caso de independencia.
Hay otros aspectos de la financiaci¨®n no menos importantes, que arrojar¨ªan todos ellos resultados inviables: los mercados de capitales nacionales, en los que por su mayor densidad empresarial Catalu?a tiene un claro saldo positivo; la propia financiaci¨®n de las entidades de dep¨®sito en el Banco Central Europeo, con garant¨ªa de t¨ªtulos listados; la p¨¦rdida del mecanismo de financiaci¨®n estatal del MEDE en sus distintas variedades o incluso la recepci¨®n de los fondos europeos del presupuesto comunitario, de los que Catalu?a habr¨¢ recibido 10.392 millones de euros entre 1989 y 2013. Tambi¨¦n, c¨®mo no considerar igualmente el impacto negativo en su balanza financiera por los casi 52.000 millones de euros que las empresas extranjeras han invertido en Catalu?a por su valor a?adido, merced entre otros a la plataforma de distribuci¨®n en el mercado com¨²n con el resto de Espa?a, rota tras la independencia. Y finalmente, no obviar la d¨¦bil situaci¨®n financiera de partida, al tener a su entidad de mayor integraci¨®n local con una necesidad de recapitalizaci¨®n p¨²blica de 11 millardos de euros y unos mercados externos cerrados para su financiaci¨®n, como lo refleja el fracaso de los bonos patri¨®ticos.
La financiaci¨®n de Catalu?a por tanto constituye un h¨¢ndicap insuperable como para llegar a plantearse siquiera otras posibles ventajas econ¨®micas derivadas de su independencia. Esto no tiene directamente que ver con su balanza comercial, ni con un eventual boicot a los servicios de entidades financieras catalanas en Espa?a, ni con la posibilidad de construir un nuevo marco institucional, que no podr¨ªa ser muy distinto al com¨²n de la Uni¨®n Europea. Se trata de algo a¨²n m¨¢s importante, de la restricci¨®n financiera exterior de su econom¨ªa, imposible de resolver a medio plazo si prescindiera de su actual esquema de financiaci¨®n, muy estrechamente relacionado con los recursos financieros del resto de Espa?a.
En el ¨²ltimo medio siglo, todas las regiones espa?olas han tenido una estrecha relaci¨®n con Catalu?a, a la que muchas de ellas han enviado generosamente capitales y trabajadores. En este tiempo, los andaluces, en particular, hemos aprendido mucho de nuestro declive econ¨®mico, y de nosotros mismos, gracias a catalanes extraordinarios como Miquel Sigu¨¢n, Jordi Nadal o Alfonso C. Com¨ªn. Ahora, en t¨¦rminos estrictamente econ¨®micos, no entendemos lo que est¨¢ ocurriendo all¨ª. Si se tratara solo de sentimientos, deber¨ªa plantearse as¨ª, y puede que lo entendi¨¦ramos mejor.
Manuel Mart¨ªn Rodr¨ªguez es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Granada y miembro de la Academia de Ciencias Sociales y del Medio Ambiente de Andaluc¨ªa.
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