La primera cita de Yellen, en Buenos Aires
Este s¨¢bado Janet Yellen toma posesi¨®n como presidenta de la Reserva Federal (Fed) de EE UU. Y lo har¨¢ sin un segundo de tranquilidad. No llega en tiempos f¨¢ciles ni su antecesor, Ben Bernanke, le deja los papeles ordenados. Su primera cita con la historia y la pol¨ªtica econ¨®mica ser¨¢ agitada pues tendr¨¢ que lidiar con una sucesi¨®n de monedas depreciadas en algunos pa¨ªses emergentes, que ha generado nerviosismo en los mercados y que es atribuida en t¨¦rminos generales a la posibilidad de una retirada de los est¨ªmulos monetarios (compra mensual de bonos, tipos de inter¨¦s pr¨®ximos a cero) por parte de su instituci¨®n. Dependiendo de la graduaci¨®n de esa retirada, podr¨ªa conllevar la salida de capitales en varios de esos pa¨ªses y la experiencia indica que la retirada de dinero es mucho m¨¢s r¨¢pida que su entrada. Cuando hay movimientos inseguros, los capitales se van a los valores refugio.
La devaluaci¨®n ?es una nueva fase de la crisis o un problema moment¨¢neo?
Una de las experiencias que se han sacado de estos a?os de crisis es que nunca se sabe lo profundo que es el charco. Por lo que en el an¨¢lisis de las causas de la fuerte depreciaci¨®n de la semana pasada de monedas como el peso argentino, el real brasile?o, la libra turca, el rand sudafricano o el rublo ruso han de a?adirse las causas ¡°nacionales¡± de la misma: los problemas internos que cada una de esas econom¨ªas padece en forma de d¨¦ficit por cuenta corriente, o cualquiera de los otros fundamentos econ¨®micos.
A Espa?a esa desconfianza de los mercados le lleg¨® sobre todo de la mano de Argentina (sin obviar otro elemento fundamental: las expectativas sobre un crecimiento m¨¢s d¨¦bil en China, la sanidad de su sistema financiero, su elevada deuda,¡). Argentina no ha llegado al sur de Europa, como se cre¨ªa hace unos meses, de la mano del corralito (v¨¦ase el libro El corralito. Un experimento argentino que viaja a Europa, de Lucio Di Maffeo, editorial El Hombre del Tres), sino de una devaluaci¨®n del peso entre el 15% y el 20% en unas pocas jornadas. La depreciaci¨®n de esa moneda perjudica directamente a las empresas con inversiones en Argentina, ya que sus ingresos y beneficios, en pesos, sufrir¨¢n una severa correcci¨®n cuando sean cambiados a euros o d¨®lares. Lo mismo sucede con las p¨¦rdidas de valor de otras monedas latinoamericanas, como las de Brasil, Chile, Uruguay¡ En el origen de las dificultades argentinas est¨¢ la p¨¦rdida de competitividad de su econom¨ªa, con una inflaci¨®n real que algunos cifran en el 28%. Hoy se sabr¨¢ si las medidas tomadas por su Gobierno (abrir la mano para que los ciudadanos puedan comprar d¨®lares en el mercado oficial, previa autorizaci¨®n en relaci¨®n con sus ingresos declarados) significan una nueva pol¨ªtica o una operaci¨®n de maquillaje para calmar la voracidad de los ciudadanos por comprar d¨®lares y as¨ª defenderse de la subida de precios.
La experiencia indica que nunca se sabe lo profundo que es el charco
?Es esta tanda de depreciaciones en cadena la primera manifestaci¨®n de otra fase distinta de la Gran Recesi¨®n, que ahora llega a los pa¨ªses emergentes, o es solo un movimiento de nerviosismo con caducidad en el tiempo? El 2 de julio de 1997, Tailandia anunci¨® su decisi¨®n de dejar depreciarse a su moneda, el baht, hasta entonces anclada al d¨®lar. El solo anuncio de ello provoc¨® una devaluaci¨®n del baht de entre un 15% y un 20%. En las primeras horas fue considerada una noticia menor, hasta que poco despu¨¦s se inici¨® una estampida devaluadora en otras econom¨ªas de la regi¨®n (Malaisia, Indonesia, Filipinas¡). El entonces director gerente del FMI, el franc¨¦s Michel Camdessus, utiliz¨® la expresi¨®n de ¡°la primera crisis global de la historia¡±. Cuando parec¨ªa que sus efectos sobre el sistema financiero y las empresas (y sobre los ciudadanos, en t¨¦rminos de paro y empobrecimiento) ya se hab¨ªan disipado, 13 meses despu¨¦s, el 17 de agosto de 1998, el rublo se derrumb¨® en Rusia, que hubo de suspender pagos. M¨¢s adelante fueron Brasil y Argentina¡
No es de extra?ar la atenci¨®n sobre los pa¨ªses emergentes, muchos de los cuales vieron reducir su crecimiento durante todo el a?o pasado. Los inversores parecen atravesar otra fase de fuerte aversi¨®n al riesgo y abandonan los activos de algunos de esos pa¨ªses. Se ha extendido el temor al contagio y, en el mismo, pueden pagar justos por pecadores.
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