Por qu¨¦ m¨¢s competencia es imprescindible para crear empleo
La existencia de sectores injustamente excluidos de la competencia perjudica a los dem¨¢s
Desde hace tiempo la Comisi¨®n Nacional de la Competencia (CNC) viene insistiendo en las virtudes de introducir mayor competencia en nuestra econom¨ªa. Seguimos haciendo ver a las empresas y a las Administraciones P¨²blicas las ventajas en funci¨®n de eficiencia, crecimiento del PIB y aumento del bienestar de los consumidores.
En esta ocasi¨®n me gustar¨ªa hacer hincapi¨¦ en un punto que pasa muchas veces desapercibido y que considero, sin embargo, de la m¨¢xima importancia en este momento: el de las relaciones entre empleo y competencia. Porque ?es bueno o es malo para el empleo que haya m¨¢s o menos competencia en un determinado sector o en el conjunto de nuestra econom¨ªa? La introducci¨®n de m¨¢s competencia ?crea o destruye empleo? ?Tiene consecuencias la competencia para el tipo de empleo de un determinado sector o pa¨ªs (m¨¢s precarizado y con salarios m¨¢s bajos o, por el contrario, con salarios m¨¢s altos y de m¨¢s calidad)?
Desde un modo muy intuitivo es f¨¢cil comprender c¨®mo la eliminaci¨®n de las restricciones innecesarias a la competencia permite la entrada de nuevas empresas y, por lo tanto, genera nuevos empleos. Pensemos por ejemplo en la desatinada normativa que regula el comercio minorista en nuestro pa¨ªs: estamos ante un sector din¨¢mico e innovador, dispuesto a ofrecer nuevos servicios y nuevos formatos a un consumidor que estar¨ªa dispuesto a pagar por ellos; existe demanda y existe oferta, pues. Y, sin embargo, la normativa estatal, auton¨®mica e incluso municipal se empe?a en restringir el mercado impidiendo las aperturas en festivos, limitando los horarios de apertura e inmiscuy¨¦ndose directa o indirectamente en las decisiones empresariales sobre el tama?o de los establecimientos. ?El resultado? Muchos menos empleos de los que se podr¨ªan crear en ausencia de restricciones y empleos de peor calidad de la que ser¨ªa de otro modo posible.
Pensemos la cantidad de sectores en los que esta historia se repite con regulaciones ¡ªmuchas veces obsoletas¡ª que restringen de modo innecesario e injustificado la competencia. Eliminar tales restricciones desde la Administraci¨®n P¨²blica, apostando decididamente por la mejora de la regulaci¨®n y de las pr¨¢cticas administrativas en nuestro pa¨ªs, deber¨ªa ser una de las tareas prioritarias del Gobierno para aumentar nuestro potencial de crecimiento y, por lo tanto, de creaci¨®n de empleo. Solo algunos ejemplos de por d¨®nde empezar con esta tarea urgente: aparte de la regulaci¨®n del comercio minorista es imprescindible acelerar y potenciar una acci¨®n en¨¦rgica en el sector de los servicios profesionales y los transportes, as¨ª como dar un nuevo impulso a las reformas en los principales sectores de red, empezando por la energ¨ªa.
La introducci¨®n de competencia en esos sectores significar¨ªa un aumento de los salarios
Las relaciones entre competencia y empleo no se quedan aqu¨ª sin embargo. Como se ha se?alado en m¨¢s de una ocasi¨®n desde la CNC, los distintos sectores de nuestra econom¨ªa se hallan interrelacionados. La existencia de sectores injustamente excluidos de la competencia perjudica a otros sectores que deben soportar el sobrecoste artificial de los productos o servicios provenientes de aquellos sectores protegidos de la competencia. Desde este punto de vista es irrelevante que las restricciones a la competencia vengan dadas por una empresa (que pueda abusar de su posici¨®n de dominio), un grupo de empresas (que formen un c¨¢rtel) o por una regulaci¨®n incorrecta sancionada y permitida por algunas Administraciones P¨²blicas. En cualquiera de estos casos, estaremos ante unos operadores econ¨®micos que se benefician de una posici¨®n privilegiada, que limita la creaci¨®n de empleo a costa de la renta de los consumidores o de los recursos de otras empresas que operan en mercados sin este injusto tratamiento de favor.
