La alternativa es no perseverar en el error
El mundo est¨¢ cada vez menos dispuesto a esperar el milagro, a creer que las cosas se arreglar¨¢n sin que intervengamos¡±. Esta frase, que ser¨ªa aplicable al hartazgo general que est¨¢ provocado la actual situaci¨®n econ¨®mica, tiene, sin embargo, ochenta a?os. Fue escrita en 1933 por John Maynard Keynes, padre intelectual de una pol¨ªtica econ¨®mica que logr¨® el mayor desarrollo de la historia y alumbr¨® el Estado de bienestar.
La gran recesi¨®n que nos atenaza se parece mucho a la Gran Depresi¨®n que vivieron EE UU y Europa en los a?os treinta del siglo pasado. Sobre todo, en el hecho de que existe un sector de pol¨ªticos, economistas y voceros que tienen fe ciega en las opacas fuerzas del mercado y que ponen el grito en el cielo cada vez que se pide que las Administraciones P¨²blicas intervengan para frenar la sangr¨ªa econ¨®mica, social y laboral que nos golpea desde hace cinco a?os.
Este grupo de inmovilistas, esta caverna econ¨®mico-ideol¨®gica, nos quiere convencer de que no hay alternativas. De que el ¨²nico ¡ªy doloroso¡ª remedio para nuestros males es austeridad expansiva, amputaci¨®n de servicios sociales y devaluaci¨®n sistem¨¢tica de derechos.
Pero hay que decir alto y claro que este mismo sector neoliberal es el que ceb¨® la burbuja inmobiliaria y dio cobertura al saqueo de las entidades financieras, a las primas millonarias de sus gestores y al dise?o de productos t¨®xicos como las acciones preferentes. Los mismos que causaron la peor recesi¨®n econ¨®mica de los ¨²ltimos 80 a?os son los que ahora se erigen como salvadores con su receta ¨²nica de austeridad y reparto de miseria.
Tampoco se dice que los fundamentos te¨®ricos de los fundamentalistas de la austeridad son err¨®neos. Hace unas semanas, Olivier Blanchard, economista jefe del FMI, admiti¨® que la pol¨ªtica de austeridad estaba teniendo efectos mucho m¨¢s perversos de los que hab¨ªan esperado. Recientemente se ha descubierto que el estudio en el que los profesores Rogoff y Reinhart sostienen que una deuda p¨²blica por encima del 90% del PIB lastra irremediablemente la reactivaci¨®n econ¨®mica tiene fallos de dise?o.
La austeridad a ultranza no funciona ni funcionar¨¢, por mucho que se empe?en los moralistas del mercado. El problema de fondo es que han convertido a la econom¨ªa en su nueva religi¨®n, y por ello se permiten el lujo de darnos lecciones elevadas sobre moral y valores, en vez de aportar f¨®rmulas para que entre todos salgamos de esta dolorosa zanja en la que nos metieron.
Todo paciente aquejado de una enfermedad larga y compleja necesita de medicamentos de amplio espectro y del cuidado constante por parte de especialistas. Nuestra econom¨ªa se encuentra en ese estado cr¨®nico, por ello necesita actuaciones a todos los niveles. Y si no puede recuperarse por s¨ª misma, el sentido com¨²n y la experiencia hist¨®rica recomiendan un apoyo continuado por parte de los poderes p¨²blicos hasta que remonte su decaimiento
?Por qu¨¦ tenemos que esperar sentados un ¡®milagro¡¯ que nos saque de la par¨¢lisis que sufrimos?
Siempre he cre¨ªdo que la pol¨ªtica debe defender al m¨¢s d¨¦bil y que la econom¨ªa debe mejorar la vida cotidiana de las personas. Por ello pienso que las administraciones p¨²blicas deben actuar de forma contrac¨ªclica, dando un paso adelante cuando el sector privado entra en crisis y se bate en retirada. Austeridad en fases de crecimiento y est¨ªmulo en recesi¨®n. Esta debe ser la m¨¢xima del sector p¨²blico a la hora de sostener el empleo y garantizar que nuestra maquinaria econ¨®mica y social funcione correctamente.
Esto es lo que hizo el primer Gobierno socialista de Euskadi, que tuve el enorme honor de presidir como lehendakari, durante la pasada legislatura. Combinar austeridad inteligente ¡ªaquella que elimina duplicidades e ineficiencias sin da?ar irreversiblemente los servicios sociales b¨¢sicos¡ª con est¨ªmulos a la econom¨ªa real, a las empresas que crean verdadero valor, sostienen el empleo y levantan la persiana de madrugada para competir en un mercado globalizado.
