Un nuevo PRI llega al poder en M¨¦xico viviendo sus propias transformaciones
El PRI vuelve al poder a M¨¦xico despu¨¦s de doce a?os en la oposici¨®n, que han forzado al partido a buscar nuevos acomodos en el ajuste de su poder interno, con un perfil distinto del grupo que acapar¨® la vida pol¨ªtica del pa¨ªs durante d¨¦cadas.
Creado en 1929, el PRI gobern¨® M¨¦xico hasta el a?o 2000, administrando un pa¨ªs que lleg¨® a ser calificado como la "dictadura perfecta" por el f¨¦rreo control del poder y peri¨®dicas elecciones cuya limpieza era puesta en duda frecuentemente.
"Ese mundo ya desapareci¨® (...). El pa¨ªs cambi¨® y por ende el partido cambi¨®", dijo a Efe la investigadora en Ciencias Pol¨ªticas Joy Langston Hawkes al analizar la evoluci¨®n que ha tenido en estos doce a?os el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El 1 de diciembre, cuando Enrique Pe?a Nieto asuma la Presidencia de M¨¦xico, llevar¨¢ de nuevo al PRI al poder, pero el partido de entonces es muy distinto al de ahora, fundamentalmente porque el poder ya no est¨¢ concentrado en pocas manos.
Si anta?o desde Los Pinos el presidente de turno fijaba la l¨ªnea del partido, el poder interno se reparte ahora entre los gobernadores de los estados gobernados por el PRI, los l¨ªderes parlamentarios y la propia estructura interna del grupo.
Ese proceso se ha cumplido en medio de una serie de asignaturas pendientes, dejadas despu¨¦s de doce a?os en la oposici¨®n, que no han servido para renovarse ideol¨®gicamente ni aprovechar las lecciones de los comicios perdidos.
"El PRI no aprovech¨® el ¨²nico derecho o privilegio que te da el ser derrotado, y es el de revisarse a s¨ª mismo. No lo hizo, no hay una autocr¨ªtica o un ejercicio de evaluaci¨®n de por qu¨¦ perdi¨® en el 2000 o en el 2006", dijo a Efe el analista Federico Berrueto.
En el plano ideol¨®gico, el PRI, seg¨²n Langston, sigue manteniendo unos principios "sumamente vagos, cambiantes, variables".
"Era vago hace treinta a?os y sigue siendo vago hoy en d¨ªa", sostiene Langston, profesora del Centro de Investigaci¨®n y Docencia Econ¨®mica (CIDE).
"Al no haber emprendido una revisi¨®n ideol¨®gica, por su car¨¢cter de pragm¨¢tico, est¨¢ a la espera de que el gobernante le dicte la agenda", dice, por su parte, Berrueto.
Pero la renovaci¨®n en sus estructuras internas por lo menos ha roto el centralismo en las decisiones, creando nuevos centros de poder que rompen con un esquema centralista que rigi¨® la vida del PRI durante d¨¦cadas.
"Los esc¨¦pticos difunden que los priistas retornaremos al pasado, como si tal cosa fuera posible; sin embargo, nosotros entendemos que es un tiempo de ruptura con el pasado y de apertura hacia el porvenir", declar¨® recientemente el presidente del comit¨¦ ejecutivo del PRI, Pedro Joaqu¨ªn Coldwell.
En el PRI de ahora, los gobernadores de los estados y de las principales ciudades administrados por ese partido han pasado a tener "much¨ªsimo peso porque tienen mucho dinero y much¨ªsimos votos", dice Langston.
Cuando hay competencia electoral, a?ade, "los que ganan votos tienen m¨¢s poder".
Seg¨²n Berrueto, el PRI vive ahora en medio de tres inercias: la direcci¨®n centralista del partido, los l¨ªderes legislativos y el "PRI territorial" que representan los gobernadores y los alcaldes de los principales centros urbanos administrados por ese grupo.
"Lo que ha ocurrido en estos doce a?os, que tampoco se puede minimizar, es que (el PRI) ha aprendido a coexistir con esas tres inercias", insiste.
Pe?a Nieto, ex gobernador del poderoso estado de M¨¦xico, en el centro del pa¨ªs, va a tener que aliarse con los gobernadores de los estados para asegurar su lealtad, y tambi¨¦n va a requerir de la cohesi¨®n de los legisladores.
No era el caso del presidente Carlos Salinas (1988-1994), porque "¨¦l decid¨ªa a nombre de todos", recuerda Berrueto, mientras que su sucesor, Ernesto Zedillo (1994-2000), "ten¨ªa una lealtad regateada".
Unido a ello, el M¨¦xico que dej¨® de gobernar el PRI ha atravesado sus propios cambios, y la "dictadura perfecta" de anta?o no se puede repetir por las propias transformaciones de la sociedad y de los otros ¨®rganos del Estado.
"M¨¦xico no es China", sostiene Langston.
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