¡°Si en un peque?o pueblo no ganan, te borran del mapa¡±
Olesa de Bonesvall se queda sin oficina bancaria tras el cierre de la sucursal de La Caixa
Para llegar a Olesa de Bonesvalls (Alt Pened¨¨s, Barcelona), hay que recorrer ocho kil¨®metros de curvas cerradas, de las que si te descuidas te comes un ¨¢rbol. El pueblo, disperso y de casas unifamiliares, tiene 1.700 habitantes (2.500 los fines de semana) guarder¨ªa, escuela de primaria, supermercado, varios restaurantes, centro c¨ªvico, las cavas Tutusaus¡ y hasta hace dos a?os, oficina de La Caixa. Ni los ruegos del alcalde, ni las cartas de los vecinos evitaron que la entidad cerrara su oficina. Dejaron, eso s¨ª, un cajero autom¨¢tico, hoy rodeado de cristales pintados de blanco. El caso de este pueblo rodeado de vi?as es de los que aparecen en el informe de UGT sobre Exclusi¨®n Financiera. En Olesa hay un segundo cajero, que fue de Caixa Pened¨¨s, hoy Banc Sabadell, pero los vecinos apenas lo utilizan. ¡°Cualquier d¨ªa se lo llevan¡±, auguran.
El alcalde, Enric Ases (del partido independiente GOOB, Grupo de Opini¨®n de Olesa), no se muerde la lengua: ¡°La Caixa lleg¨® en ¨¦poca de bonanza, capt¨® cuentas con una empleada que recorri¨® todo el pueblo y contact¨® con los mayores que le contaban del periquito, del gato, del nieto¡ logr¨® un buen n¨²mero de clientes¡±, dice, y sigue: ¡°Pero ellos calculan la rentabilidad y concentran beneficios: si en un peque?o puntito no ganan, te borran del mapa¡±. Ases cree que el cierre de la oficina ha creado ¡°un problema social en un municipio muy mal comunicado¡±. Si no es en veh¨ªculo particular, solo hay un bus que pasa antes de las siete de la ma?ana o a las nueve de la noche, precisa.
Los dos grandes colectivos perjudicados por el cierre son los mayores y los comerciantes. ¡°Para los mayores el cajero es un monstruo: no ven bien, no se aclaran con las pantallas, se aturullan con el n¨²mero secreto¡¡±, relata el alcalde, que asegura que m¨¢s de una vez le paran vecinos mayores con el n¨²mero apuntado en un papelito y le piden ayuda. Mercedes, 88 a?os y apoyada en un bast¨®n, pasa del cajero. Desde que cerraron la oficina a la que ¡°iba para sacar de la pensi¨®n¡±, tiene que pedir a su nuera o sus nietas que le saquen dinero en Vilafranca. No le hace ni gracia.
Como no se la hace a Gris Carb¨®, del supermercado, calcular mal y quedarse sin el cambio que acude a buscar a Begues o Avinyonet, ambos por carretera de curvas. ¡°Intentamos calcular y pedimos m¨¢s de lo que necesitamos para un d¨ªa¡±, explica y a?ade que el drama llega ¡°el fin de semana que se estropea el cajero. Hay gente que si no es en efectivo no nos compra¡±, asegura. ¡°Estamos colgados¡±, concluye.
A falta de oficina, los vecinos se las ingenian para seguir con sus gestiones. Como Jordi Sans, de 77 a?os, que igual opera por el cajero que llama a la oficina de Avinyonet, ordena una transferencia y pasa a firmarla al cabo de unos d¨ªas. ¡°Tienen la sart¨¦n por el mango. Ya lo dicen, Don Dinero, poderoso caballero¡±, zanja.
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