Chipre agrava las fisuras pol¨ªticas del euro
Bruselas teme que el rescate chipriota descarrile por la falta de estructuras en Nicosia para aplicar el ajuste y alerta de los riesgos por la fractura en el Eurogrupo
Las perspectivas de Europa suelen oscilar entre Pangloss y Cassandra: entre la seguridad anodina y la profec¨ªa funesta. Hace solo unos a?os, la Uni¨®n era v¨ªctima de lo que Felipe Gonz¨¢lez defin¨ªa como una ¡°dulce decadencia¡±; la prolongada y a ratos aguda crisis del euro ha hecho oscilar el p¨¦ndulo hacia los vaticinios apocal¨ªpticos. La actual Uni¨®n tiene lo peor de ambas visiones: no es que ya haya una Europa de dos velocidades, es que cada vez es m¨¢s evidente que hay dos Europas. Una, el Norte que impone su ley y que apenas nota la crisis; otra que va de cabeza a una depresi¨®n. En esas llega el rescate a un pa¨ªs que supone el 0,3% de la poblaci¨®n y el 0,2% del PIB del euro y lo pone todo patas arriba: Bruselas advierte de que la crisis de Chipre ¡°agrava la fractura entre Norte y Sur, entre Alemania y los dem¨¢s¡±, indica una alta fuente comunitaria, escondida tras un anonimato que es la ¨²nica forma de hacer autocr¨ªtica en la capital europea.
Los mercados han permanecido en relativa calma y los diques de contenci¨®n del euro han funcionado por ahora. Pero el rescate chipriota ha hecho aflorar dram¨¢ticamente problemas que se vienen incubando desde hace a?os. El desequilibrante peso de Alemania en los asuntos europeos no es nada nuevo. La dificultad actual reside en que Alemania no puede evitar desestabilizar Europa, por m¨¢s buenas que sean sus intenciones, que a veces son muy discutibles. Chipre sintetiza todo eso: los socios del euro, tras un tira y aflora melodram¨¢tico, han acordado el rescate y han evitado as¨ª el peor de los escenarios, una salida del euro con un efecto contagio devastador. No habr¨¢ apocalipsis wagneriano. Pero s¨ª se ha visto un crescendo de tensi¨®n que amenaza con trasladarse progresivamente desde la econom¨ªa a la pol¨ªtica.
Ese es el riesgo: que los europeos empiecen a pensar en la posibilidad de que haya intencionalidad pol¨ªtica tras alg¨²n patinazo econ¨®mico. ¡°Los esfuerzos para rescatar el euro est¨¢n destruyendo la trama que sostiene la Uni¨®n. Los l¨ªderes, en especial Alemania, deber¨ªan asegurarse de que el remedio no es peor que la enfermedad: la austeridad que se impone a la periferia y el modelo de rescate que va a ser Chipre corren el peligro de desencadenar una reacci¨®n que haga peligrar la integraci¨®n europea¡±, advierte Charles Kupchan, analista del Consejo de Relaciones Exteriores, uno de los centros de an¨¢lisis m¨¢s prestigiosos del mundo. El soci¨®logo Norman Birnbaum resume las razones del renovado pesimismo estadounidense sobre Europa: ¡°La combinaci¨®n de pol¨ªticos con mentalidad de ejecutivos, de economistas prisioneros de sus modelos y de modelos alejados de la realidad con el d¨¦ficit democr¨¢tico de la UE ha tra¨ªdo un desastre completamente predecible. Y lo peor puede que est¨¦ por venir¡±.
Chipre ven¨ªa de una d¨¦cada de burbuja, con una banca hipertrofiada y unas instituciones que no quer¨ªan saber de d¨®nde ven¨ªa el dinero: un limbo fiscal. Grecia pinch¨® ese globo. La banca buscaba arriesgadas rentabilidades en Atenas, y las p¨¦rdidas impuestas en los bonos griegos (otra decisi¨®n alemana) condenaron a la bancarrota al pa¨ªs entero. Europa acudi¨® al rescate a cambio de la ya habitual cura de adelgazamiento, pero esta vez, adem¨¢s, con algunos elementos ¡°experimentales¡±, como los ha definido el presidente Nikos Anastasiadis. Chipre debe desmantelar su indefendible modelo de negocio: del limbo al infierno. Y para ello cerrar¨¢ entidades e impondr¨¢ p¨¦rdidas a los accionistas y a la deuda de peor calidad, pero tambi¨¦n a la deuda de m¨¢xima calidad y a los dep¨®sitos de m¨¢s de 100.000 euros, tras llegar a flirtear incluso con gravar los de menos de 100.000.
