La desuni¨®n bancaria es devastadora
Los pr¨®ximos d¨ªas, antes de la cumbre europea de fin de mes y semestre, nos indicar¨¢n si avanzamos hacia la uni¨®n bancaria al paso, que el trote y el galope est¨¢n descartados por Berl¨ªn. Es buen momento para preguntarnos: ?para qu¨¦ debe servir la uni¨®n bancaria? La cuesti¨®n no ata?e solo a los banqueros.
La uni¨®n debe servir para evitar crisis como las de Irlanda o Chipre. Esos colapsos fueron originados por la insolvencia de sus principales bancos, que acabaron contagi¨¢ndolo todo, al responder el Estado por ellos. Y amenazaron en consecuencia su continuidad en el euro y la propia existencia de este. Con uni¨®n bancaria, apoquinar¨ªan todos los acreedores privados que conviniese, pero responder¨ªa al final un conjunto mucho m¨¢s poderoso que un Estado miembro en solitario: la eurozona al completo.
Lo ha formulado con otro fraseo el presidente del BCE, Mario Draghi. Ese proyecto ¡°es importante¡±, dijo el 24 de mayo, ¡°porque facilitar¨¢ la ruptura de los v¨ªnculos que unen a los bancos con sus respectivas soberan¨ªas, y esos v¨ªnculos fueron los que provocaron la fragmentaci¨®n en los mercados financieros de la eurozona¡±. El c¨ªrculo deuda bancaria excesiva-deuda soberana se tornaba vicioso cuando el aval de los Estados trocaba en p¨²blica la deuda financiera privada (incluso sin ¨¦l, impl¨ªcitamente, por la probabilidad de que acudir¨ªan al rescate de los bancos) o cuando los bancos buscan congraciarse con sus Gobiernos comprando sus bonos del Tesoro, asimismo suculentos, pues mejor retribuidos cuanto m¨¢s vulnerables.
A las pymes espa?olas el cr¨¦dito les cuesta casi el doble que a sus competidoras europeas
La uni¨®n bancaria est¨¢ tambi¨¦n llamada a acabar con la creciente fragmentaci¨®n de los mercados financieros. Esa fragmentaci¨®n consiste en que a medida que aumenta o al menos permanece la desconfianza, se produce una renacionalizaci¨®n de las operativas, las instituciones de pa¨ªses m¨¢s saneados tratan de deshacer posiciones en los lugares donde sospechan riesgo. Y sobre todo, aumenta exponencialmente la dispersi¨®n entre los tipos de inter¨¦s en el Norte y en el Sur, lo que cristaliza en distintos costes de financiaci¨®n de las empresas para cada sub¨¢rea, lo que erosiona el mercado interior, perjudica a los m¨¢s d¨¦biles y aventa agravios, la peor receta para un proyecto com¨²n.
Los tipos de inter¨¦s exigidos a los vulnerables y al resto eran muy similares al inicio del siglo. Pronto fueron creciendo los dispensados a las empresas de los pa¨ªses sure?os ¡ªGrecia, Irlanda, Portugal, Italia, Espa?a y Eslovenia¡ª, de forma que en 2012 estos casi duplicaban (5,9%) a los del resto (3,2%) para cr¨¦ditos inferiores al mill¨®n de euros y tambi¨¦n eran m¨¢s costosos en los de cuant¨ªa superior al mill¨®n: 4,5%, contra 2,4%, como ha calculado Joaqu¨ªn Maudos (Fragmentation of the european financial market and the cost of bank financing, SEFO, Funcas, mayo 2013). En Espa?a, los pr¨¦stamos a empresas costaban un 62% m¨¢s caros que en los pa¨ªses normalizados y un 87% m¨¢s en el caso de las pymes. Y el cr¨¦dito al consumidor, un 75% m¨¢s caro que en el resto. Y un estudio del BCE lo corrobora. ?Duda a¨²n alguien de que la uni¨®n bancaria interesa a todos los ciudadanos?
El Gobierno alem¨¢n ha pisado el desacelerador a la hora de concretar la uni¨®n bancaria pactada hace un a?o. Quiz¨¢ para forzar a Francia a ordenar sus cuentas; o por cuestiones jur¨ªdicas, como aduce Wolfgang Sch?uble, por temor al Tribunal Constitucional de Karlsruhe; o por miedo a comprometer m¨¢s el dinero de sus contribuyentes en v¨ªsperas de unas elecciones generales; o por pavor a que una uni¨®n bancaria de verdad desnude a las entidades alemanas m¨¢s perjudicadas, los landesbanken, no olvidemos que los grandes privados, el Deutsche y el Commerz, acaban de verse forzados a realizar ampliaciones para cumplir con los colchones de capital exigidos. Quiz¨¢ por una mezcla de todos esos factores. Pero ¡°el retraso es muy costoso, significar¨¢ que el dinero abandonar¨¢ pa¨ªses como Grecia y Portugal, devastando no solo el sistema financiero, sino al mismo tiempo sus econom¨ªas, y muchos de esos efectos no ser¨¢n reversibles¡±, tiene dictaminado Joseph Stiglitz en su ¨²ltimo discurso acad¨¦mico en Barcelona (Why austerity does not work, www.racef.es). Urge volver a apretar el acelerador.
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