¡°Antes compartir era de pobres y ahora es de listos¡±
El experto en consumo colaborativo habla sobre un fen¨®meno en pleno auge en Espa?a Aboga por que ¡°se normalice¡± el intercambio de bienes y se aplique ¡°el sentido com¨²n¡±
Albert Ca?igueral es la referencia espa?ola en el mundo del consumo colaborativo. Fundador del blog con el mismo nombre, se dedica a divulgar los fundamentos de esta iniciativa en Espa?a y Latinoam¨¦rica, desde su posici¨®n como enlace del mundo hispanohablante con la plataforma internacional de Collaborative Consumption. Ingeniero de formaci¨®n, decidi¨® reinventarse profesionalmente tras su paso por Taiwan, aprovechando las habilidades en marketing que adquiri¨® en el mundo corporativo. Aboga por que ¡°se normalice¡± el intercambio de bienes y servicios y considera que la clave est¨¢ en aplicar ¡°el sentido com¨²n¡± en el consumo y la utilizaci¨®n de los bienes adquiridos. Su ¨²ltima gran apuesta es trasladar la filosof¨ªa de la econom¨ªa colaborativa a las instituciones pol¨ªticas y as¨ª conseguir ciudades m¨¢s eficientes. El sonido del teclado se cuela entre sus respuestas a trav¨¦s del micr¨®fono de su ordenador, instalado en el lugar de coworking de Barcelona donde trabaja y desde el que habla v¨ªa Skype.
Pregunta.??Qu¨¦ es exactamente el consumo colaborativo?
Respuesta. Es lo que se ha hecho toda la vida con los familiares y amigos, casos como ¡®v¨¢monos de fin de semana a la monta?a en el mismo coche¡¯ o ¡®d¨¦jame 1.000 euros que el mes que viene te los devuelvo¡¯, o si tus hermanas o primos tienen hijos, te da la ropa o la canastilla del beb¨¦. Toda esa colaboraci¨®n a peque?a escala, cuando se le a?aden Internet y las redes sociales, toma una nueva dimensi¨®n y una nueva velocidad que es lo que la tecnolog¨ªa permite. Es a esto a lo que llamamos consumo colaborativo. Fueron Rachel Botsman y Roo Rogers en su libro What¡¯s mine is yours (Harper Bussiness, 2010) quienes empezaron a observar cosas que ocurr¨ªan a su alrededor y a sistematizarlo. En la introducci¨®n del libro se describ¨ªan tres categor¨ªas: sistemas basados en productos, es decir, en vez de comprar lo que hago es acceder a ellos. La otra categor¨ªa se refiere a mercados de redistribuci¨®n: es algo que yo no uso, y como a¨²n tiene vida ¨²til, en vez de dejarla almacenada en una estanter¨ªa o en un almac¨¦n, puedo hacer que otras personas lo usen, desde ropa a muebles o a cualquier objeto. De ah¨ª surge el trueque o lo a nivel gratuito en el mundo anglosaj¨®n se conoce como el freecycle, y aqu¨ª plataformas como el nolotiro.org. La tercera categor¨ªa es el estilo de vida colaborativo: c¨®mo compartimos espacios, servicios, nuestra casa¡
P. El libro al que se refiere, What¡¯s mine is yours, de Rachel Botsman y Roo Rogers, se ha convertido en una especie de biblia para la gente implicada en el consumo colaborativo. ?Qu¨¦ le ense?¨® este libro?
R. S¨ª, mucha gente que ley¨® su libro, como fue mi caso, vimos el potencial de darle m¨¢s importancia a nivel local, ya que s¨®lo hab¨ªa informaci¨®n en ingl¨¦s. Daba un poco de rabia. Mi formaci¨®n es en ingeniera y mi acercamiento al consumo colaborativo fue desde un punto de vista pragm¨¢tico o anal¨ªtico, m¨¢s que rom¨¢ntico: c¨®mo pod¨ªamos pasar de una econom¨ªa basada en la producci¨®n y el consumo a una econom¨ªa de eficiencia, c¨®mo hacer circular todo aquello que ya existe. Esto tiene beneficios econ¨®micos, sociales y ecol¨®gicos. Me parec¨ªa una v¨ªa intermedia sin ser muy ideol¨®gica, donde la gente se puede sentir m¨¢s empoderada, sin tener que tener grandes ingresos y que el planeta, adem¨¢s, no sufra tanto.
