Asfixia empresarial
La crisis est¨¢ diezmando el censo de peque?as y medianas empresas. M¨¢s del 99% de las empresas europeas son pymes. Estas contribuyen con m¨¢s del 50% del valor a?adido total creado por el sector empresarial y proporcionan dos de cada tres empleos privados. A diferencia de Estados Unidos, donde aproximadamente la mitad de los empleos se localizan en pymes, en la Europa continental ese porcentaje es significativamente m¨¢s elevado: en Italia alcanza el 80%, y en Espa?a, el 70%.
En nuestra econom¨ªa son estas empresas las que est¨¢n sufriendo dos principales formas de asfixia: la depresi¨®n de la demanda y, no menos importante, la derivada de la ausencia de financiaci¨®n. Por estas dos causas, no solo quedan da?adas las cuentas de resultados, sino que acaban despareciendo demasiadas empresas, incluso las que disponen de niveles de calidad de la gesti¨®n homologables a las competidoras europeas. Lo que es peor, esas mismas causas se a?aden a algunas que tradicionalmente se han destacado como entorpecedoras de la natalidad empresarial en nuestro pa¨ªs.
La cantidad de empresas que se crean en t¨¦rminos netos, y su calidad, son algunas de las condiciones para la prosperidad de una econom¨ªa. En Espa?a se ha avanzado en los ¨²ltimos a?os en asignar buenos talentos a la funci¨®n empresarial, aun cuando persisten dificultades que se reflejan a?o tras a?o en esa clasificaci¨®n, Doing Business, que realiza el Banco Mundial para la pr¨¢ctica totalidad de los pa¨ªses. El correspondiente a 2013 sigue situ¨¢ndonos en una mala posici¨®n. Ya sea por el n¨²mero de tr¨¢mites o por el consumo de tiempo requerido, alumbrar nuevas empresas no es un empe?o f¨¢cil. Persisten todav¨ªa m¨¢s factores disuasorios que incentivadores de la asunci¨®n de proyectos que signifiquen asunci¨®n de riesgos. Y la severidad con que la crisis se manifiesta en Espa?a no ha favorecido precisamente esos incentivos. La regeneraci¨®n empresarial, fundamento de la modernizaci¨®n de la econom¨ªa, no est¨¢ garantizada.
Con independencia de factores estructurales que debilitan la capacidad de supervivencia de las empresas ¡ªcalidad y grado de profesionalizaci¨®n de la funci¨®n de direcci¨®n, internacionalizaci¨®n de sus actividades y, en ¨²ltima instancia, la propia dimensi¨®n de las unidades¡ª, las dificultades ahora m¨¢s relevantes son de naturaleza financiera. No es algo nuevo: desde el inicio de la crisis la captaci¨®n de recursos ajenos ha sido cada d¨ªa m¨¢s dif¨ªcil, no solo en Espa?a, pero en los ¨²ltimos a?os se ha acentuado, y con ¨¦l, la diferenciaci¨®n adversa de las empresas espa?olas. Las empresas peque?as sufren m¨¢s con los habituales retrasos de las Administraciones P¨²blicas, son menos capaces de captar financiaci¨®n bajo todas sus modalidades, y la que llega lo hace en condiciones cada d¨ªa m¨¢s onerosas. No era una conclusi¨®n dif¨ªcil de deducir a poco que escuch¨¢ramos a empresarios espa?oles, con bastante independencia del sector. Ahora han sido las instituciones europeas, y de forma destacada el Banco Central Europeo (BCE), la que ha confirmado los problemas que existen en la transmisi¨®n de su pol¨ªtica monetaria. De poco sirve que se ampl¨ªen las facilidades de liquidez y las reducciones de tipos de inter¨¦s a los bancos, si estos no hacen llegar aquella a los destinatarios que m¨¢s la necesitan: los que han de transformarla en proyectos de inversi¨®n y en empleo. Esa sequ¨ªa crediticia es hoy no solo el m¨¢s poderoso freno al necesario fortalecimiento de todas las formas de capital, incluido, desde luego, el humano, sino la principal amenaza a la supervivencia.
