Signos de vida para una crisis cr¨®nica
Bruselas considera que la econom¨ªa europea toca fondo, pero la recuperaci¨®n no est¨¢ asegurada La eurozona retrocede cinco a?os en PIB y siete a?os en empleo
Lo que se hace insoportable es la espera, ese hueco en suspenso del todav¨ªa no. La mil y una veces anunciada recuperaci¨®n europea empieza a tomar forma con alg¨²n que otro signo de vida alentador. Las insoportables tasas de paro acaban de dar un respiro en los pa¨ªses m¨¢s necesitados; mejoran los ¨ªndices de confianza empresarial; el precio de la vivienda en Irlanda sube por primera vez en a?os. Aqu¨ª y all¨¢ hay s¨ªntomas esperanzadores, que los mercados traducen en un verano de aparente sosiego y alientan el optimismo de las instituciones europeas. Y sin embargo ah¨ª sigue Europa, en ese vacilante todav¨ªa no: puede que la econom¨ªa est¨¦ tocando fondo tras a?o y medio en recesi¨®n, como defiende Bruselas, pero al continente le espera una recuperaci¨®n an¨¦mica en la que cualquier susto ¡ªy el arsenal de angustias es formidable¡ª puede amargar el tono verdoso que asoma en algunos datos, como en uno de esos c¨®cteles que contienen angostura. Ricardo Haussman, de Harvard, tiene documentados 83 falsos despegues econ¨®micos en los ¨²ltimos a?os. Europa traga saliva para no ser la siguiente en esa lista.
Y aunque de veras llegue la recuperaci¨®n, la eurozona tardar¨¢ mucho en volver a ser lo que era. Tras aquellas palabras m¨¢gicas de Mario Draghi de hace justo un a?o (¡°har¨¦ todo lo necesario y, cr¨¦anme, ser¨¢ suficiente¡±), el riesgo de ruptura del euro ha remitido; ese aire de plaga de ¨²lceras de quienes apostaban por una estampida se desvanece. A cambio, la eurozona se enfrenta a una crisis cr¨®nica, porque aquel ¡°todo lo necesario¡± no es suficiente. Ni el activismo del BCE est¨¢ a la altura, ni Bruselas (o Berl¨ªn) ha conseguido dar con el mix de pol¨ªtica econ¨®mica adecuado.
Frente a los indicios, un par de datos. La riqueza de la zona euro est¨¢ a niveles de 2008; el empleo, en cifras de 2006. La zona euro ha retrocedido cinco a?os en t¨¦rminos de PIB y m¨¢s de siete a?os en empleo, seg¨²n Eurostat. Nada de eso se va a recuperar de la noche a la ma?ana. Y se trata de medias estad¨ªsticas: hay quien est¨¢ viviendo una crisis placentera (Alemania) y hay cada vez m¨¢s pa¨ªses que presentan cifras de depresi¨®n. ¡°Esa disparidad, que se ha acentuado en parte por las recetas econ¨®micas aplicadas, hace cada vez m¨¢s dif¨ªcil, y sobre todo m¨¢s potencialmente peligrosa, la gesti¨®n de la eurozona¡±, resume Paul de Grauwe, de la London School of Economics.
Kirkegaard: ¡°El BCE limita los riesgos, pero la estrategia es tragar saliva¡±
Esos dos apuntes ¡ªel lustro largo perdido en PIB y empleo¡ª bastan para poner sordina al optimismo a corto plazo. Y lo mismo puede decirse del largo plazo: la inacabada y a veces decepcionante reforma institucional de la eurozona, ejemplo perfecto de la esclerosis pol¨ªtica del euro, tampoco despeja dudas. Ha habido pasos decididos hacia una mayor uni¨®n fiscal, hacia la uni¨®n bancaria: palabras mayores si no fuera porque la verdadera magnitud de esos avances suscita una preocupante divisi¨®n de opiniones.
Javier Solana, ex alto representante exterior de la UE, aplaude sin ambages el esfuerzo europeo: ¡°Puede que todo vaya despacio, pero honestamente nadie pensaba que Europa pudiera llegar tan lejos. Lo mejor es que ha quedado atr¨¢s la posibilidad de una cat¨¢strofe. Lo m¨¢s duro es que las bases del optimismo europeo a¨²n tienen que asentarse¡±. Solana, que viene de Berl¨ªn y va camino de Oriente Pr¨®ximo, es de los que avistan la salida del t¨²nel, aunque aclara que el estado de forma de la recuperaci¨®n se debate entre el tenis y el golf: ¡°Puede que la econom¨ªa rebote como una pelota de tenis si las elecciones alemanas permiten un giro en la aproximaci¨®n de Berl¨ªn a la crisis, si la UE aprovecha los acuerdos comerciales con EE UU, Jap¨®n y Corea, si China sabe lidiar con la desaceleraci¨®n. Pero no cabe descartar una trayectoria de bola de golf: un largo estancamiento para acabar cayendo de nuevo en el hoyo. La din¨¢mica europea ha llegado a un punto interesante, pero la salida de la crisis no va a ser un paseo¡±.
