Retrasos del aeropuerto de Berl¨ªn y otras obras empa?an el "made in Germany"
La secuencia de retrasos en la apertura del nuevo aeropuerto de Berl¨ªn -cuatro a?os, hasta ahora- m¨¢s otros desajustes en grandes obras p¨²blicas en Alemania salpican el sello "made in Germany", com¨²nmente aceptado como garant¨ªa de fiabilidad.
El suspense rodea la entrada en funcionamiento del aer¨®dromo Berl¨ªn-Brandeburgo (BBI), presupuestado en 4.300 millones de euros, el doble de lo inicialmente previsto, despu¨¦s de que el jefe del equipo t¨¦cnico, Horst Amann, admitiera hoy "problemas casi crueles" y dif¨ªciles de describir, aparecidos durante las obras en curso.
No podr¨¢ determinarse una nueva fecha de apertura hasta mediados de a?o, a?adi¨® Amann, despu¨¦s de que ayer el alcalde-gobernador de la capital alemana, el socialdem¨®crata Klaus Wowereit, anunciara una nueva demora en una apertura originalmente prevista para 2010.
Se trata del quinto aplazamiento, que obliga a Berl¨ªn, m¨¢s de veinte a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del Muro, a seguir esperando para disponer de un aeropuerto internacional acorde con su condici¨®n de capital de la primera econom¨ªa europea.
Las cr¨ªticas se ciernen sobre Wowereit, en la alcald¨ªa de la ciudad-estado desde 2001 y, hasta el caso del aeropuerto, uno de los pol¨ªticos m¨¢s populares del Partido Socialdem¨®crata (SPD).
La buena estrella del alcalde cay¨® en picado el a?o pasado, al anunciarse el por entonces tercer aplazamiento de la apertura, apenas dos semanas antes de la fecha prevista, en junio de 2012, lo que acarre¨® enormes da?os a aerol¨ªneas y comercios que pensaban operar en el nuevo BBI.
Sobre Wowereit pesa ahora la amenaza de una moci¨®n de censura en la c¨¢mara regional, mientras que otro te¨®rico responsable pol¨ªtico, su colega de Brandeburgo y asimismo socialdem¨®crata Matthias Platzeck, se someter¨¢ en breve a un voto de confianza.
La responsabilidad es compartida y, si algo puede salvar a Wowereit, es que gobierna en gran coalici¨®n con la Uni¨®n Cristianodem¨®crata (CDU) de la canciller Angela Merkel y que en el proyecto est¨¢ implicado adem¨¢s el Ministerio de Obras P¨²blicas, a cuyo frente est¨¢ Peter Ramsauer, de la Uni¨®n Socialcristiana de Baviera (CSU).
El asunto del BBI pesa sobre las grandes formaciones, de modo que los impulsores de las protestas son los opositores Verdes, La Izquierda o, en el caso de la ciudad-estado, Los Piratas.
El berlin¨¦s ha asumido con estoicismo unos retrasos que implican prolongar la vida de los dos aeropuertos de la ciudad -Tegel y Sch?nefeld- que, aunque desfasados, resultan pr¨¢cticos por quedar a media hora del centro, en transporte p¨²blico, y ser de formato modesto, lo que implica no perder tiempo entre terminales.
Las aerol¨ªneas, en cambio, piden responsabilidades e indemnizaciones, ante una complicaciones log¨ªsticas que se suman a las crisis internas y la necesidad de saneamiento que afrontan, ahora mismo, las dos grandes compa?¨ªas del pa¨ªs: Lufthansa y Air Berl¨ªn.
El caso del BBI, que llevar¨¢ el nombre del exalcalde de Berl¨ªn y excanciller socialdem¨®crata Willy Brandt, no es el ¨²nico ejemplo de grandes proyectos que no arrancan en la Alemania de Merkel.
Otro ejemplo sonado es la futura estaci¨®n ferroviaria de Stuttgart (sur del pa¨ªs), un proyecto nacido en 1995 y presupuestado en 2.500 millones de euros que ha sufrido sucesivas demoras tanto por la oposici¨®n ciudadana como por problemas t¨¦cnicos.
La obra fue repetidamente paralizada, sus costes se duplicaron hasta los 5.600 millones de euros y no hay fecha clara para su apertura, lo que refrenda el parecer de los ciudadanos que se resistieron al proyecto, con manifestaciones semanales y hasta batallas campales contra la polic¨ªa, por considerarlo caro e innecesario.
Otras iniciativas etiquetadas de megal¨®manas atascadas son el gran teatro de la ¨®pera previsto para Hamburgo y el nuevo metro de la ciudad de Colonia.
En todos esos casos se han mezclado acusaciones de mala gesti¨®n y viabilidad de unos proyectos costosos y poco asimilables para el ciudadano alem¨¢n, tradicionalmente al¨¦rgico al despilfarro.
El peor lampar¨®n para el "made in germany" vino, sin embargo, del Transrapid, el tren magn¨¦tico de alta velocidad que deb¨ªa ser la insignia de la superioridad industrial alemana, a cargo de los poderosos consorcios ThyssenKrupp y Siemens.
Primero deb¨ªa enlazar Hamburgo y Berl¨ªn, de ah¨ª se pas¨® a plantearlo para D¨¹sseldorf y Dortmund y luego para el trayecto entre la estaci¨®n central de M¨²nich y su aeropuerto.
La fase experimental del Transrapid se zanj¨® en Alemania tras un tr¨¢gico accidente en el tramo de pruebas que dej¨® 23 muertos, en 2006.
Su ¨²nico "¨¦xito" ha sido, hasta ahora, su exportaci¨®n a China.
Gemma Casadevall
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