P. En este libro se ahonda en la idea de que la confianza ser¨¢ la nueva moneda. ?C¨®mo se puede explicar esto?
En los entornos donde no hay dinero lo que te permite formar parte de la comunidad es tu reputaci¨®n
R. La manera m¨¢s f¨¢cil de explicar este concepto es con los intercambios gratuitos: En los entornos donde no hay dinero lo que te permite formar parte de la comunidad o que la gente te hospede o quiera ir a tomar un caf¨¦ contigo es tu reputaci¨®n. En el mundo digital va a haber un equilibrio entre reputaci¨®n y dinero, ya que incluso si tienes dinero, pero tienes mala reputaci¨®n, no eres un buen pasajero para compartir coche o nadie va a hospedarse en tu casa. Si hay malos comentarios en la red, nadie querr¨¢ colaborar contigo. Por tanto, la confianza en este sistema es lo que genera esta nueva moneda. Yo discrepo un poco con Rachel sobre el s¨ªmil de moneda, ya que esta se gasta pero la reputaci¨®n no se consume, aunque s¨ª que se pierde, pero de golpe: es muy binario. Puedo ir incrementando la reputaci¨®n con el tiempo, pero en el momento que haga algo mal voy a perderla.
P. Con todos los objetos que me dice se pueden intercambiar y todas las plataformas que me comenta, parece que cualquier disciplina es bienvenida en el mundo del consumo colaborativo. ?Es as¨ª?
R. Es una pr¨¢ctica de toda la vida, aunque el movimiento sea nuevo. Cuando digo que es nuevo, es viejo, lo que pasa que la tecnolog¨ªa ha hecho que se expanda y se popularice y se empiece a ver como un fen¨®meno normal. Hace cinco a?os, si dec¨ªas que ibas a casa de un desconocido a dormir te dec¨ªan que estabas loco. Ahora mucha gente conoce Airbnb o ve Blablacar como una opci¨®n al mismo nivel que ir en bus, por ejemplo, de Madrid a Valencia en coche compartido ?D¨®nde est¨¢n los l¨ªmites? Cada uno sabe hasta d¨®nde quiere compartir. Ahora estamos en un boom en que parece que todo lo colaborativo es bueno, y en todo lo que pone colaborativo parece que va a funcionar, pero dentro de un a?o o dos habr¨¢ cosas que no tengan sentido.
P. ?A cu¨¢les se refiere?
R. Los objetos que tiene m¨¢s sentido compartir son aquellos con un coste de adquisici¨®n elevado y de mantenimiento elevado: casas, coches, algunos electrodom¨¦sticos... Las cosas que tienen un coste de adquisici¨®n y mantenimiento peque?o, las molestias de buscarlo, pedirlo o alquilarlo, superan el hecho de comprarlo. Y depender¨¢ del uso y de los h¨¢bitos de la gente: si haces menos de 15.000 kil¨®metros al a?o no tiene sentido tener un coche, al menos en una ciudad, pero habr¨¢ comerciantes que hagan muchos m¨¢s y que necesitan ese coche en propiedad. El consumo colaborativo tampoco viene a reemplazar o a hacer una limpieza del sistema actual, simplemente se complementa. Lo que se est¨¢ haciendo es ofrecer m¨¢s opciones de las que ya hab¨ªa. En situaciones distintas hay necesidades distintas: algunas veces me apetecer¨¢ comprarme una camisa nueva en grandes almacenes y en otro momento podr¨¦ ir a un mercadillo de segunda mano donde habr¨¢ camisas a un tercio del precio de la otra. Lo que se est¨¢ es normalizando esta pauta de consumo. Antes ¨¦ramos muy monocultivo en nuestras opciones de compra. Antes ten¨ªamos que comprar cosas nuevas con la moneda de curso y ahora se est¨¢ normalizando el sentido com¨²n de la gente: algunas cosas las compras, otras las das, otras las intercambias o las alquilas y as¨ª se abre el abanico de opciones.
Los objetos que tiene m¨¢s sentido compartir son aquellos con un coste de adquisici¨®n elevado: casas, coches, algunos electrodom¨¦sticos...
P. ?Entonces, qu¨¦ deriva que va a tomar el consumo colaborativo en Espa?a?
R. Es dif¨ªcil ser futur¨®logo, pero est¨¢ funcionando muy bien en temas de movilidad, de desplazarse de A a B pero no en tu propio coche; en servicios de alojamiento y para ir a comer, para vacaciones. Porque no olvidemos que detr¨¢s del ahorro tambi¨¦n est¨¢ el componente social. En el ¨¢mbito de las finanzas, que tambi¨¦n es un campo que se basa en la confianza, est¨¢ expandi¨¦ndose: Conf¨ªo en el banco y le presto mi dinero, y adem¨¢s puedo obtener cr¨¦ditos. Y esta confianza se est¨¢ trasladando a Internet, con herramientas de crowdfuding, de pr¨¦stamos entre amigos, con peque?as inversiones. Y un cuarto sector ser¨ªa el conocimiento abierto y la educaci¨®n. La gente necesita cada vez menos grandes instituciones para educarse. Yo todo lo que he aprendido de consumo colaborativo lo he aprendido a trav¨¦s de la gente. No estoy graduado ni tengo un t¨ªtulo sobre consumo colaborativo, entre otras cosas porque es imposible, pero aun as¨ª hay expertos en la materia. Cada vez m¨¢s la gente va a buscar de manera directa a esos expertos sin necesidad de que haya un gran instituci¨®n detr¨¢s, y esto las universidades americanas lo est¨¢n empezando a tener en cuenta. Y esta situaci¨®n en cinco a?os se normalizar¨¢.
