Los marroqu¨ªes, "el pueblo del pan" y campe¨®n en su consumo
Los marroqu¨ªes figuran entre los campeones mundiales de consumo de pan, ya que en este pa¨ªs de 30 millones de habitantes se venden a diario la friolera de 105 millones de unidades, a una media de tres por cabeza.
La cifra demuestra hasta qu¨¦ punto es un alimento b¨¢sico en la dieta marroqu¨ª, y confirma lo que siempre se ha dicho popularmente de que los marroqu¨ªes viven de "pan y t¨¦", el binomio perfecto y barato, que se toma en cualquier momento del d¨ªa y sirve para llenar los est¨®magos.
Los marroqu¨ªes se llaman a s¨ª mismos "el pueblo del pan": calman el llanto del beb¨¦ con un trozo de pan y, cuando el ni?o crece, aprender¨¢ a usar el trozo de pan como cuchara, para llevarse los alimentos a la boca.
No se puede imaginar comer un tayin -guiso de carne con verduras- sin una buena cantidad de pan, pero para muchos el pan es necesario hasta para comerlo con la fruta (sand¨ªa, naranja, pl¨¢tano e higo chumbo).
El pan marroqu¨ª, generalmente redondo y blanco (m¨¢s com¨²n que en barra) se prepara con harina refinada, sal, levadura y agua tibia; las amas de casa tradicionales lo amasan y cuecen en el horno de casa o en los hornos p¨²blicos de le?a; en la ciudad, el ritmo urbano obliga a los trabajadores a comprarlo en las omnipresentes panader¨ªas.
El pan no es solo el alimento "nacional" de un pa¨ªs marcado por una cultura alimentaria basada esencialmente en cereales, sino que adquiere un rango hasta religioso: es impensable, casi un pecado, tirar el pan a la basura, y quien se encuentra con un trozo de pan en el suelo lo levantar¨¢ para dejarlo en el alf¨¦izar de una ventana, para que nadie lo pise.
Dada su gran influencia social, el pan siempre ha sido una de las prioridades de las pol¨ªticas p¨²blicas del gobierno al ser uno de los productos subvencionados y garante de la paz social: gracias a la subvenci¨®n, un pan redondo cuesta solamente 1,20 dirhams (0,10 euros).
En 2012 el Ejecutivo marroqu¨ª destin¨® 890 millones de dirhams (unos 79 millones de euros) para controlar su precio y garantizar que no suba, adem¨¢s de anular la tasa de importaci¨®n de trigo blando.
La intransigencia del Gobierno en prohibir cualquier subida del precio del pan choca con el rechazo de los operadores del sector que se quejan del coste econ¨®mico que supone la medida para ellos.
Esta situaci¨®n ha causado ¨²ltimamente un enfrentamiento entre el Gobierno que se niega a cualquier debate sobre la subida de este alimento considerado como term¨®metro de paz social, y los operarios del sector que reclaman soluciones para frenar sus p¨¦rdidas por los altos costes de producci¨®n.
Houcine Azaz, presidente de la Federaci¨®n de panaderos y pasteleros de Marruecos, indic¨® a Efe que el precio bajo con el que se vende actualmente una unidad de pan normal no favorece las condiciones de producci¨®n y pone a muchas panader¨ªas ante el riesgo de ruina.
Azaz lament¨® el hecho tambi¨¦n de que los marroqu¨ªes tiran mucho pan y llam¨® a una "racionalizaci¨®n de su consumo".
El tira y afloja entre el Gobierno y las panader¨ªas puso de relieve otra problem¨¢tica relacionada con las pocas propiedades nutritivas del pan subvencionado que se consume por la mayor¨ªa de los marroqu¨ªes.
Wadie Madih, secretario general de la Federaci¨®n Nacional de las asociaciones de protecci¨®n del consumidor, advirti¨® contra los da?os del pan subvencionado por los aditivos que se echa como el az¨²car para darle m¨¢s frescura y flexibilidad.
De hecho, muchas familias mantienen la costumbre de elaborar a diario el pan en casa o en los hornos p¨²blicos.
En todo caso, el pan permanece situado en "una l¨ªnea roja" que las autoridades no se atreven a cruzar al tener siempre presente en la memoria las revueltas sociales de Casablanca de 1981 en las que murieron 66 personas y que se originaron por una subida superior al 77 % del precio del pan.
Fatima Zohra Bouaziz
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