Polic¨ªa malo y polic¨ªa bueno
Los ¨²ltimos datos de Eurostat sobre la evoluci¨®n econ¨®mica de la zona euro evidencian el estrepitoso fracaso de las pol¨ªticas de austeridad a ultranza impulsadas a largo plazo desde Bruselas. Mientras que las otras zonas del mundo desarrollado (EE UU, Jap¨®n, Gran Breta?a) caminan hacia la salida de la Gran Recesi¨®n, apoyadas en las muletas monetarias de sus bancos centrales, la eurozona se aletarga y se sume en la crisis m¨¢s larga desde que existe la moneda ¨²nica, mientras su banco central (el BCE) presume de ortodoxia y lucha contra los molinos de viento de una inflaci¨®n que no existe.
Los datos del primer trimestre del a?o, sin sorpresa alguna para los coyunturalistas, han hecho saltar los nervios de algunos de nuestros representantes p¨²blicos. Se ha puesto de moda una nueva modalidad: una cierta contradicci¨®n en aspectos no principales de la pol¨ªtica econ¨®mica ¡ªque nunca acaba en ruptura¡ª entre la marioneta (Bruselas) y quien la mueve (Berl¨ªn). La primera acusa a la otra de inflexible y asfixiante y Alemania humilla a la Comisi¨®n calific¨¢ndola de ineficaz t¨¦cnicamente y mala gestora. Se supone que este reparto de papeles entre el polic¨ªa malo y el polic¨ªa bueno terminar¨¢ cuando las elecciones de septiembre en Alemania abran un tiempo nuevo¡ en el que las cosas no cambiar¨¢n mucho, y cuando los actuales comisarios sean sustituidos por otros, tras las elecciones al Parlamento Europeo.
La pasada semana tuvo lugar una de las representaciones m¨¢s impl¨ªcitas de este reparto de papeles: el ministro alem¨¢n de Finanzas, Wolfgang Sch?uble, en presencia de Dur?o Barroso, criticaba con dureza a la Comisi¨®n Europea por no haber conseguido poner en marcha medidas para luchar contra el desempleo (¡°La casa europea no puede construirse si se hace esperar a?os a toda una generaci¨®n¡±, dijo quien impide cualquier alegr¨ªa para estimular los mercados de trabajo de los pa¨ªses del sur) y por no ser ¡°m¨¢s eficiente¡± en la gesti¨®n de la crisis. Dur?o solo pudo balbucear su respuesta: Alemania deber¨ªa hacer m¨¢s para tirar de la econom¨ªa de la zona.
Aparecen algunas contradicciones entre la marioneta (Bruselas) y quien la mueve (Berl¨ªn)
Cuarenta y ocho horas antes de esto, el Ecof¨ªn (reuni¨®n de los ministros de Econom¨ªa de los Veintisiete) apenas fue capaz de avanzar en aspectos tan importantes para la construcci¨®n europea como la uni¨®n bancaria (que incluye los mecanismos institucionales y las garant¨ªas ciudadanas para tratar a un banco de la zona cuando tenga dificultades de liquidez y de supervivencia, sin que vuelva a saltar el estado de alarma social motivado por la resoluci¨®n de la intervenci¨®n chipriota que, en un primer momento, inclu¨ªa la expoliaci¨®n de los dep¨®sitos menores de 100.000 euros) o la lucha contra los para¨ªsos fiscales, tan ret¨®rica como lenta. ?Por qu¨¦ no se avanz¨®? Porque Alemania se opone a los calendarios que pretende poner en marcha el BCE, apoyado en esto por pa¨ªses como Francia, Espa?a o la propia Comisi¨®n Europea.
El duelo contin¨²a. Este fin de semana el presidente del banco central de Alemania (Bundesbank), Jens Weidmann ¡ªel m¨¢s ortodoxo de los ortodoxos¡ª critic¨® en una entrevista a su colega Mario Draghi, gobernador del BCE (Weidmann pertenece el consejo de administraci¨®n del BCE) porque la disposici¨®n de este ¨²ltimo a comprar bonos soberanos a cambio de m¨¢s reformas conduce a ¡°riesgos y efectos secundarios¡± como los que est¨¢n corriendo la Reserva Federal, el Banco de Jap¨®n o el Banco de Inglaterra. Objetivo: no moverse ni un mil¨ªmetro del marco estatutario del BCE, el m¨¢s restrictivo en sus actuaciones en relaci¨®n con sus colegas de otras partes.
Estos enfrentamientos, muchas veces m¨¢s te¨®ricos que eficaces, pillan como testigos a los pa¨ªses que los sufren. El resultado es que en su seno se ha roto el unanimismo existente, a derecha e izquierda, sobre el euro como motor de la unificaci¨®n europea. Cada vez se escucha m¨¢s la aseveraci¨®n de que Europa es m¨¢s importante que el euro y que la moneda ¨²nica se cre¨® para mejorar la vida de la gente y no para llevarla a la ruina. Casi un a?o despu¨¦s de que los gobernantes se conjuraran para salvar al euro se tiene la sensaci¨®n de que la tendinitis (la crisis de la deuda p¨²blica) se ha superado, pero la verdadera enfermedad de la zona (el paro y el estancamiento) avanza a la vista de todos.
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