P. Volviendo un poco atr¨¢s, hablaba de que hay una ventaja econ¨®mica, no solo ecol¨®gica y social, pero ?Se podr¨ªa cuantificar el ahorro a la hora de usar estas propuestas?
La gente participa en estas iniciativas por lo econ¨®mico, despu¨¦s por lo social, seguido de las motivaciones ecol¨®gicas?
R. M¨¢s que cuantificar, s¨ª que hay estudios de las motivaciones por las que la gente participa en estas iniciativas. Lo que engancha la gente al principio es que resulta m¨¢s econ¨®mico. Luego, cuando empiezan a usar los sistemas, encuentran la parte social, que es la parte que te hace repetir experiencia, porque en un primer momento nadie te asegura que a trav¨¦s de estos sistemas conozcas a gente de tus mismos intereses. Y luego el componente ecol¨®gico, que es algo m¨¢s invisible, en el sentido de que no es algo que la mayor¨ªa de los servicios promocione de manera directa.
P. ?Porque el impacto ecol¨®gico no es tan grande como el econ¨®mico y el social?
R. S¨ª lo es, pero es un tema del que se ha hablado tanto en las ¨²ltimas d¨¦cadas que a la gente le motiva m¨¢s la parte econ¨®mica y social. Si en vez de comprarme ropa la intercambio o si cojo menos el coche y se fabrican menos y hay una mejora ecol¨®gica, bien. Si miras el marketing de cualquier iniciativa de consumo colaborativo primero va el dinero, luego lo social y despu¨¦s el aspecto ecol¨®gico.
P. ?Quiz¨¢s porque la crisis ha hecho que se usen m¨¢s este tipo de intercambios?
R. S¨ª, se han dado una serie de factores. Ha habido un progreso en nuestra educaci¨®n cultural digital: llevamos una d¨¦cada acostumbrados a comunicarnos a trav¨¦s de Internet con gente que no conocemos. Hace 10 a?os esto era muy raro y ahora lo que estamos haciendo nosotros es lo m¨¢s normal del mundo ¨Cuna entrevista a trav¨¦s de Skype¨C. Adem¨¢s, ha habido una evoluci¨®n tecnol¨®gica. Espa?a es el pa¨ªs europeo con una mayor penetraci¨®n de smartphones, y por supuesto, la crisis lo ha catalizado todo. Ha sido la patada de aceleraci¨®n para que mucha gente se planteara sus comportamientos y repensara otra manera de hacer las cosas. Nos han vendido siempre la idea de ¡®c¨®mprate dos casas, dos coches e intenta tener dos Rolex¡¯, y ahora estamos de resaca de todo eso. La gente est¨¢ en ese momento en el que despierta y dice ¡®vale, no voy a volver a beber ese licor que me ha dado mucho dolor de cabeza y voy a ver qu¨¦ m¨¢s puedo hacer¡¯.
P. Vivimos en una cultura de la propiedad. Poseer forma parte de nuestra cultura ?Crees que estamos preparados para compartir?
R. En 30 a?os el sentido com¨²n espa?ol ha variado mucho. Javier Creus siempre pone el ejemplo de la evoluci¨®n cultural y social en Espa?a con los derechos de los gais: hace 30 a?os ser gay era peligroso, hace 15 estaba de moda en la movida madrile?a y ahora simplemente existe una normalidad e incluso hay leyes que benefician a la comunidad. Esto no va a ocurrir en un fin de semana, pero es una filosof¨ªa de vida muy pragm¨¢tica para que evolucione y se normalice. Siempre digo que antes compartir era de pobres y ahora es de listos. Y sacar rendimiento de tu casa y de tu coche es simplemente sentido com¨²n. La mayor¨ªa de las personas que participan en el consumo colaborativo conoce los beneficios, tanto tangibles como los que no se ven.
P. ?Y cu¨¢l es la proyecci¨®n del consumo colaborativo en Latinoam¨¦rica?
R. He visitado Brasil, Argentina, Chile, Colombia y M¨¦xico, y sin poder generalizar, porque cada pa¨ªs tiene una realidad distinta, una de las cosas en com¨²n es que son sociedades con menos confianza, por su propia deriva hist¨®rica. Es un tema que hay que trabajar y adaptar, aunque en Universidades o en ¨¢mbitos comunitarios s¨ª se trabaja bien. Luego est¨¢ la evoluci¨®n tecnol¨®gica, que puede que est¨¦n un paso m¨¢s atr¨¢s. Lo mejor es que ellos son m¨¢s conscientes del beneficio social, y la motivaci¨®n social y econ¨®mica est¨¢ m¨¢s equilibrada. Donde funciona mejor es Argentina, M¨¦xico y Colombia.
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