Es un tratado, pero no lo saben
La supervisi¨®n es una pieza clave en la uni¨®n bancaria, pero solo una parte en la econ¨®mica
El alcance, modos y medios de la supervisi¨®n bancaria europea en la que anoche se enzarzaban los ecofines es un pilar clave de la futura uni¨®n bancaria. Pero es ¨²nicamente una de sus piezas.
Y la uni¨®n bancaria es solo un elemento de la uni¨®n econ¨®mica con la que se pretende completar la monetaria. Las otras son una uni¨®n presupuestaria (la potencia fiscal o fiscal capacity bajo la que se la enmascara), que acabar¨¢ teniendo deuda, Tesoro y Hacienda comunes, o si no languidecer¨¢ o se romper¨¢; una uni¨®n de pol¨ªticas econ¨®micas, que armonice impuestos, mercados laborales, pensiones y todo lo federalizable; y una uni¨®n pol¨ªtica que legitime el proceso, sometiendo a control europeo las nuevas competencias transferidas a la UE.
No se fija m¨¦todo para evitar la captura del supervisor por los bancos supervisados
Si desean orientarse en el significado del Ecofin de ayer y de la cumbre que hoy empieza, busquen en la web comunitaria las tres sucesivas versiones (26 de junio, 12 de octubre y 5 de diciembre) del documento del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, tambi¨¦n suscrito por los de la Comisi¨®n, el Eurogrupo y el BCE, los cuatro presidentes.
Si lo completan con las conclusiones de las cumbres de la eurozona de 29 de junio y de las de la UE de 19 de octubre y de hoy/ma?ana, y a¨²n le a?aden el Anteproyecto para una profunda y genuina uni¨®n econ¨®mica y monetaria, del 30 de noviembre (CXOM(2012) 777 final/2), de la Comisi¨®n, y sus propuestas de directiva sobre liquidaci¨®n (resolution) de entidades financieras y fondos de garant¨ªa de dep¨®sitos, y el reglamento debatido este mi¨¦rcoles sobre supervisi¨®n del BCE (1714/12), ya tienen todas las fichas del patchwork.
Todas ellas configuran, en forma de rompecabezas y no de la habitual pir¨¢mide propia de los textos constitucionales, un ambicioso nuevo Tratado. Que rellena muchos vac¨ªos dejados por Maastricht. Ellos, sus redactores, los cuatro presidentes, quiz¨¢ no lo saben, porque han sido delegados para ello de forma improvisada, a trompicones de los recuelos de la crisis, con la instrucci¨®n de producir pieza a pieza, m¨¢s que un s¨®lido cuerpo conjunto. Quiz¨¢ quienes m¨¢s se percatan de la ambici¨®n subyacente son los brit¨¢nicos, al otear peligro para su City, y por eso amagan con escapar.
Se mantiene la mediocre Autoridad Bancaria Europea para tareas menores
Es l¨¢stima que no se haya empleado el m¨¦todo cl¨¢sico, como para el euro, iniciado por un trabajo a fondo a cargo de sabios, el Informe Delors (1989), seguido de una Conferencia Intergubernamental (1991, que desemboc¨® en Mastricht), mediando una Convenci¨®n m¨¢s amplia, como la convocada para la (fallida y rescatada en Lisboa) Constituci¨®n. Se entiende la fatiga de tanta reforma ¡ªe incluso el inter¨¦s de la potencia dominante de controlarlo todo¡ª, pero nos arriesgamos a perder calidad y pluralidad, porque cuatro no son m¨¢s que veintisiete.
Este lamento no es doctrinal, surge de analizar esos documentos. Veamos. El primer papel de Van Rompuy, un tipo laborioso pero que no es Jacques Delors, deslumbr¨® en junio pues incorporaba los sue?os federales de los que tantos l¨ªderes recelaban. Primero, una uni¨®n bancaria con supervisor global europeo (el BCE) y un fondo de garant¨ªa y un esquema de rescate o liquidaci¨®n de bancos. Segundo, un ¡°marco presupuestario integrado¡±, con posible ¡°emisi¨®n de deuda com¨²n¡± por etapas y una ¡°instituci¨®n fiscal¡± con ¡°oficina del Tesoro¡±. Tercero, aproximaci¨®n de pol¨ªticas econ¨®micas (movilidad laboral, impuestos). Cuarto, estricto control democr¨¢tico.
Luego le a?adi¨® los ¡°contratos¡± entre la UE y Estados miembros para garantizar el cumplimiento de las pol¨ªticas econ¨®micas comunes, incluida la disciplina presupuestaria; combinados con la contrapartida de un fondo de estabilizaci¨®n para los pa¨ªses m¨¢s vulnerables, sometidos a crisis asim¨¦tricas, que les ayudar¨ªa a combatir el desempleo; un ¡°sistema de seguro¡± para encarnar la potencia fiscal; una cuasi armonizaci¨®n fiscal y laboral; y un calendario en tres etapas. (2012/13; 2013/14; 2015 en adelante), aunque la ¨²ltima, poco detallada.
Las inc¨®gnitas son muchas. Los obst¨¢culos, ingentes. Las limitaciones contaminan, no solo el lenguaje ¡ªpredomina el modo condicional, ¡°se podr¨ªa¡±, ¡°cabr¨ªa¡±...¡ª; tambi¨¦n la ambici¨®n. No se fija m¨¦todo para evitar la captura del supervisor por los bancos supervisados. Ni se enuncia una estrategia de evitar el excesivo tama?o bancario y trocear a los ¡°demasiado grandes para quebrar¡±. Nada se dice sobre la retroactividad de los rescates bancarios europeos iniciados (Espa?a, Irlanda). Continuar¨¢ habiendo distintos fondos de garant¨ªa de dep¨®sitos, pero solo uno de liquidaci¨®n y no queda clara la exigencia de transparencia entre las opciones de rescatar o liquidar entidades. Se mantiene la mediocre Autoridad Bancaria Europea para tareas menores (un caramelo a la City, donde est¨¢ su sede). No hay propuestas novedosas sobre c¨®mo alimentar la nueva potencia fiscal, para lo que ser¨ªa ¨²til la tasa sobre transacciones financieras (Tobin). Ni sobre un Ministerio de Hacienda com¨²n. Y as¨ª hasta...
Pese a esos defectos, una refundaci¨®n europea ¡ªsoterrada¡ª, est¨¢ en marcha. Espa?a ha contribuido a ella, discretamente, pero bien. Con dos magn¨ªficos non-papers, en septiembre, sobre la uni¨®n presupuestaria y la bancaria, alguna de cuyas ideas han sido escuchadas, como la necesidad de ¡°mecanismos de estabilizaci¨®n para afrontar las crisis asim¨¦tricas¡±. Otras, por desgracia, a¨²n no: la creaci¨®n de una Autoridad Presupuestaria Europea. Que persevere.
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