Impedir o evitar los desahucios

Hay dos maneras de acabar con la tragedia de los desahucios. Una es impedirlos. La otra, evitarlos. Y quiz¨¢ puedan combinarse.

La tragedia humana es hiriente. Los suicidios de deudores al filo del desalojo se han parado moment¨¢neamente, gracias a la alarma social, a la movilizaci¨®n c¨ªvica y a la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE que permite a los jueces detener los procesos si median acusaciones de cl¨¢usulas abusivas. Pero ah¨ª est¨¢n, para verg¨¹enza de todos nosotros. De todos.

Las cifras, aunque fueron invisibles, son espeluznantes: 391.032 desahucios en el quinquenio 2008-2012 (a tercer trimestre). Los que est¨¢n en tr¨¢mite son 198.000. Claro que suman todo tipo de evicciones, desde viviendas a despachos o garajes. En todo caso, muchas son de hogares familiares: el 88% de los cr¨¦ditos hipotecarios a la vivienda se concentra en las primeras residencias.

La manera de impedir por la brava los desahucios es la daci¨®n en pago que propone la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) que tiene como portavoz a Ada Colau. No pretende la posibilidad de entrega del hogar como pago de la hipoteca con car¨¢cter universal, contra lo que se dice, sino en el caso de primera residencia.

La propuesta tiene una ventaja: es clara, radical, y suministrar¨ªa un alivio inmediato a muchos ciudadanos. Y en cierto sentido, es proporcionada, pues el error del excesivo endeudamiento cometido por la familia es el env¨¦s del error de la entidad de cr¨¦dito que se lo concedi¨®, a veces con f¨®rceps. No ha habido en la historia un boom inmobiliario sin la complicidad de un sistema bancario que lo financiase. Ning¨²n Poncio puede lavarse las manos, todos los Pilatos deber¨¢n aportar algo a la soluci¨®n.

El impacto negativo de la daci¨®n en pago es triple: inseguridad jur¨ªdica, encarecer¨ªa las hipotecas futuras y agravar¨ªa a¨²n m¨¢s las cuentas de la banca

El impacto negativo de esta f¨®rmula, que con demasiada rapidez descarta el Gobierno, es triple. Toda medida retroactiva provoca inseguridad jur¨ªdica, aunque pueda alegarse fuerza mayor y la legislaci¨®n vecina.

Adem¨¢s, encarecer¨ªa las hipotecas futuras, pues los bancos las conceder¨ªan a cambio de muchas m¨¢s garant¨ªas y a tipos m¨¢s altos que cubrieran el susto de que les devolviesen el ladrillo: eso dificultar¨ªa el acceso a la vivienda de los menos instalados, lo que quiz¨¢ conviene desde el punto de vista de la responsabilidad individual y colectiva, ¡ªas¨ª como fomentar el alquiler¡ª, pero no ser¨ªa un logro social del que enorgullecerse.

Y estropear¨ªa las cuentas de la banca, lo que interesa poco a la ciudadan¨ªa, si acaba pagando sus platos rotos. ?Cu¨¢nto las estropear¨ªa? Hasta ahora la banca ha estimado el roto en unos 4.000 millones de euros. Si s¨®lo es eso, no deber¨ªa haber problema para encontrarlos, incluso queda un amplio remanente del rescate bancario que, negociando con la UE, quiz¨¢ podr¨ªa usarse. Juega en favor de un perjuicio limitado la tendencia de las familias a sacrificarlo todo, antes que impagar la hipoteca. Y en consecuencia, la muy modesta morosidad de la vivienda: el 3,49% del total de los cr¨¦ditos, apenas un tercio de la mora total.

Pero la cifra de p¨¦rdidas podr¨ªa aumentar: el paro dispara la mora, y a ¨¦sta hay que a?adirle los pisos ya adjudicados a la banca. En un escenario adverso, la auditor¨ªa de Oliver Wyman del 28 de septiembre preve¨ªa un 5,5% de p¨¦rdidas. Y se deteriorar¨ªan las c¨¦dulas hipotecarias que empaquetan esos cr¨¦ditos, que totalizan 425.000 millones.

Por eso, una daci¨®n en pago con car¨¢cter muy amplio para todos los casos de vulnerabilidad y riesgo de exclusi¨®n que impida buena parte de los desahucios, podr¨ªa completarse con otra f¨®rmula, que los evite. Y que permita que las familias sigan viviendo en sus casas y los bancos no se hundan.

La aplic¨® Franklin Delano Roosevelt el 13 de junio de 1933, a los dos meses de estrenar presidencia, y a los cuatro a?os de la Gran Depresi¨®n. Mont¨® la HOLC (Home Owner's Loan Corporation), organismo p¨²blico que compr¨® a los bancos posiciones acreedoras en las hipotecas, a cambio de bonos. Y desde esas posiciones reestructur¨® la deuda de las familias ca¨ªdas en el desempleo y asfixiadas por la crisis: dio quitas; ampli¨® plazos desde los habituales cinco a?os hasta 20; y baj¨® tipos de inter¨¦s, una operaci¨®n que salv¨® a 25 millones de familias, por 4.750 millones de euros, el 8,4% del PIB de EE UU. Redujo ¡°sustancialmente¡± el n¨²mero de desahucios, el de suspensiones de pagos individuales, y el esfuerzo del pago de la hipoteca. La historia de esta iniciativa la encontrar¨¢n en Dealing with household debt, el cap¨ªtulo 3 del World Economic Outlook publicado por el FMI el pasado abril. ?La copiamos?