El trauma de la isla del tesoro
Hace un par de a?os, el periodista Nicholas Shaxson public¨® un libro fascinante y descorazonador titulado Treasure Islands (islas del tesoro), en el que explicaba la manera en que los para¨ªsos fiscales internacionales ¡ªque tambi¨¦n son, como el autor se?alaba, ¡°jurisdicciones con secreto bancario¡± en las que muchas reglas no se aplican¡ª debilitan las econom¨ªas en todo el mundo. No solo escamotean los ingresos a unos Gobiernos escasos de dinero y facilitan la corrupci¨®n, sino que distorsionan el movimiento de capital, lo que contribuye a alimentar crisis financieras cada vez m¨¢s grandes.
Sin embargo, una cuesti¨®n en la que Shaxson no profundiza demasiado es qu¨¦ pasa cuando una jurisdicci¨®n con secreto bancario entra en quiebra. Esa es la historia de Chipre en estos momentos. Independientemente de cu¨¢l sea el desenlace para el propio Chipre (pista: seguramente no va a ser feliz), el l¨ªo de Chipre muestra hasta qu¨¦ punto sigue sin reformarse el sistema bancario mundial, casi cinco a?os despu¨¦s de que comenzara la crisis financiera mundial.
En cuanto a Chipre: puede que se pregunten por qu¨¦ le importa a alguien un peque?o pa¨ªs con una econom¨ªa no mucho mayor que la del Scranton metropolitano, en Pensilvania. Sin embargo, Chipre es un miembro de la eurozona, de modo que los acontecimientos que tienen lugar ah¨ª pueden provocar el contagio (por ejemplo, p¨¢nicos bancarios) en pa¨ªses m¨¢s grandes. Y hay otra cosa m¨¢s: aunque la econom¨ªa chipriota sea diminuta, Chipre es un actor financiero sorprendentemente importante, con un sector bancario cuatro o cinco veces m¨¢s grande de lo que se podr¨ªa esperar si se tiene en cuenta el tama?o de su econom¨ªa.
?Por qu¨¦ son los bancos chipriotas tan grandes? Porque el pa¨ªs es un para¨ªso fiscal en el que las corporaciones y los extranjeros acaudalados ponen su dinero a buen recaudo. Oficialmente, el 37% de los dep¨®sitos en los bancos chipriotas proceden de no residentes; la cifra verdadera, una vez que se contabiliza a los expatriados ricos y a las personas que son residentes en Chipre solo de nombre, seguramente es mucho m¨¢s elevada. B¨¢sicamente, Chipre es un lugar en el que la gente ¡ªsobre todo, pero no solo, los rusos¡ª oculta su riqueza tanto a los recaudadores de impuestos como a los reguladores. Independientemente del lustre que queramos darle, es b¨¢sicamente una cuesti¨®n de blanqueo de dinero.
Los ricos siguen utilizando libremente los para¨ªsos fiscales para evitar pagar impuestos como la gente de a pie
Y lo cierto es que gran parte de la riqueza nunca se movi¨®; solo se volvi¨® invisible. Sobre el papel, por ejemplo, Chipre se convirti¨® en un enorme inversor en Rusia, mucho mayor que Alemania, cuya econom¨ªa es cientos de veces mayor. Naturalmente, esto no era en realidad m¨¢s que ¡°viajes de ida y vuelta¡± para los rusos que utilizaban la isla como refugio fiscal.
Desgraciadamente para los chipriotas, entr¨® suficiente dinero de verdad para financiar algunas inversiones realmente malas, ya que sus bancos adquirieron deuda griega y concedieron pr¨¦stamos para una inmensa burbuja inmobiliaria. Antes o despu¨¦s, las cosas estaban abocadas a salir mal. Y as¨ª ha sido.
?Y ahora qu¨¦? Hay un fuerte paralelismo entre la situaci¨®n en Chipre en estos momentos y la de Islandia (una econom¨ªa de tama?o similar) hace unos a?os. Al igual que Chipre ahora, Islandia ten¨ªa un sector bancario enorme, inflado por los dep¨®sitos extranjeros, que era sencillamente demasiado grande para ser rescatado. La respuesta de Islandia fue b¨¢sicamente dejar que quebraran los bancos y aniquilar a esos inversores extranjeros, a la vez que se proteg¨ªa a los depositantes nacionales; y los resultados no fueron demasiado malos. De hecho, Islandia, con una tasa de desempleo bastante inferior a la de la mayor parte de Europa, ha capeado la crisis sorprendentemente bien.
Desdichadamente, la respuesta de Chipre a su crisis ha sido un absoluto desastre. Esto refleja, en parte, el hecho de que ya no tiene su propia divisa, lo que le hace depender de los responsables de tomar las decisiones en Bruselas y en Berl¨ªn, los cuales no han estado dispuestos a dejar que los bancos quiebren abiertamente.
Pero tambi¨¦n refleja las pocas ganas del propio Chipre para aceptar el final de su negocio de blanqueo de dinero; sus l¨ªderes todav¨ªa est¨¢n tratando de limitar las p¨¦rdidas para los depositantes extranjeros con la vana esperanza de que pueda reanudarse la normalidad, y estaban tan ansiosos por proteger a las grandes fortunas que han intentado limitar las p¨¦rdidas de los extranjeros expropiando a los peque?os depositantes nacionales. Al final, sin embargo, los chipriotas de a pie han manifestado su indignaci¨®n, el plan ha sido rechazado y, a estas alturas, nadie sabe qu¨¦ pasar¨¢.
Yo supongo que, al final, Chipre adoptar¨¢ una soluci¨®n parecida a la islandesa, pero a menos que acabe vi¨¦ndose obligado a abandonar el euro en los pr¨®ximos d¨ªas ¡ªuna posibilidad real¡ª es posible que primero pierda mucho tiempo y dinero en medias tintas para evitar enfrentarse a la realidad al tiempo que incurre en deudas enormes con pa¨ªses m¨¢s ricos. Ya veremos.
Pero deteng¨¢monos un minuto para pensar en el incre¨ªble hecho de que los refugios fiscales como Chipre, las islas Caim¨¢n y muchos m¨¢s sigan funcionando m¨¢s o menos igual que antes de la crisis financiera mundial. Todo el mundo ha visto el da?o que los banqueros fuera de control pueden infligir, pero as¨ª y todo, gran parte del negocio financiero mundial sigue canaliz¨¢ndose a trav¨¦s de jurisdicciones que permiten a los banqueros esquivar hasta las normativas m¨¢s suaves que hemos establecido. Todo el mundo se lamenta por los d¨¦ficits presupuestarios, pero a pesar de ello, las sociedades an¨®nimas y los ricos siguen utilizando libremente los para¨ªsos fiscales para evitar pagar impuestos como la gente de a pie.
As¨ª que no lloren por Chipre; lloren por todos nosotros, que vivimos en un mundo cuyos l¨ªderes parecen decididos a no aprender de los desastres.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de Princeton y premio Nobel de 2008
? New York Times Service 2013
Traducci¨®n de News Clips
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