Alemania no puede evitar desestabilizar al euro, pese a las buenas intenciones
Ese acuerdo abre una nueva etapa en la apasionante ¡ªen el sentido de la maldici¨®n china¡ª crisis europea. Por primera vez un Parlamento se rebela contra los acreedores del Norte. Por primera vez los l¨ªderes decretan que la deuda de m¨¢xima calidad y los dep¨®sitos no asegurados paguen la factura, lo que se ha traducido en un l¨®gico castigo en los mercados a la banca europea y alimenta la desconfianza de los ahorradores, que se preguntan si est¨¢n a salvo en Europa. Y por primera vez se ha producido un enfrentamiento abierto en el terreno pol¨ªtico, con declaraciones subidas de tono tras un sensacional golpe de mano de Alemania a trav¨¦s del holand¨¦s Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo.
El pegamento que une la eurozona es la confianza mutua entre sus miembros, y esta semana esa confianza se ha fisurado. El rescate ha sido una fenomenal ceremonia de la confusi¨®n, con acusaciones cruzadas por la paternidad de los errores que tendr¨ªan un punto c¨®mico si no fuera porque ese aire de camarote de los hermanos Marx le sienta muy mal a la alta pol¨ªtica. El punto de fuga se produjo cuando parec¨ªa que se restablec¨ªa la calma: en ese momento ¡ª¡°y no parece casualidad¡±, explica un ministro del Eurogrupo¡ª Dijsselbloem cont¨®, en un acceso de franqueza, que Chipre servir¨¢ como modelo para futuras crisis.
La sinceridad est¨¢ sobrevalorada: ah¨ª saltaron las alarmas. Porque nada de eso se deduc¨ªa del comunicado del Eurogrupo, que insist¨ªa en la ¡°excepcionalidad¡± de Chipre. El rescate hace emerger divergencias notables: esa receta es la que quiere Alemania, y esa misma receta es la que el Sur ¡ªpartidario de que el mecanismo permanente de rescate recapitalice directamente los bancos con problemas, tal como se ha acordado¡ª ahora no se puede permitir.
Lo peor puede que est¨¦ por venir Norman Birnbaum, soci¨®logo
Lo parad¨®jico es que ese debate es saludable: Europa tiene que encontrar un camino intermedio entre dos posturas extremas. Ya no vale el riesgo moral excesivo (la continua socializaci¨®n de las p¨¦rdidas con la banca mediante esa excusa-espantajo del miedo al contagio). Como tampoco vale la negaci¨®n del riesgo en operaciones como la de Chipre, que pone en peligro la confianza bancaria del continente. Europa trabaja en una normativa al respecto, con plazos holgados y mucho sentido com¨²n: la idea es que quien haya asumido riesgos se haga cargo de ellos si la cosa se tuerce y no sea el contribuyente quien pague el pato. En eso est¨¢n de acuerdo izquierda y derecha, Norte y Sur. Pero hay una cuesti¨®n clave: el tempo en la aplicaci¨®n de ese modelo. El precedente chipriota ten¨ªa que ser la norma en 2018 para dar tiempo a apuntalar los bancos de los pa¨ªses con problemas. Alemania presiona para acelerarlo. Y el Sur, en pleno saneamiento de la banca, teme una fuga de dinero si hay precipitaci¨®n.
