Hacia una verdadera uni¨®n europea
Si revisamos los sentimientos de los ciudadanos espa?oles respecto a Europa durante estos a?os de crisis, nos encontramos con una desafecci¨®n general en contra de la ilusi¨®n y complacencia de d¨¦cadas anteriores. Siempre hay excepciones, pero esta prolongada crisis, dif¨ªcil de entender no tanto por su origen como por su larga duraci¨®n, hace que los ciudadanos busquen la culpabilidad en las instituciones espa?olas y europeas. En parte tienen raz¨®n, ya que son las normas, leyes y reglamentos los que en su aplicaci¨®n o no aplicaci¨®n, permiten que algunas personas, individuales o jur¨ªdicas, cometan errores y desmanes que repercuten despu¨¦s negativamente en la actividad de las empresas y en la econom¨ªa de los ciudadanos (obviamente, no de todos).
Refiri¨¦ndonos a la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM), recuerdo claramente los esfuerzos que se hicieron por los gobernantes espa?oles para conseguir cumplir los criterios que se exig¨ªan para formar parte de ella y la complacencia con la que un n¨²mero elevado de estudiosos y analistas recibimos (y aqu¨ª me incluyo) la noticia de ser uno de los pa¨ªses creadores del euro. Es cierto que con el cambio de moneda hubo frustraci¨®n al sufrir una intensa elevaci¨®n de los precios. Ya algunos advertimos de que el tipo de cambio asignado en la conversi¨®n peseta-euro era muy desfavorable para Espa?a y no as¨ª para otros pa¨ªses como Italia. A pesar de todo, las ventajas de comerciar en la misma moneda con nuestros clientes m¨¢s importantes y viajar por placer o por negocios sin tener que cambiar de moneda supuso un incentivo grande para la apertura de la econom¨ªa espa?ola y su acercamiento a las de otros pa¨ªses europeos. La cesi¨®n de soberan¨ªa del Banco de Espa?a en materia de pol¨ªtica monetaria nos pon¨ªa en manos m¨¢s firmes y ortodoxas, aunque nos quitaba la herramienta de devaluar, pr¨¢ctica muy utilizada en Espa?a para solucionar las crisis, pero no muy aconsejable en el largo plazo.
Ahora nos hemos encontrado con una crisis internacional que comienza siendo financiera, se agrava con el estallido de la burbuja inmobiliaria espa?ola y termina siendo una crisis de deuda soberana en los pa¨ªses perif¨¦ricos, provocando una falta de liquidez que ahoga a la econom¨ªa productiva y eleva los tipos de inter¨¦s para la deuda p¨²blica y para las empresas que necesitan financiarse. Es dif¨ªcil luchar contra ella, y los instrumentos de pol¨ªtica monetaria est¨¢n en manos de las autoridades europeas. Las instituciones espa?olas no responden bien. Primero niegan la crisis ¡ªen teor¨ªa ten¨ªamos un sistema financiero muy sano y fuerte¡ª, y respecto al crecimiento, no se observ¨® m¨¢s que una ligera desaceleraci¨®n despu¨¦s de un largo periodo expansivo. La decepci¨®n posterior es enorme. Nos sumergimos en una profunda crisis econ¨®mica, las empresas comienzan a debilitarse o a desaparecer, se destruye empleo con el consiguiente aumento del paro y las instituciones financieras, en especial las cajas de ahorros, comienzan a mostrar sus debilidades.
Se buscan culpables. Europa, con su rigidez monetaria y sus exigencias de ajustes, y el Gobierno espa?ol, primero del PSOE y ahora del PP, que no saben o no quieren poner los remedios necesarios que est¨¦n a su alcance. Comienzan a multiplicarse las recetas institucionales europeas y del FMI. En los primeros a?os hay un conflicto sobre las l¨ªneas a seguir, m¨¢s de ciencia econ¨®mica que de ideolog¨ªa pol¨ªtica: priorizar los ajustes de d¨¦ficit y deuda p¨²blica o priorizar los impulsos al crecimiento. Europa se decanta por los ajustes siguiendo las exigencias de Alemania, que ya los ha realizado mientras que EE UU, a pesar de las luchas internas entre el presidente y el Congreso y con la ayuda de la Reserva Federal, lleva a cabo algunas iniciativas para impulsar el crecimiento junto a una pol¨ªtica monetaria expansiva.