Solana: ¡°La crisis llega a un punto interesante; la salida no ser¨¢ un paseo¡±
Solana expresa, con matices, esa nueva narrativa que empieza a echar ra¨ªces: la econom¨ªa est¨¢ tocando fondo y el euro est¨¢ reparando sus agujeros. La UE se merece un respeto porque est¨¢ lidiando con una crisis sideral sin descomponerse, aunque sea a trancas y barrancas, a?aden fuentes de la Comisi¨®n. Solo hay un problema: fuera del ecosistema de Bruselas, ese relato no termina de calar. ¡°?De verdad alguien piensa que se ha tocado fondo?¡±, cuestiona Mark Blyth, autor de Austeridad: historia de una idea peligrosa. ¡°La austeridad europea ha destrozado m¨¢s del 10% del PIB en la periferia; pese a la ca¨ªda de medio punto del paro que se saludan con un sorprendente adi¨®s a la crisis, el desempleo a¨²n es del 25% en Espa?a y Grecia, y del 20% en Italia y Portugal. Las bases fiscales est¨¢n secas, el crecimiento ha emigrado. Y s¨ª, la austeridad se ha relajado, pero sigue ah¨ª, y no termina de mostrar su magia. La pol¨ªtica de recortes es como cavar un hoyo: Europa sigue cavando¡±.
Blyth, De Grauwe y Jacob Kirkegaard, del Peterson Institute, ponen el acento en el d¨¦bil crecimiento que le espera a la UE durante a?os y las dudas sobre la banca. Nada hace presagiar un cataclismo, pero s¨ª hay suspicacias sobre la salud de los bancos, que no dan cr¨¦dito (y sin ¨¦l no hay recuperaci¨®n) porque siguen atiborrados de activos t¨®xicos, envenenados por la relaci¨®n incestuosa entre sus balances y la deuda p¨²blica. ¡°Grecia y Portugal necesitan m¨¢s dinero, que puede llegar tras las elecciones alemanas. La banca tambi¨¦n necesita capital. El BCE ha limitado dr¨¢sticamente los riesgos de contagio, pero ante esas dos necesidades la estrategia europea es tragar saliva¡±, resume Kirkegaard. Para De Grauwe, ¡°Europa sigue empe?ada en que esta es una crisis de oferta, en que bastar¨¢ con las necesarias reformas para salir. Y no: esta es una crisis de demanda. Necesitamos est¨ªmulos y un aut¨¦ntico banco central, y no ese fatalismo del no hay alternativa a las reformas¡±.
Alemania y media docena de elefantes
Grecia necesita un nuevo rescate o reestructurar su deuda. Y Portugal. Chipre va camino de una depresi¨®n. Las instituciones europeas creen que lo mejor es que Espa?a prorrogue la ayuda europea a los bancos. Las grandes entidades financieras europeas necesitan capital. Y, finalmente, la deuda sigue encaram¨¢ndose a cifras de pesadilla en todos esos pa¨ªses, en Irlanda, en Francia e Italia. Esos son, a grandes rasgos, los grandes riesgos de Europa, media docena de elefantes en la habitaci¨®n: nadie habla demasiado de ellos, pero todo el mundo sabe que est¨¢n ah¨ª. Buena parte de los problemas de Europa se han escondido bajo la alfombra a la espera de que el crecimiento despeje por s¨ª solo el camino, pero sobre todo con una fecha en mente: el 22 de septiembre. Ese d¨ªa se celebran las elecciones alemanas y empezar¨¢ oficialmente un oto?o europeo que se adivina caliente. Frente a quienes aseguran que esos comicios pueden ser un punto de inflexi¨®n (¡°es probable que Berl¨ªn d¨¦ un giro¡±, apunta Javier Solana), Lorenzo Bini Smaghi, exconsejero del BCE, no apuesta por grandes cambios. ¡°Alemania no va a ponerse a gastar, y aunque lo hiciera no est¨¢ claro que eso vaya a servir de mucho: el efecto del est¨ªmulo es m¨¢s que dudoso en pa¨ªses cercanos al pleno empleo¡±. Frente a ese escepticismo, Guntram Wolf, de Bruegel, considera fundamental que Berl¨ªn ponga en marcha ¡°un plan de inversi¨®n p¨²blica, que es la m¨¢s baja de Europa, y prosiga con las subidas salariales¡± si Europa quiere ver el final de la crisis.
Bini Smaghi s¨ª cree imprescindible medidas dr¨¢sticas para Grecia y Portugal: ¡°A cambio de las reformas, necesitan un canje de su deuda actual por deuda a muy largo plazo o perpetua¡±. El FMI est¨¢ a favor. ?Cu¨¢l es el problema? Una vez m¨¢s, Alemania.
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