A?os de tr¨¢gico despilfarro
Dentro de pocos d¨ªas se cumple el quinto aniversario de la ca¨ªda de Lehman Brothers, el momento en que una recesi¨®n, ya mala de por s¨ª, se convirti¨® en algo mucho m¨¢s temible. De repente, est¨¢bamos contemplando la posibilidad real de una cat¨¢strofe econ¨®mica.
Y la cat¨¢strofe lleg¨®.
Un momento, dir¨¢n, ?qu¨¦ cat¨¢strofe? ?No nos advirti¨® la gente de que se acercaba una segunda Gran Depresi¨®n? Y eso no ha pasado, ?a qu¨¦ no? S¨ª, nos lo advirtieron, y no, no pas¨®, aunque los griegos, los espa?oles y otros podr¨ªan no estar de acuerdo con este segundo punto. Sin embargo, lo importante es darse cuenta de que hay grados de desastre, de que puede darse un inmenso fracaso de la pol¨ªtica econ¨®mica aunque no llegue a provocar un desplome total. Y el fracaso de la pol¨ªtica en estos ¨²ltimos cinco a?os ha sido, en efecto, inmenso.
Parte de esa inmensidad puede medirse en d¨®lares y c¨¦ntimos. Los c¨¢lculos razonables sobre el desfase de producci¨®n a lo largo de los ¨²ltimos cinco a?os ¡ªla diferencia entre el valor de los bienes y servicios que EE UU podr¨ªa y deber¨ªa haber producido y lo que de hecho ha producido¡ª sobrepasan con creces los dos billones de d¨®lares. Eso son billones de d¨®lares de puro despilfarro que nunca recuperaremos.
Detr¨¢s de ese despilfarro financiero se oculta un despilfarro a¨²n m¨¢s tr¨¢gico del potencial humano. Antes de la crisis financiera, el 63% de los estadounidenses adultos ten¨ªan empleo; ese n¨²mero cay¨® r¨¢pidamente a menos del 59%, y ah¨ª se ha quedado.
?C¨®mo pas¨® eso? No fue un brote masivo de haraganer¨ªa, aunque el ala derecha afirme que los estadounidenses en paro no est¨¢n esforz¨¢ndose lo suficiente en encontrar trabajo porque est¨¢n viviendo a lo grande gracias a los cupones de alimentos y a los subsidios de desempleo y que hay que tratarles con el desprecio que merecen. Una peque?a parte de la disminuci¨®n del empleo puede atribuirse al envejecimiento de la poblaci¨®n, pero el resto refleja, como he dicho, un fracaso descomunal de la pol¨ªtica econ¨®mica.
Dentro de pocos d¨ªas se cumple el quinto aniversario de la ca¨ªda de Lehman Brothers, el momento en que una recesi¨®n, ya mala de por s¨ª, se convirti¨® en algo mucho m¨¢s temible
Dejemos a un lado la pol¨ªtica por un momento y pregunt¨¦monos c¨®mo habr¨ªa sido la situaci¨®n en los ¨²ltimos cinco a?os si el Gobierno de EE UU hubiera podido y querido realmente hacer lo que los manuales de macroeconom¨ªa dicen que deber¨ªa haber hecho, es decir, dar un impulso lo suficientemente fuerte a la creaci¨®n de empleo para compensar los efectos de la recesi¨®n econ¨®mica y del estallido de la burbuja inmobiliaria, y posponer la austeridad fiscal y las subidas de impuestos hasta que el sector privado hubiese estado listo para tomar el relevo. He calculado a ojo de buen cubero lo que un programa as¨ª habr¨ªa conllevado: habr¨ªa sido unas tres veces m¨¢s grande que el est¨ªmulo que tuvimos de hecho, y habr¨ªa estado mucho m¨¢s centrado en el gasto que en las reducciones de impuestos.
?Y habr¨ªa funcionado una pol¨ªtica as¨ª? Todos los indicios de los ¨²ltimos cinco a?os dicen que s¨ª. El est¨ªmulo de Obama, por insuficiente que fuera, detuvo la ca¨ªda en picado de la econom¨ªa en 2009. El experimento europeo en contraest¨ªmulos ¡ªlas duras reducciones del gasto impuestas a las naciones deudoras¡ª no produjo el prometido repunte de la confianza del sector privado. En lugar de eso, provoc¨® una grave contracci¨®n econ¨®mica, como dec¨ªa la econom¨ªa de manual. El gasto p¨²blico en creaci¨®n de empleo habr¨ªa creado ciertamente puestos de trabajo.
?Pero no habr¨ªa significado la clase de programa de gasto que estoy sugiriendo un aumento de la deuda? S¨ª. Seg¨²n mi c¨¢lculo aproximado, a estas alturas la deuda federal que soportar¨ªan los ciudadanos ser¨ªa de aproximadamente un bill¨®n de d¨®lares m¨¢s de la que es en realidad. Pero las advertencias alarmistas sobre los peligros de una deuda ligeramente m¨¢s alta han demostrado ser falsas. Por otro lado, la econom¨ªa tambi¨¦n habr¨ªa sido m¨¢s fuerte, de modo que la relaci¨®n deuda/PIB ¡ªla medida habitual de la posici¨®n fiscal de un pa¨ªs¡ª habr¨ªa sido solo unos puntos m¨¢s alta. ?Hay alguien que crea seriamente que esa diferencia habr¨ªa provocado una crisis fiscal?
Y, en el otro lado de la balanza, tendr¨ªamos un pa¨ªs m¨¢s rico, con un futuro m¨¢s prometedor, y no un pa¨ªs en el que millones de estadounidenses desanimados con toda probabilidad hayan dejado permanentemente de formar parte de la poblaci¨®n activa, en el que millones de j¨®venes estadounidenses probablemente han visto c¨®mo se estropeaban para siempre sus perspectivas de una carrera de por vida y donde los recortes en la inversi¨®n p¨²blica han infligido un da?o a largo plazo a nuestra infraestructura y a nuestro sistema de ense?anza.
Miren, s¨¦ que como cuesti¨®n pol¨ªtica, un programa de creaci¨®n de empleo eficaz nunca ha sido una verdadera posibilidad. Y no fueron solo los pol¨ªticos los que se quedaron cortos: muchos economistas, en lugar de se?alar el camino hacia una soluci¨®n de la crisis del empleo, se convirtieron en parte del problema al alimentar los miedos exagerados a la inflaci¨®n y a la deuda.
As¨ª y todo, creo que es importante darnos cuenta de hasta qu¨¦ punto ha fracasado y sigue fracasando la pol¨ªtica. En estos momentos, Washington parece dividido entre los republicanos que denuncian cualquier clase de acci¨®n gubernamental ¡ªque insisten en que todas las pol¨ªticas y programas que suavizaron la crisis en realidad la empeoraron¡ª y los leales a Obama, que insisten en que han hecho un trabajo estupendo porque el mundo no se hundi¨® del todo.
Evidentemente, la gente de Obama est¨¢ menos equivocada que los republicanos. Pero si nos guiamos por cualquier criterio objetivo, la pol¨ªtica econ¨®mica estadounidense desde lo de Lehman ha sido un fracaso incre¨ªble y horroroso.
Paul Krugman, premio Nobel de Econom¨ªa en 2008, es profesor de la Universidad de Princeton.
(c) New York Times Service, 2013.
Traducci¨®n de News Clips.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.