Auditor¨ªas de confianza
Deloitte, E&Y, KPMG y PwC parecen ser de las pocas empresas a cuyas cuentas de resultados no les afecta de forma significativa la crisis
En la funci¨®n de auditor¨ªa externa de las cuentas de una empresa, muy especialmente de las empresas que cotizan en Bolsa o dependen de inversores externos, deber¨ªa descansar gran parte de la confianza en los registros contables. Estos son a su vez una pieza esencial de la informaci¨®n econ¨®mica y financiera m¨¢s amplia en cualquier econom¨ªa. En la actualidad, m¨¢s all¨¢ de las empresas legalmente obligadas a esa supervisi¨®n de la contabilidad anual, la auditor¨ªa externa e independiente est¨¢ siendo aceptada por muchas otras empresas como un saludable ejercicio m¨ªnimo de transparencia. Aunque la crisis haya reducido circunstancialmente el n¨²mero de empresas objeto de esa revisi¨®n, esa funci¨®n est¨¢ llamada a desempe?ar un papel todav¨ªa m¨¢s importante. Especialmente si el sistema financiero cobra la diversidad institucional y garantiza la amplitud de fuentes de financiaci¨®n de otros sistemas menos basados en la intermediaci¨®n bancaria convencional.
Para ello es fundamental que el ejercicio de esa funci¨®n proyecte la confianza suficiente. Es decir, que las empresas que la practican dispongan de trayectorias impecables en su ejecuci¨®n. Y es que la relevancia que se le asigna en el funcionamiento de los mercados financieros no siempre se corresponde con la calidad que desempe?an las firmas auditoras. Han sido frecuentes las anomal¨ªas o esc¨¢ndalos que han jalonado la trayectoria de la mayor¨ªa de ellas. Y esos episodios son de especial significaci¨®n en el caso de las multinacionales que dominan el mercado. Desde el episodio que provoc¨® la desaparici¨®n de Arthur Andersen tras las revelaciones del caso Enron no han faltado sobresaltos que han contribuido a minar esa confianza, activo b¨¢sico de la funci¨®n.
La trascendencia de las limitaciones en el desempe?o de la funci¨®n es particularmente importante si se tiene presente la situaci¨®n de poder de mercado que, de hecho, ejercen las cuatro firmas m¨¢s importantes el mundo. Aunque formalmente no existan barreras de entrada al ejercicio de esa profesi¨®n, no es f¨¢cil que compa?¨ªas nacionales o de menor dimensi¨®n que las que dominan el oligopolio de hecho puedan acceder al ejercicio de esa funci¨®n en las mayores compa?¨ªas del pa¨ªs, las que conforman el Ibex 35, por ejemplo.
Deloitte, E&Y, KPMG y PwC parecen ser de las pocas empresas a cuyas cuentas de resultados no les afecta de forma significativa la crisis. En ello no solo concurre la obligaci¨®n legal de las compa?¨ªas cotizadas de disponer de esos informes de auditor¨ªa, sino tambi¨¦n el reforzamiento de sus ingresos por otros conceptos distintos de la revisi¨®n anual de las cuentas. En realidad, no deja de ser inquietante que cada vez tengan m¨¢s peso los ingresos adicionales a la auditor¨ªa en sentido estricto, desde el asesoramiento fiscal a la consultor¨ªa o la formaci¨®n. No es una situaci¨®n muy distinta de la que ha motivado las cautelas con la funci¨®n que desempe?an las agencias de rating.
El control de auditor¨ªa debe ejercerse sin el m¨¢s m¨ªnimo conflicto de intereses y con el rigor y calidad necesarios. Y en la supervisi¨®n de estos aspectos, las autoridades, en especial los supervisores financieros, han de ser especialmente celosos. La confianza, factor esencial en el funcionamiento del sistema econ¨®mico basado en el mercado, exige que el mercado en el que operan estas instituciones sea suficientemente transparente y plural.
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