Si revisamos los sentimientos de los espa?oles respecto a Europa durante estos a?os de crisis, nos encontramos con una desafecci¨®n general
En Espa?a, los dos Gobiernos acatan las directrices europeas, aunque el PP lo hace desde el principio de su mandato con mayor diligencia, pero los partidos pol¨ªticos siguen en su pelea particular y no se consigue ¡ªni siquiera se intenta¡ª llegar a acuerdos o pactos que permitan remar en la misma direcci¨®n. Se pierde la confianza de los mercados financieros internacionales y se pasa por un periodo peligroso. Por exigencias de Europa, y con su ayuda, se realiza una reforma del sistema financiero ya muy avanzada y se acometen otras reformas en el mercado laboral y en la liberalizaci¨®n de otros mercados. Pero el mayor esfuerzo est¨¢ en la reducci¨®n del d¨¦ficit, que hab¨ªa terminado muy elevado en 2012. Las recetas aplicadas son el aumento de impuestos (en contra de las promesas iniciales del PP) y la reducci¨®n del gasto p¨²blico.
Pero los ciudadanos perciben que la reducci¨®n del gasto recae siempre sobre los mismos. Que sigue habiendo sectores de la poblaci¨®n que no los sufren igual. Que los m¨¢s d¨¦biles (parados, desahuciados, discapacitados, etc¨¦tera) no perciben suficientes ayudas, mientras que todav¨ªa hay instituciones improductivas y fundaciones que perciben dinero p¨²blico. Las noticias de los elevados sueldos y prebendas de parte del sector privado hacen m¨¢s insufrible la situaci¨®n. Y todo se complica con los casos de corrupci¨®n, que sucesivamente van descubriendo actuaciones p¨²blicas y privadas que han permitido enriquecerse a personas sin escr¨²pulos y que han incidido negativamente en la actividad econ¨®mica del pa¨ªs. El Gobierno no es responsable muchas veces de ello, pero s¨ª lo es si no pone remedio con las leyes y el control necesario para evitarlo. En todo caso, el poder judicial es responsable de no actuar con rapidez y eficacia exigiendo que se restituya lo robado.
Volviendo a la UEM, tambi¨¦n en esto se intenta un aprovechamiento pol¨ªtico. Es f¨¢cil buscar un chivo expiatorio. Si no estuvi¨¦semos en el euro, habr¨ªamos devaluado y habr¨ªamos salvado de momento la crisis. Eso s¨ª, sin cambiar ni reformar nada, como en tiempos de la dictadura: ni reforma financiera, ni reforma laboral, ni nada que se le parezca. Pero el problema es que, queramos o no, estamos en un mundo globalizado, y ya no valen las individualidades como anta?o. Necesitamos formar parte de los mercados exteriores, y eso se hace mejor en una Uni¨®n Europea que solos. Esa es la raz¨®n por la que pa¨ªses m¨¢s fuertes, como Alemania, se empe?an en sacar adelante la UE y la zona euro. El PP, al estar en el Gobierno, se muestra proeurope¨ªsta, pero el PSOE, al estar en la oposici¨®n, se muestra m¨¢s cr¨ªtico, incluso contrario a la UEM, y se refiere a ella como una pesadilla o una dictadura de la troika. Menos mal que tienen como voces m¨¢s sensatas a Javier Solana y Joaqu¨ªn Almunia. Pero es solo una postura; si estuviesen en el poder, no habr¨ªa peligro de ruptura con la UEM.
Pero la crisis internacional ha puesto de manifiesto las debilidades de la UEM. Uno de los prop¨®sitos expl¨ªcitos en las prioridades de la UE para 2013 es avanzar hacia una aut¨¦ntica Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria. Una de las dificultades para avanzar es el tener que tomar las decisiones a nivel del conjunto de la UE (27 pa¨ªses) cuando son medidas que solo ata?en de momento a los 17 pa¨ªses de la UEM. En la reuni¨®n del Ecofin, celebrada en diciembre, se acord¨® un compromiso pol¨ªtico firme y permanente entre los pa¨ªses de la zona euro para la creaci¨®n de un supervisor ¨²nico de las entidades financieras, la puesta en operaci¨®n del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), que har¨¢ posible la recapitalizaci¨®n directa de las entidades financieras y la creaci¨®n de una autoridad fiscal europea con capacidad para vetar los presupuestos de los socios. Los cambios en la UE son lentos, demasiado lentos, pero esperemos que se consiga avanzar hacia una verdadera uni¨®n que en el futuro no muy lejano se convierta en una uni¨®n pol¨ªtica necesaria para hacer de Europa ¡ªy Espa?a como parte de ella¡ª un ¨¢rea capaz de competir con las nuevas a¨¦reas econ¨®micas emergentes.
Carmen Alcaide es analista y expresidenta del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE).
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