La cantidad de empresas que se crean en t¨¦rminos netos, y su calidad, son algunas de las condiciones para la prosperidad de una econom¨ªa
Esas dificultades son particularmente m¨¢s dif¨ªciles de sortear en econom¨ªas como la espa?ola, en la que, como en estas mismas p¨¢ginas hemos comentado en numerosas ocasiones, la configuraci¨®n de su sistema financiero est¨¢ basada de forma dominante en el papel de los bancos. Es la intermediaci¨®n bancaria la que canaliza buena parte de los activos y pasivos financieros de todos los agentes econ¨®micos, desde luego, de las familias y empresas. De estas ¨²ltimas, las pymes de forma particular, dadas las dificultades que su propia dimensi¨®n significa para el acceso a otras formas de financiaci¨®n como las basadas en los mercados de financiaci¨®n directa. La apelaci¨®n a las emisiones de bonos o de cualquier tipo de t¨ªtulos es poco m¨¢s que testimonial, y tampoco el desarrollo de las modalidades de capital riesgo favorece la reducci¨®n de la dependencia casi total de la financiaci¨®n bancaria de las empresas de peque?a dimensi¨®n. Su racionamiento, o su excesivo encarecimiento, agravan los problemas de la econom¨ªa espa?ola frente a los de cualquier otra econom¨ªa con sistemas financieros con una mayor diversidad de instituciones y operadores.
Los datos del BCE dejan lugar a pocas dudas. La diferencia entre el tipo que pagan los bancos por tomar liquidez en esa instituci¨®n y el tipo medio al que prestan a las empresas se mantiene en rangos ciertamente elevados en el conjunto del ¨¢rea, pero son excesivos en las econom¨ªas del Sur: m¨¢s de tres veces la correspondiente a las econom¨ªas consideradas centrales. Es verdad que en esa diferencia influye el coste medio de captaci¨®n de pasivo ordinario, la remuneraci¨®n de los dep¨®sitos a los clientes, que en Espa?a, por ejemplo, ha sido y sigue siendo significativamente m¨¢s elevada que en el resto. Pero tambi¨¦n la m¨¢s desigual propensi¨®n a prestar de los bancos espa?oles y, desde luego, la m¨¢s d¨¦bil capacidad de negociaci¨®n de las peque?as empresas espa?olas.
En ausencia de decisiones externas excepcionales, el restablecimiento de los flujos de financiaci¨®n crediticia no es una tarea f¨¢cil. Sobre el sistema bancario espa?ol pesan los problemas gen¨¦ricos de la eurozona y las amenazas derivadas de la propia recesi¨®n de la econom¨ªa espa?ola. El propio cuadro macroecon¨®mico que acaba de hacer p¨²blico el Gobierno no constituye precisamente un incentivo al restablecimiento de la oferta de cr¨¦dito. Sin necesidad de entrar en consideraciones espec¨ªficas de cada una de las entidades, hacer banca al por menor con unas constantes cl¨ªnicas como las que hoy exhibe la econom¨ªa espa?ola ¡ªniveles de endeudamiento de familias y empresas hist¨®ricamente elevados, contracci¨®n del crecimiento econ¨®mico no inferior al 1,5%, tasa de paro superior al 27% y un descenso de la renta disponible notable¡ª no es el m¨¢s atractivo de los negocios.
En realidad, ese cuadro macroecon¨®mico no permite descartar la necesidad de recapitalizaciones adicionales de algunas entidades bancarias, que necesariamente habr¨¢n de hacerse con fondos p¨²blicos. Las autoridades espa?olas tienen disponible todav¨ªa el 60% de la l¨ªnea de cr¨¦dito asociada al rescate sectorial acordado el pasado julio. Como tampoco pueden descartarse movimientos adicionales de concentraci¨®n entre entidades bancarias que no favorecer¨¢n precisamente la ya muy debilitada capacidad de negociaci¨®n de las empresas de menor dimensi¨®n.
Con independencia de las decisiones que eventualmente adopte el BCE, la definitiva normalizaci¨®n de la financiaci¨®n empresarial y, con ella, la existencia de tasas netas de natalidad empresarial adecuadas no tendr¨¢ lugar hasta que no se restablezcan ritmos de crecimiento econ¨®mico suficientes en la eurozona. Y esto, sin excluir actuaciones espec¨ªficas sobre los sistemas bancarios, nos remite necesariamente a pol¨ªticas de demanda que tambi¨¦n habr¨¢n de venir de fuera: flexibilizaci¨®n significativa de la consolidaci¨®n fiscal hoy dominante, concreci¨®n de decisiones de inversi¨®n paneuropea por el Banco Europeo de Inversiones y adopci¨®n de orientaciones menos proc¨ªclicas en aquellas econom¨ªas con mayor margen de maniobra y menor escrutinio de los mercados financieros.
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