La fractura est¨¢ servida. Chipre saca a la luz todo eso y mucho m¨¢s: las capitales no acaban de fiarse unas de otras; ha vuelto la versi¨®n m¨¢s dura del FMI, escamado con Grecia; nadie hace demasiado caso de los consejos de la Comisi¨®n, y el BCE se ha equivocado en este asunto y se ha mostrado peligrosamente dividido, cuando no desaparecido, indican fuentes europeas. Ese es el precario estado de ¨¢nimo de la Uni¨®n.
Las reformas comienzan a dar alg¨²n resultado en los pa¨ªses del sur
Y eso sucede justo cuando las reformas empiezan a dar alg¨²n resultado. La periferia ha recuperado competitividad. Ha logrado reducir los d¨¦ficits fiscales y comerciales a costa de un duro ajuste, al que adem¨¢s el Norte no ha contribuido. Pero Chipre hace saltar por los aires la enga?osa tranquilidad de los ¨²ltimos tiempos. El Sur empieza a recelar, fatigado por las sucesivas tandas de austeridad y reformas, con el paro y la pobreza en m¨¢ximos, descontento por el liderazgo arrogante de Berl¨ªn. En el Norte cunde tambi¨¦n el eurodesencanto, por otras razones. El ministro alem¨¢n Wolfgang Sch?uble tiene una curiosa teor¨ªa acerca de las cr¨ªticas a Berl¨ªn: ¡°Es como en la escuela: cuando uno saca mejores notas, los dem¨¢s sienten envidia¡±.
¡°Los ¨²ltimos acontecimientos son preocupantes¡±, dice Guntram Wolff, del think tank Bruegel, ¡°necesit¨¢bamos una acci¨®n pol¨ªtica que alineara a Norte y Sur, pero ocurre lo contrario y la situaci¨®n se torna extremadamente fr¨¢gil¡±. Las perspectivas a la corta no acompa?an. Seg¨²n fuentes europeas, ¡°el mundo va a seguir mirando a Chipre, el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil del euro pese al rescate. Quedan demasiados flecos: hay dudas de si Nicosia puede aplicar el ajuste requerido. Es un pa¨ªs sin estructuras al que adem¨¢s le espera una larga recesi¨®n; no puede descartarse un escenario a la griega¡±.
Pero lo m¨¢s preocupante son las fisuras en el Eurogrupo. Jakob Kirkegaard, del Peterson Institute, entiende las suspicacias del Sur: ¡°Francia y Espa?a tienen raz¨®n, Alemania debe pagar un precio pol¨ªtico por ese precedente chipriota que trat¨® de imponer sin consenso¡±. Para este experto, despu¨¦s de todo el revuelo, ¡°los dep¨®sitos de menos de 100.000 euros son m¨¢s seguros que nunca en Europa; en cambio los grandes ahorradores s¨ª van a ser m¨¢s cuidadosos¡±, concede, ¡°y eso va a presionar a los bancos d¨¦biles¡±.
Berl¨ªn debe pagar un precio pol¨ªtico por lo sucedido Jakob Kirkegaard, del Peterson Institute
La crisis de Chipre deja varias lecciones. Una: ¡°Demuestra que no todos los pa¨ªses son iguales; los intereses de los grandes cuentan m¨¢s¡±, afirma la europarlamentaria Sharon Bowles. Dos: ¡°Ni siquiera hay solidaridad entre los peque?os: Malta o Luxemburgo tratan de desmarcarse de Chipre; Irlanda y Portugal, de Grecia. Y es dif¨ªcil que Francia, Espa?a e Italia lideren una alternativa por su debilidad¡±, dice el historiador Kevin O¡¯Rourke. Y tres: Berl¨ªn ha actuado con Chipre como un cruzado, en parte con raz¨®n, pero su liderazgo tiene ribetes ego¨ªstas: instaurar ahora el modelo chipriota de resoluci¨®n de crisis le beneficia. ¡°Si Berl¨ªn hace eso por analfabetismo econ¨®mico, se desacredita. Y si lo hace a sabiendas, peligro: esos rescates en momentos delicados tienen un gran impacto sobre la vida de las personas. Si el p¨¦ndulo est¨¢ tan del lado alem¨¢n en una crisis tan larga, el experimento europeo puede descarrilar¡±, cierra O¡¯Rourke.
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