El culpable debe pagar
?Los errores se pagan. Muchos pagaron con la poltrona sus errores personales, las equivocaciones nacionales, y tambi¨¦n el azar adverso: el griego Yorgos Papandreu, el irland¨¦s Brian Cowen, el portugu¨¦s Jos¨¦ S¨®crates, el espa?ol Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, el italiano Silvio Berlusconi. ?Nadie purgar¨¢ ahora el desatino con que se ha conducido el estallido chipriota? La crisis conjug¨® factores nacionales y europeos. Se ha debido a la elefantiasis de la banca local (entre cinco y siete veces el PIB de la isla), crecida al comp¨¢s del boom de las remuneraciones y la competencia fiscal desleal; el juego sucio de los semipara¨ªsos fiscales; el impacto de la malhadada quita griega (que al depreciar los bonos hel¨¦nicos desvaloriz¨® los balances de los bancos chipriotas, repletos de aquelllos); y a una gesti¨®n infernal, basada en la teor¨ªa del escarmiento sin l¨ªmites al pa¨ªs enfermo.
Debe protestar la ciudadan¨ªa europea, porque sus dirigentes la llevaron de nuevo al borde del colapso del euro
El pueblo llano chipriota puede leg¨ªtimamente protestar por el proceso y su resultado. No Chipre ¡ªni su ¨¦lite c¨®mplice del lavado de dinero ruso¡ª, responsable de, al menos, la mitad del entuerto, pues debe celebrar haber evitado la quiebra con dinero propio y, sobre todo, de los socios: fuera el victimismo. Ni el premier ruso, Dmitri Medv¨¦dev, que critica, desabrido, el ¡°saqueo del bot¨ªn¡±. Es intolerable en el dirigente de una democracia autocr¨¢tica, corrupta e insegura hasta para sus oligarcas... disidentes, que acaban encarcelados o suicidados.
Debe protestar la ciudadan¨ªa europea, porque sus dirigentes la llevaron de nuevo al borde del colapso del euro, uno de sus grandes logros. Que llame el Parlamento Europeo a los responsables. Que investigue la cuota-parte de cada uno en el dislate inicial de incumplir la norma europea y confiscar parte de los ahorros modestos, protegidos hasta 100.000 euros. Que empiece por el tierno presidente del Eurogrupo, el socialdem¨®crata holand¨¦s Jeroen Dijsselbloem. Que este sujeto no se vaya de rositas, escondido en un falso fonteovejunismo. Que se recuerde que en la madrugada del f¨²nebre d¨ªa 16, ¨¦l, el presidente ¡ªno Anastasiades, ni Draghi, ni Lagarde, ni Rehn, ni el conserje¡ª justific¨® p¨²blicamente la ilegalidad: ¡°Como es una contribuci¨®n a la estabilidad financiera de Chipre, parece justo pedir una contribuci¨®n de todos los tenedores de dep¨®sitos¡±. De todos. ?l es el primer culpable de incumplir la ley y de haber multiplicado la crisis. Aunque luego tratase de disfrazarlo. Y encima, ayer volvi¨® a meter la pata.
Pero con el escarmiento, con la expiaci¨®n de sus pecados, no se agota la lecci¨®n de esta crisis. Quedan dos tareas. Una es acelerar la uni¨®n bancaria, garantizando que todos contribuyen contra los reveses, pero que cada uno se paga sus vicios. La otra, completar la uni¨®n fiscal, focalizada ahora en el gasto y el d¨¦ficit: que llegue al ingreso, armonizando los impuestos ¡ªcon flexibilidad¡ª y acabando con la competencia fiscal desleal, ese impuesto de sociedades al 10% o al 12,5% propio de villanos y no de v¨ªctimas.
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