Cualquiera que vea la larga trayectoria sancionadora de la CNC en los ¨²ltimos a?os puede hacerse una idea de la cantidad de sectores en los que est¨¢n presentes este tipo de conductas da?osas para la competencia. Como quiera que no en todos los sectores es igual de f¨¢cil excluir la existencia de una competencia efectiva ¡ªsectores m¨¢s atomizados o m¨¢s oligop¨®licos, con mayores o menores barreras de entrada, con mayor o menor facilidad para articular los intereses y lograr de las Administraciones P¨²blicas una regulaci¨®n protectora y opacamente subvencionadora¡ª, los sectores con menor competencia efectiva suponen una carga que tiene que soportar el resto de sectores y un lastre para su competitividad nacional e internacional.
Nuestro pa¨ªs se halla ante una encrucijada.
Antes de la existencia de la moneda ¨²nica, logr¨¢bamos poner al d¨ªa nuestra competitividad peri¨®dicamente y de forma artificial devaluando nuestra moneda nacional. Desde que estamos en el euro, sin embargo, este ajuste, que era perjudicial a largo plazo, sencillamente no es posible. Y se abren ante nosotros, por tanto, dos opciones, y ambas implican un ajuste real y no meramente nominal. Bien reducir el valor de los activos de la econom¨ªa nacional ¡ªnuestros inmuebles, participaciones en empresas y otros activos reales y financieros, pero tambi¨¦n, en lo que aqu¨ª nos interesa, el valor real de nuestros salarios¡ª; bien aumentar nuestra competitividad por la v¨ªa de las pol¨ªticas de oferta, poniendo en el centro la pol¨ªtica de competencia y regulaci¨®n, eliminando restricciones a la competencia en los distintos sectores.
Es solo este segundo escenario el que permitir¨¢ que crezcamos por la v¨ªa de empresas m¨¢s competitivas capaces de ofrecer mejores condiciones laborales y mejores salarios reales, lo que me sirve para concluir que la introducci¨®n de m¨¢s competencia en los distintos sectores de la econom¨ªa espa?ola, acompa?ado de una generalizada mejora de la regulaci¨®n, es, seguramente, un factor fundamental que nos permitir¨¢ crear m¨¢s empleo y de m¨¢s calidad.
Por ¨²ltimo, pero no menos importante, los sectores con mayor competencia se distinguen tambi¨¦n por su menor nivel de precios relativos. Los sectores cartelizados o con fuertes restricciones a la competencia por v¨ªa regulatoria ofrecen sus productos a precios artificialmente elevados que acaban pagando en ¨²ltimo t¨¦rmino los consumidores (la famosa apropiaci¨®n del excedente del consumidor). La introducci¨®n de competencia en dichos sectores significar¨ªa, por tanto, un aumento de los salarios reales de los trabajadores, que podr¨ªan adquirir m¨¢s bienes y servicios, incluso en el caso de que el salario nominal no crezca.
Querr¨ªa cerrar esta reflexi¨®n sobre las relaciones entre competencia y empleo citando las palabras de Ludwig Erhard, considerado el padre del milagro econ¨®mico alem¨¢n tras la II Guerra Mundial, que desde su puesto de ministro de Econom¨ªa defendi¨® con gran clarividencia la necesidad de poner la pol¨ªtica de competencia en el centro de la pol¨ªtica econ¨®mica que llevar¨ªa a Alemania a la recuperaci¨®n, que consideraba que ¡°la competencia es el medio mejor para acrecentar la productividad y el ¨²nico medio de reducir los precios y elevar los salarios reales¡±.
Joaqu¨ªn Garc¨ªa Bernaldo de Quir¨®s es presidente de la Comisi¨®n Nacional de la Competencia (CNC).
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