Los ricos indignos
Se oculta que los ingresos de la quinta parte de los que menos cobran bajan desde 1979 mientras los de los m¨¢s ricos suben el 186%
La realidad de la creciente desigualdad estadounidense es crud¨ªsima. Desde finales de la d¨¦cada de 1970, los salarios reales de la mitad de los trabajadores que menos ganan se han estancado o reducido, mientras que los ingresos del 1% en lo alto de la escala casi se han cuadruplicado (y los ingresos del 0,1% en lo m¨¢s alto han crecido a¨²n m¨¢s). Aunque podemos y debemos debatir qu¨¦ hacer frente a esta situaci¨®n, el hecho en s¨ª ¡ªque el capitalismo estadounidense tal como est¨¢ constituido actualmente est¨¢ socavando las bases de la sociedad de clase media¡ª no deber¨ªa cuestionarse.
Pero, por supuesto, s¨ª se cuestiona. Esto es en parte un reflejo de la famosa m¨¢xima de Upton Sinclair: es dif¨ªcil conseguir que un hombre entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda. Pero creo que tambi¨¦n refleja una aversi¨®n por lo que implican las cifras, que parecen casi una invitaci¨®n abierta a la lucha de clases, o, si lo prefieren, una demostraci¨®n de que la lucha de clases ya ha empezado, y los plut¨®cratas han tomado la ofensiva.
La consecuencia ha sido una campa?a decidida de confusi¨®n estad¨ªstica. En su expresi¨®n m¨¢s burda, esta campa?a se acerca a una falsificaci¨®n pura y dura; en su versi¨®n m¨¢s elaborada, supone usar trucos ingeniosos para difundir lo que yo llamo el mito de los ricos que merecen serlo.
Para ver un ejemplo de falsificaci¨®n de facto, solo hay que leer una columna reciente de Bret Stephens en The Wall Street Journal que primero acusaba (sin raz¨®n) al presidente Barack Obama de cometer un error f¨¢ctico y luego pasaba a afirmar que el aumento de la desigualdad no ten¨ªa tanta importancia, porque todo el mundo ha estado obteniendo grandes beneficios. Qu¨¦ problema hay, si los ingresos de la quinta parte de la poblaci¨®n estadounidense que menos gana han crecido un 186% desde 1979.
Si esto les suena a equivocaci¨®n, est¨¢n en lo cierto: esa es una cifra nominal, no est¨¢ corregida en funci¨®n de la inflaci¨®n. Se puede encontrar la cifra corregida seg¨²n la inflaci¨®n en la misma tabla de la Oficina del Censo; muestra que, en realidad, los ingresos de la quinta parte en la parte baja de la escala est¨¢n reduci¨¦ndose. Ah, y para que conste: en el momento de escribir estas l¨ªneas, ese error tan elemental no se hab¨ªa corregido en el sitio web del peri¨®dico.
Nos mienten con la estad¨ªstica, haci¨¦ndonos creer que los que m¨¢s ganan se lo merecen
Bien, ese es el aspecto que tiene el falseamiento m¨¢s burdo. ?Y qu¨¦ hay de la versi¨®n m¨¢s elaborada?
He se?alado otras veces que los conservadores parecen tener una fijaci¨®n con la idea de que la pobreza es, en esencia, la consecuencia de los problemas de personalidad de los pobres. Puede que en su d¨ªa hubiese algo de verdad en esto, pero durante las tres ¨²ltimas d¨¦cadas y m¨¢s, el principal obst¨¢culo al que se han enfrentado los pobres es la falta de puestos de trabajo que ofrezcan sueldos decentes. Pero el mito de los pobres indignos persiste, y tambi¨¦n lo hace un mito equivalente, el de los ricos que merecen serlo.
La historia es la siguiente: los ricos de Estados Unidos lo son porque tomaron las decisiones vitales acertadas. Tuvieron una buena formaci¨®n, se casaron y siguieron estando casados, y as¨ª sucesivamente. En resumen, la riqueza es una recompensa por poseer las virtudes victorianas.
?D¨®nde est¨¢ el fallo de esta historia? Incluso en sus propios t¨¦rminos, da por supuestas oportunidades que no existen. Por ejemplo, ?c¨®mo se supone que los hijos de los pobres, o incluso de la clase trabajadora, van a recibir una buena educaci¨®n en una ¨¦poca en la que disminuye el apoyo que reciben las universidades p¨²blicas y las matr¨ªculas suben? Hasta los indicadores sociales como la estabilidad familiar son, en buena medida, un fen¨®meno econ¨®mico: nada se ceba tanto con los valores familiares como la falta de oportunidades de empleo.
Pero la principal pega de este mito es que se equivoca al identificar a quienes salen ganando con el aumento de la desigualdad. A los trabajadores administrativos, aunque se casen entre ellos, les va regular nada m¨¢s. Los grandes beneficiarios son un grupo mucho m¨¢s peque?o. El movimiento Ocupad populariz¨® el concepto del ¡°1%¡±, que es una buena forma de referirse a esa ¨¦lite en auge pero que, si acaso, abarca a demasiada gente: la mayor¨ªa de los beneficios del 1% superior van a parar de hecho a una ¨¦lite a¨²n m¨¢s reducida, el 0,1% en lo alto del todo.
?Y qui¨¦nes son estos pocos afortunados? Principalmente, ejecutivos de la clase que sea, especialmente, aunque no ¨²nicamente, de las finanzas. Podemos debatir si estas personas merecen ganar tanto dinero, pero una cosa est¨¢ clara: no llegaron a donde est¨¢n solo por ser prudentes, puros y austeros.
Entonces, ?c¨®mo puede mantenerse el mito de los ricos que merecen serlo? B¨¢sicamente, mediante una estrategia de distorsi¨®n por diluci¨®n. Casi nunca vemos a los apologetas de la desigualdad dispuestos a hablar del 1%, y no digamos ya de los que de verdad m¨¢s ganan. En vez de eso, hablan del 20% superior, o como mucho del 5%. Puede parecer que estas elecciones son inocentes, pero no es as¨ª, porque equivalen a meter en el mismo saco a matrimonios de abogados y lobos de Wall Street. La pel¨ªcula de Di Caprio con ese nombre, por cierto, tiene un ¨¦xito tremendo entre las gentes de las finanzas, que aclaman al personaje del t¨ªtulo; otra pista sobre las realidades de esta nueva Edad Dorada.
Repito que s¨¦ que estas realidades incomodan a algunas personas, no todas ellas mercenarios de la plutocracia, que preferir¨ªan ofrecernos una imagen diferente. Pero aunque los hechos tengan un claro sesgo populista, siguen siendo hechos; y hay que afrontarlos.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de Princeton y premio Nobel de 2008.
?? 2014 New York Times News Service.
Traducci¨®n de News Clips.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.