Contra los ¡®b¨²nkeres¡¯ fiscales
Las jurisdicciones desfiscalizadas han contribuido enormemente al agravamiento de la crisis financiera iniciada en la Gran Recesi¨®n
Las nuevas iniciativas de la Uni¨®n Europea, el G-20 y la OCDE contra los para¨ªsos y otras permisivas jurisdicciones que pueden englobarse en el concepto de ¡°b¨²nkeres fiscales¡± constituyen un s¨ªntoma de vivacidad institucional, aunque ni mucho menos haya que tocar campanas todav¨ªa, dadas las frustrantes experiencias del pasado en este ¨¢mbito. Y es que las agencias de calificaci¨®n y las jurisdicciones desfiscalizadas han contribuido enormemente al agravamiento de la crisis financiera iniciada en la Gran Recesi¨®n.
Desde ellas se distribuyeron productos t¨®xicos como las hipotecas subprime y los productos derivados m¨¢s ins¨®litos e incontrolados, que han inundado los balances bancarios de agujeros crecientes al modo del trabajo de las termitas o de las din¨¢micas de las met¨¢stasis.
Desde ellas ¡ªy no solo desde los ancestrales para¨ªsos caribe?os o las islas del Canal¡ª se nutri¨® la burbuja financiera de pr¨¦stamos personales y tarjetas de cr¨¦dito al consumo, como sucedi¨® en el Estado de Delaware, emporio donde radican los domicilios sociales de buena parte de las mayores multinacionales del planeta.
Desde ellas se contamin¨® al capitalismo industrial con artificiales ingenier¨ªas e inmoralidades financieras, generando una catastr¨®fica, a¨²n vigente, distorsi¨®n estructural en la competencia leal. Las ventajas adquiridas mediante la pirater¨ªa fiscal favorecen, s¨ª, a las grandes empresas frente a las pymes, pero tambi¨¦n a las grandes sin escr¨²pulos ¡ªclientes y usuarias de los territorios offshore¡ª frente a las que a¨²n los mantienen, y conservan la plena legalidad de sus negocios onshore.
Desde ellas se apoy¨® a las sociedades criminales a disfrazarse con las apariencias de las empresas leg¨ªtimas, y se incentiv¨® a que estas adoptasen algunos comportamientos propios de los sospechosos habituales.
Los esc¨¢ndalos aflorados, el creciente descubrimiento de que personajes p¨²blicos aparentemente dignos han actuado como evasores fiscales, estimularon a las instituciones a retomar el problema, que languidec¨ªa en un G-20 declinante respecto a su revigorizaci¨®n de 2008.
Las instituciones de la UE se proponen reforzar sus viejas directivas de manera que la informaci¨®n autom¨¢tica mutua entre los Estados miembros abrace ahora a todos los datos financieros relevantes, y no solo de las personas f¨ªsicas, sino tambi¨¦n de las jur¨ªdicas. Y propondr¨¢n que se extienda a todo el mundo. Y los presidentes de la Comisi¨®n y del Consejo Europeo han prometido una actuaci¨®n m¨¢s en¨¦rgica contra los b¨²nkeres fiscales. Habr¨¢ que someter tales promesas a la verificaci¨®n de la realidad. Sobre todo porque m¨¢s de un Estado miembro ¡ªReino Unido y Luxemburgo, pero tambi¨¦n la Holanda que es patria del presidente del Eurogrupo¡ª tienen en este asunto lacerantes intereses creados.
No es el menor que esos Estados miembros sean en s¨ª mismos camuflados b¨²nkeres fiscales. Una depredadora especie que puede extraer de las ¨¦lites de los pa¨ªses m¨¢s pobres cerca de un bill¨®n de euros anuales, ese aut¨¦ntico impuesto confiscatorio de su desarrollo econ¨®mico. La involucraci¨®n de los pa¨ªses emergentes, m¨¢s sensibles a estas realidades, deber¨ªa coadyuvar al impulso de los trabajos del G-20 para recuperar una fiscalidad internacional eficiente y equitativa. Deber¨ªa. ?Ser¨¢ as¨ª?
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