Monedas contra dementes
El deber del presidente es hacer lo necesario para acabar con esta crisis de rehenes
Qu¨¦, ?se han enterado de lo de la moneda del bill¨®n de d¨®lares? Puede que les suene a broma. Pero si no estuvi¨¦ramos dispuestos a acu?ar esa moneda o a tomar alguna medida equivalente, la broma ¡ªy adem¨¢s muy pesada¡ª ser¨¢ a nuestra costa.
Hablemos un instante del malvado desprop¨®sito del enfrentamiento sobre el techo de la deuda.
Conforme a la Constituci¨®n de EE UU, las decisiones fiscales recaen en el Congreso, que aprueba leyes que especifican los tipos impositivos y establecen los programas de gasto. Si los ingresos que aportan esos tipos impositivos establecidos por ley son inferiores a los costes de esos programas establecidos por ley, el Departamento del Tesoro, por lo general, pide prestada la diferencia.
?ltimamente, los ingresos han sido muy inferiores al gasto, principalmente debido a lo deprimida que est¨¢ la econom¨ªa. Si esto no nos gusta, hay un remedio sencillo: exigir que el Congreso aumente los impuestos o que reduzca el gasto. Y si nos sentimos frustrados por la falta de acci¨®n del Congreso, la democracia significa que uno no siempre consigue lo que quiere.
?D¨®nde encaja en todo esto el techo de la deuda? La verdad es que en ning¨²n sitio. Puesto que el Congreso ya determina los ingresos y el gasto, y por consiguiente la cantidad que el Tesoro necesita tomar prestada, no deber¨ªa ser necesaria otra votaci¨®n para autorizar ese pr¨¦stamo. Pero por razones hist¨®ricas, cualquier aumento de la deuda federal tiene que ser aprobado por una nueva votaci¨®n. Y ahora los republicanos de la C¨¢mara de Representantes amenazan con negar esa aprobaci¨®n a menos que el presidente Obama haga importantes concesiones pol¨ªticas.
Es crucial que entendamos tres cosas respecto a esta situaci¨®n. La primera es que elevar el techo de la deuda no va a otorgar al presidente ning¨²n nuevo poder; cada d¨®lar que gaste seguir¨¢ necesitando la aprobaci¨®n del Congreso. La segunda es que si no se eleva el techo de la deuda, el presidente se ver¨¢ obligado a infringir la ley de una manera o de otra. O bien toma prestados fondos desafiando al Congreso, o bien no gasta el dinero que el Congreso le ha dicho que gaste.
Una turbia cl¨¢usula legar otorga al secretario del Tesoro el derecho a acu?ar monedas de platino
Por ¨²ltimo, piensen en lo malvada que es esa amenaza del Partido Republicano. Si alcanz¨¢ramos el techo de la deuda, el Gobierno de EE UU acabar¨ªa suspendiendo los pagos de muchas de sus obligaciones. Esto tendr¨ªa repercusiones desastrosas para los mercados financieros, para la econom¨ªa y para nuestra posici¨®n en el mundo. A pesar de ello, los republicanos amenazan con desencadenar este desastre a menos que obtengan reducciones del gasto que no han sido capaces de obtener a trav¨¦s de los habituales canales constitucionales.
Los republicanos se pondr¨¢n furiosos con esta analog¨ªa, pero es inevitable. Esto es exactamente como si alguien entrara en una sala abarrotada anunciando que tiene una bomba atada al pecho y amenazara con hacer estallar esa bomba a menos que se cumplan sus demandas.
Lo que nos lleva a la moneda.
Se da la casualidad de que una turbia cl¨¢usula legal otorga al secretario del Tesoro el derecho de acu?ar y emitir monedas de platino en la cantidad o denominaci¨®n que elija. Esas monedas, como es natural, estaban destinadas a ser piezas de coleccionista, acu?adas para conmemorar ocasiones especiales. Pero la ley es la ley y brinda una sencilla aunque extra?a manera de salir de la crisis.
As¨ª es como funcionar¨ªa: el Tesoro acu?a una moneda de platino con un valor facial de un bill¨®n de d¨®lares (o muchas monedas con valores inferiores, la verdad es que da igual). Esta moneda se depositar¨ªa inmediatamente en la Reserva Federal, que anotar¨ªa la suma en la cuenta del Gobierno. Y el Gobierno podr¨ªa entonces emitir cheques contra esa cuenta, prosiguiendo con las operaciones normales sin emitir nueva deuda.
Por si acaso se lo est¨¢n preguntando, no, esto no ser¨ªa una maniobra inflacionaria de impresi¨®n de moneda. Aparte del hecho de que imprimir dinero no es inflacionario en las condiciones actuales, la Reserva Federal podr¨ªa compensar y compensar¨ªa las disposiciones de efectivo del Tesoro vendiendo otros activos o solicitando m¨¢s dinero prestado a los bancos, de modo que en realidad el Gobierno estadounidense en su conjunto (que incluye la Reserva Federal) seguir¨ªa endeud¨¢ndose con normalidad. B¨¢sicamente, esto no ser¨ªa m¨¢s que un truco contable, pero es algo bueno. El techo de la deuda es un ejemplo de una tonter¨ªa contable que se vuelve maligna; emplear un truco contable para invalidarla es absolutamente correcto.
?Pero no ser¨ªa indigno el truco de la moneda? S¨ª, lo ser¨ªa, pero mejor parecer un poquito rid¨ªculo que dejar que estalle una crisis financiera y constitucional.
Ahora bien, es posible que la moneda de platino no sea la ¨²nica opci¨®n. A lo mejor el presidente podr¨ªa limitarse a declarar que, seg¨²n entiende ¨¦l la Constituci¨®n, su obligaci¨®n de cumplir las ¨®rdenes del Congreso en lo referente a los impuestos y gasto tiene m¨¢s prioridad que el techo de la deuda. O podr¨ªa financiar operaciones del Gobierno emitiendo cupones que parecen deuda y se comportan como deuda, pero que insiste en que no son deuda y, por tanto, no cuentan en cuanto al techo.
O, lo mejor de todo, podr¨¢ haber suficientes republicanos cuerdos como para que el partido reaccione y se deje de amenazas destructivas.
Sin embargo, a menos que esta ¨²ltima posibilidad se materialice, el deber del presidente es hacer lo que sea necesario, por muy poco convencional o rid¨ªculo que parezca, para acabar con esta crisis de rehenes. ?Acu?e esa moneda!
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de Princeton y premio Nobel en 2008.
? 2013 New York Times Service.
Traducci¨®n de News Clips.
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