Si sabemos que la austeridad ciega, expansiva y a ultranza no es la soluci¨®n, ?por qu¨¦ tenemos que esperar sentados un milagro que nos saque de la par¨¢lisis que sufrimos?
En primer lugar, hemos de girar el tim¨®n de nuestra pol¨ªtica econ¨®mica, enfrent¨¢ndonos a los fundamentalistas que nos quieren hacer creer que no hay alternativas, que la austeridad y las oscuras fuerzas del mercado son el ¨²nico remedio contra la miseria social y econ¨®mica. Debemos renovar la agenda econ¨®mica y pol¨ªtica a trav¨¦s de la mejora de nuestro debate p¨²blico.
El Gobierno de Espa?a debe orientar sus presupuestos a un doble objetivo. Por un lado, a garantizar los servicios sociales (para que no se extiendan epidemias como la privatizaci¨®n salvaje de la sanidad en Madrid), y por otro, a promover un plan masivo de inversi¨®n dirigido a mejorar nuestras infraestructuras, espolear la innovaci¨®n y aumentar nuestra eficiencia energ¨¦tica; unas acciones que tendr¨¢n un efecto positivo sobre la econom¨ªa y el empleo, al influir en sectores tractores que pueden dinamizar el resto del sistema econ¨®mico.
Este plan no debe orientarse a realizar gasto corriente no productivo, sino hacia una inversi¨®n inteligente e innovadora que empape al conjunto de las comunidades aut¨®nomas, lanz¨¢ndolas en una espiral positiva de creaci¨®n de empleo y reforma competitiva.
Y estas acciones, este tratamiento alternativo, deben ir acompa?adas del imprescindible apoyo de nuestros socios europeos. Alemania y los pa¨ªses del centro y del norte de Europa deben adoptar pol¨ªticas fiscales expansivas que estimulen la demanda en el resto de pa¨ªses europeos y ayuden a sobrellevar el profundo proceso de reformas y austeridad inteligente que hemos de llevar cabo. Tambi¨¦n tenemos que dotar de nuevos objetivos al Banco Central Europeo para que act¨²e como ¨²ltimo defensor y guardameta del euro y de la Uni¨®n Europea, el mayor proyecto democr¨¢tico e internacionalista que ha alumbrado la humanidad.
El paro es el principal problema econ¨®mico de Espa?a. Aun as¨ª, el Gobierno de Rajoy proyecta la sensaci¨®n de que el desempleo no puede ser vencido, que hay que resignarse a ¨¦l. Debemos colaborar e impulsar la actividad de los emprendedores, y ser imaginativos buscando nuevas ideas para fomentar la empleabilidad y la generaci¨®n de puestos de trabajo. Por ejemplo, nuestra econom¨ªa cuenta con grandes empresas internacionalizadas que necesitan incorporar talento joven en sus delegaciones en el extranjero. ?No ser¨ªa una buena idea poner en marcha un programa para subvencionar la contrataci¨®n por un a?o de las personas j¨®venes desempleadas en empresas espa?olas en el exterior? En Euskadi, el Gobierno socialista lanz¨® este novedoso programa en 2012, y en la actualidad cientos de j¨®venes tienen una oportunidad laboral de la mano de una empresa vasca internacionalizada.
Nuestra obligaci¨®n pol¨ªtica y ¨¦tica es no esperar sentados a que las arbitrarias fuerzas del mercado act¨²en, sino ponernos manos a la obra y conseguir salir de esta situaci¨®n. La ciudadan¨ªa nos est¨¢ pidiendo a gritos que acabemos de una vez con la receta fallida de la austeridad a toda costa y que dejemos de estar guiados por la caverna econ¨®mica, que vuelve a los comportamientos previos a la ca¨ªda de Lehman Brothers.
Aunque los ¨²ltimos cinco a?os han sido extremadamente duros y hemos tenido que apretar los dientes, nunca hemos de olvidar que Espa?a sigue siendo el lugar del mundo que m¨¢s se ha desarrollado en los ¨²ltimos 40 a?os. Si nuestros abuelos vieran lo que se ha conseguido no dejar¨ªan que cay¨¦ramos en el des¨¢nimo, sino que nos empujar¨ªan a no bajar los brazos, a seguir mejorando, a luchar por la sociedad democr¨¢tica y justa que se afanaron en construir.
Por ello, creo firmemente que hay alternativas si nos ponemos a la faena sin hacer caso a los agoreros. La noche siempre es m¨¢s oscura justo antes del amanecer. Pero depende de nosotros sacudirnos las tinieblas a las que se nos quiere condenar.
Patxi L¨®pez es secretario general del Partido Socialista de Euskadi (PSE-EE) y exlehendakari del Gobierno vasco.
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