Edouard Martin, el rostro del sindicalismo franc¨¦s nacido en Espa?a
Su combate para salvar los altos hornos de Lorena han convertido a Edouard Martin, nacido en Espa?a y emigrado con 7 a?os a Francia, en el rostro visible del sindicalismo franc¨¦s, estrella medi¨¢tica por su carisma, su dial¨¦ctica convincente y la sinceridad que trasmite.
"Yo no he hecho nada para atraer a los medios. Me limito a hablar con pasi¨®n de mi oficio y de mi combate por salvarlo", afirma a Efe este electromec¨¢nico de 50 a?os, azote de los pol¨ªticos, que salt¨® a la fama cuando el multimillonario indio Mittal anunci¨® el cierre de la ¨²ltima acer¨ªa de la regi¨®n.
Desde entonces, su nombre no resulta indiferente en Francia. Encadenado a las puertas de la sede del Gobierno, encerrado durante d¨ªas en las oficinas de su empresa, encabezando una marcha entre Florange y Par¨ªs... Martin ha hecho de todo para salvar los altos hornos.
Pero lo que m¨¢s fruto le ha dado ha sido la facilidad con la que se mueve entre los medios y la forma en que ha utilizado su carisma para desarmar a los pol¨ªticos.
"La campa?a electoral de 2012 fue una suerte para nosotros, nos dio un gran protagonismo", asegura el sindicalista sobre los comicios presidenciales que dieron la victoria al socialista Fran?ois Hollande.
En plena crisis econ¨®mica, el cierre de los altos hornos se convirti¨® en un asunto delicado. Ning¨²n candidato pod¨ªa pasar por alto por un drama industrial de esa magnitud. La Lorena, la rica regi¨®n minera que Francia se ha disputado secularmente con Alemania, se quedaba sin acer¨ªas, todo un s¨ªmbolo de la decadencia del pa¨ªs.
Todos pasaron por Florange y, a las puertas de los altos hornos, se encontraron con un delegado sindical locuaz, incisivo y tenaz, que no se conformaba solo con buenas palabras, quer¨ªa tambi¨¦n actos.
El presidente saliente, Nicolas Sarkozy, se llev¨® la peor parte de la refriega y muchos consideran que no ha perdonado a Martin, al que considera, en parte, responsable de su derrota. "Se burl¨® de nosotros y le dimos fuerte", dice.
Hollande tambi¨¦n ha conocido el car¨¢cter de Martin, que no ha dejado de acosarle hasta que, la semana pasada, vio como firmaba el compromiso que adquiri¨® durante la campa?a.
"Ahora creo que se ha salvado la siderurgia de la Lorena", afirma el sindicalista, que previamente hab¨ªa llamado "traidor" al Gobierno socialista.
Aunque cree que "el combate no ha terminado", Martin siente que est¨¢ bien encaminado. Es la gran obra de un muchacho que naci¨® en El Padul, cerca de Granada, y que creci¨® en aquella pobre Andaluc¨ªa franquista que su padre tuvo que abandonar para poder alimentar a sus cinco hijos.
Temporero en los campos franceses, Antonio Mart¨ªn descubri¨® que este pa¨ªs ten¨ªa empresas que le ofrec¨ªan un futuro mejor y embarc¨® a toda su familia con destino al este de Francia.
"?ramos ocho en un Peugeot 404, apretados como sardinas. Nos hicimos 2.300 kil¨®metros sin saber ni d¨®nde ¨ªbamos. Francia era una palabra que no significaba nada, pens¨¢bamos que ¨ªbamos de excursi¨®n", rememora.
Atr¨¢s quedaron amigos, familiares y la calidez del sur de Espa?a. Por delante, la incertidumbre. "No habl¨¢bamos una palabra de franc¨¦s y llegamos a una zona fr¨ªa e inh¨®spita. Llevaba sandalias y nevaba. ?Yo no hab¨ªa visto nunca la nieve! Los primeros meses los recuerdo como un drama", afirma Edouard.
Tercero de los hijos, fue escolarizado a los 8 a?os con los alumnos de 6 para que aprendiera el idioma. Era el hazmerre¨ªr de la barriada obrera donde viv¨ªan, vestido "a la espa?ola, con aquella camisa blanca abotonada hasta arriba, aquellos pantalones cortos y esas sandalias blancas".
A los 15 a?os descubri¨®, gracias a un trabajador social, que "para cambiar las cosas hay que implicarse".
Con 18 a?os comenz¨® a trabajar en la acer¨ªa. En los primeros a?os era un trabajador m¨¢s. "Mis padres me dec¨ªan: 'T¨² haz lo que te diga el jefe y a callar'. Ven¨ªan de la Espa?a franquista y no sab¨ªan lo que era la protesta", dice.
Hasta que un d¨ªa comenz¨® a levantar la voz. "Fue para defender a unos compa?eros por un aumento de sueldo. Me dijeron que quer¨ªan que fuera enlace sindical", se?ala.
Han pasado 30 a?os y hoy es el rostro visible de la Confederaci¨®n Francesa Democr¨¢tica de Trabajadores (CFDT), mayoritaria en la acer¨ªa. Y del sindicalismo franc¨¦s.
Reconoce que le ha tentado la pol¨ªtica. "Pero ese mundo no es para m¨ª, no quiero vender mi alma, caer en sus redes. En mi combate he hablado con muchos pol¨ªticos, ministros, presidentes,... son una casta ?Qu¨¦ saben ellos de lo que es vivir con mil euros?", afirma.
Su vida se parece a la del ministro del Interior, Manuel Valls, nacido en Barcelona y criado en Francia. "Pero no me compares con ¨¦l, no me insultes", afirma Martin, muy cr¨ªtico con el hombre que, recientemente, se ha pronunciado en contra de la integraci¨®n de los gitanos en Francia.
"?Qu¨¦ hubiera hecho ¨¦l si cuando lleg¨® a Francia hubiera sido recibido por un Valls diciendo esas tonter¨ªas?", afirma.
Luis Miguel Pascual
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